jueves, 31 de mayo de 2018

Noches áticas.- Aulo Gelio (c. 129 - c. 180)


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Libro I.- Capítulo III
Cómo el lacedemonio Quilón tomó una decisión contradictoria para la salvación de un amigo. Es preciso examinar con circunspección y escrupulosamente si en ocasiones hay que delinquir para favorecer a los amigos. Se incluyen también observaciones e información de lo que Teofrasto y Cicerón escribieron sobre el particular.

«1.-Está escrito en los libros de aquellos que narraron para el recuerdo la vida y las acciones de hombres ilustres que el lacedemonio Quilón, uno de los que forman el ínclito número de sabios, en sus últimos momentos de vida, cuando la muerte ya estaba próxima, a los amigos que estaban en torno a él les habló de este modo: 2.-"Mis palabras y mis actos en el discurrir de mi larga vida, en su mayoría no han sido censurables, tal vez incluso vosotros lo sabéis. 3.-También yo, al menos en el momento presente, no me engaño si digo que no he hecho nada que produzca tristeza a mi memoria, salvo una sola cosa, que no tengo claro si he obrado recta o torcidamente.
 4.-Fui juez, con otros dos, en un proceso capital de un amigo. La ley era que aquel hombre necesariamente había de ser condenado. Así pues, tenía que condenar a un amigo muy querido o cometer fraude de ley. 5.-Le di una y mil vueltas al asunto para tratar de poner remedio a un caso tan contradictorio. 6.-Lo que hice, en comparación con otras soluciones, me pareció bastante fácil de asumir. Yo mismo, en silencio, voté que se le condenara, yo, que al mismo tiempo persuadí a los que le juzgaban de que lo absolvieran. 7.-De este modo en un asunto de tanta importancia dejé a salvo mi deber como juez y como amigo. Pero de esta actuación me atormenta una cosa, que tengo el temor de si está exenta de perfidia y de culpa, porque al mismo tiempo y en el mismo hecho persuadí a los otros a que hicieran lo contrario de lo que estimé como mejor".
 8.-Aquí, pues, Quilón, un hombre de incuestionable sabiduría, tuvo dudas de hasta qué punto debería ir él contra la ley y el derecho para favorecer a un amigo y esta actuación atormentaba su alma en el fin mismo de  su vida. 9.-Y después, otros muchos filósofos, como figura escrito en sus obras, indagaron pormenorizadamente y con agudeza, valiéndome de sus propias palabras: "si es preciso ayudar a un amigo, al margen de la justicia, hasta qué punto y de qué manera". Estas palabras significan que ellos se preguntaron si en ocasiones debe actuarse contra la ley y la costumbre para favorecer a un amigo, y en qué casos y con qué límites.
 10.-Sobre esta cuestión, como he dicho, disienten otros mucho, principalmente Teofrasto, de manera muy cuidada, el más mesurado y sabio de los filósofos peripatéticos; y esta discusión se encuentra, si la memoria no me falla, en el libro primero de su tratado Sobre la amistad. 11.-Parece que Cicerón leyó este libro cuando a su vez también él escribió un libro con el mismo título. Y todo lo que consideró oportuno tomar de Teofrasto, puesto que su natural y su elocuencia así lo exigían, lo tomó y adaptó muy apropiada y convenientemente. 12.-Pero, como acabo de decir, trató de manera superficial y rápida ese pasaje del que se ha discutido mucho, el más difícil de todos y no expuso lo que Teofrasto escribió tras sesudas reflexiones y de manera clara; más bien al contrario, dejada de lado aquella meticulosidad y casi displicencia de la disputa, dedicó muy pocas palabras a la esencia misma del problema.
 13.-Por si alguien quiere reflexionar sobre el particular, he añadido las palabras de Cicerón: "A mi entender deben observarse estos límites; a saber, cuando las costumbres de los amigos son intachables, entonces debe haber entre ellos una completa comunión de todos lo bienes, pareceres y deseos, sin excepción alguna; es más, si sobreviene algún imprevisto por el que nos veamos impelidos a secundar los deseos menos justos de los amigos en que estén en juego su integridad o su prestigio, será preciso apartarse del camino para que no sobrevenga un gran deshonor. Y es que hay un límite hasta el que se puede llegar en consideración a la amistad". Y añade: "Cuando se trata de la vida o de la fama de un amigo, debemos apartarnos del camino recto para ayudarle en un deseo aunque sea injusto".
 14.-Pero no dice cómo debe ser ese desvío y cuál la separación para ayudarle, ni tampoco el grado de injusticia de lo que nuestro amigo quiere. 15.-Pero cuando un amigo se encuentra en peligros de esta guisa, si no me va a sobrevenir un gran deshonor, ¿qué me importa saber que debo apartarme del camino recto si no ilustra sobre qué considera él un gran deshonor y hasta qué punto es lícito apartarme del camino recto cuando así lo haga? Dice: "La indulgencia concedida a la amistad tiene un límite".
 16.-Esto es precisamente lo que nosotros debemos saber y lo que precisamente de ningún modo dicen los que podían enseñarnos, hasta qué punto puede ser uno indulgente para con la amistad. 17.-Aquel sabio Quilón, de quien acabo de hablar, se apartó del camino recto para salvar a un amigo. Pero veo hasta dónde llegó: dio un consejo falso para salvar a un amigo. 18.-Sin embargo, al final de su vida dudó si podía legalmente ser desaprobado y condenado. "Contra la patria -dijo Cicerón- y a favor de un amigo no deben tomarse las armas". 19.-Esto lo sabe todo el mundo  y antes incluso de nacer Teognis, como dice Lucilio. Pero yo pregunto y quiero saber cuándo puede hacerse algo a favor de un amigo, yendo en contra de la ley y de lo que está permitido, quedando a salvo, eso sí, la libertad y la paz; y cuándo puede uno apartarse del camino recto, como él mismo dice, qué y cuánto y en qué circunstancias, y de qué manera y hasta qué límites. 20.-El ilustre ateniense Pericles, hombre de talento sin par y revestido de todos los buenos conocimientos, en un caso especial, ciertamente, pero de manera diáfana expuso lo que pensaba. Al preguntarle un amigo por qué motivo y razón cometería perjurio, le respondió con estas palabras: "tenemos la obligación de ayudar a nuestros amigos, pero dejando de lado los dioses".
 21.-Teofrasto, por su parte, en el libro que cité diserta agudamente y con más precisión que Cicerón. 22.-Pero también él en su exposición no juzga de cada caso en particular ni con ejemplos precisos, sino que se vale de categorías genéricas y universales globalmente, más o menos de la siguiente manera: 23.-"Se puede asumir -dice- una pequeña infamia o deshonra si con ello podemos conseguir un gran favor para un  amigo. Se compensa y equilibra el leve daño del honor menoscabado con otro honor mayor y más sólido al ayudar a un amigo, y aquella mínima falta y, por así decirlo, laguna en la reputación, se repara con la protección de las ventajas logradas para el amigo. 24.-Y no debemos dejarnos conmover por las palabras porque no son comparables la honra de mi reputación y las ventajas de un amigo. Deben tenerse en consideración el peso y el valor, no la terminología ni la dignidad de las nociones. 25.-Pues cuando las ventajas de un amigo o nuestra honra radican en cosas iguales o muy parecidas, la honra ciertamente sí que importa; pero cuando las ventajas de un amigo son mucho mayores y el quebranto de nuestra honra en asuntos de poca importancia es mínimo, entonces, lo que es útil para el amigo tiene más peso que aquello que es honroso para nosotros, del mismo modo que una gran cantidad de bronce vale más que una laminilla de oro".
 He transcrito las palabras mismas de Teofrasto sobre el particular: 26.-"No es cierto que si una cosa es más valiosa que otra por su naturaleza, una parte cualquiera de la primera, comparada con cierta cantidad de la segunda, sea preferible. Pongo un ejemplo: si el oro es más valioso que el bronce, tal cantidad de oro, comparada con tal cantidad de bronce, no le ganará forzosamente, pero la cantidad y el tamaño sí importarán".
 27.-También el filósofo Favorino, con un cierto relajamiento y sin ser demasiado estricto con el peso de la justicia, definió con estos términos la complacencia de una graciosa concesión: "Lo que se llama 'gracia' entre los hombres es relajación del rigor en la necesidad".
 28.-Poco después el mismo Teofrasto disertó sobre el particular más o menos con estas palabras: "Unas consideraciones a veces venidas de fuera y otras necesidades suplementarias de las personas, las causas y el momento e incluso las circunstancias del mismo hecho, todo ello difícil de encerrar en un solo precepto, moderan, regulan y, por así decirlo, gobiernan estas cuestiones de pequeña y gran cantidad de cosas y todas las valoraciones sobre los deberes y unas veces las convierten en válidas y otras veces en nulas".
 29.-Esto y otras cosas similares dejó escrito Teofrasto con bastante cautela, escrupulosidad y cuidado, con más diligencia en el discernimiento y la discusión que radicalismo y confianza en ser categórico, porque ciertamente la variedad de los casos y circunstancias y la sutileza de las diferencias no permiten una regla rígida y perpetua que se aplique a cada caso, lo que yo había ya dicho.
 30.-Así pues, de Quilón, que dio pie a estas discusiones, son algunos consejos útiles y prudentes, pero sobre todo uno de bien conocida utilidad que encierra las dos pasiones más feroces, la del amor y la del odio, en una prudente moderación. "Debes amar -dice- con este límite, que tal vez la fortuna te haga odiar algún día; y del mismo modo, has de odiar con un límite, porque tal vez termines amando".»
 
 [El fragmento pertenece a la edición en español de Ediciones Akal, en traducción de Jesús M. Nieto Ibáñez. ISBN: 978-84-460-2824-6.]

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