miércoles, 25 de abril de 2018

La revolución española (1930-1939).- León Trotsky (1879-1940)


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La tragedia de España

«30 de enero de 1939
Uno de los más trágicos capítulos de la historia moderna se acerca a su fin en España. Del lado de Franco no hay ejército poderoso ni apoyo popular. Hay sólo propietarios rapaces, decididos a ahogar en sangre a las tres cuartas partes de la población para mantener su dominio sobre la otra. Pero esta criminal ferocidad no habría sido suficiente para asegurar la victoria sobre el heroico proletariado español. Franco necesitaba una ayuda que proviniera del otro lado del frente. Y la ha obtenido. Su principal auxiliar ha sido y sigue siendo Stalin, el sepulturero del Partido Bolchevique y de la revolución proletaria. La caída de Barcelona, la gran capital proletaria, es el precio directo de las masacres del proletariado de Barcelona en mayo de 1937.
 Por insignificante que sea el mismo Franco, por miserable que pueda ser su camarilla de aventureros, de gente sin honor, sin conciencia y sin talento militar, la gran superioridad de Franco consiste, sin embargo, en que posee un programa claro y definido: salvaguardar y estabilizar la propiedad capitalista, el poder de los explotadores y la dominación de la Iglesia, restaurar la monarquía.
 Las clases poseedoras de todos los países capitalistas, las de los países fascistas tanto como las de las democracias, han demostrado, como cabía esperar, estar al lado de Franco. En el campo republicano sólo han quedado los escuderos "demócratas". Esos señores no podían desertar y pasarse del lado del fascismo, pues la fuente misma de sus ingresos y de su influencia residía en las instituciones de la democracia burguesa, que tiene (o tenía) necesidad para su normal funcionamiento de hombres de leyes, diputados, periodistas, en pocas palabras, de campeones democráticos del capitalismo. Todo el programa de Azaña y compañía no era otra cosa que nostalgia de los días pasados y resultaba completamente inadecuado. El Frente Popular recurrió a la demagogia y a las ilusiones para arrastrar a las masas detrás de él. Consiguió hacerlo durante largo tiempo. Las masas, que habían asegurado todos los éxitos anteriores de la revolución, continuaban todavía creyendo que la revolución iba  a llegar a su conclusión lógica, es decir, al derrocamiento de las relaciones de propiedad y a la entrega de la tierra a los campesinos y de las fábricas a los obreros. La fuerza dinámica de la revolución consiste precisamente en esta esperanza de las masas en un futuro mejor. Pero, señores, los republicanos han hecho todo lo que estaba en sus manos para pisotear, mancillar y ahogar en sangre las más queridas esperanzas de las masas oprimidas. El resultado -hemos podido verlo en el transcurso de los dos últimos años- ha sido la desconfianza y el odio creciente de los campesinos y los obreros hacia las pandillas republicanas. La desesperanza o una triste indiferencia han reemplazado gradualmente al entusiasmo revolucionario y al espíritu de sacrificio. Las masas han vuelto la espalda a los que las han engañado y pisoteado. Ésta es la primera razón de la derrota de las tropas republicanas. El instigador de engaños y de la matanza de obreros revolucionarios españoles es Stalin. La derrota de la revolución española es una nueva mancha sobre la banda del Kremlin, cargada ya con tantos crímenes. El aplastamiento de Barcelona asesta un terrible golpe al proletariado mundial, pero también aporta una gran lección. El mecanismo del Frente Popular español, en tanto que sistema organizado de mentiras y traición a las masas explotadas, ha sido puesto al descubierto. La divisa "defensa de la democracia" ha revelado una vez más su ausencia reaccionaria y al mismo tiempo su carácter vacío. La burguesía desea perpetuar su régimen de explotación. Los obreros desean librarse de esta explotación. Estos son los verdaderos objetivos de las clases fundamentales de la sociedad moderna.
 Las miserables camarillas de intermediarios pequeñoburgueses que habían perdido la confianza y los subsidios de la burguesía, han tratado de salvaguardar el pasado sin pensar en el futuro. Bajo la etiqueta de Frente Popular fundaron una sociedad anónima. Bajo la dirección de Stalin han llegado a la más terrible de las derrotas cuando las condiciones de la victoria se encontraban al alcance de la mano.
 El proletariado español ha dado clarísimas pruebas de poseer una extraordinaria capacidad de iniciativa y heroísmo revolucionario. La revolución ha sido llevada a la catástrofe por "líderes" despreciables y completamente corrompidos. La caída de Barcelona ilustra, ante todo, la caída de la Segunda y la Tercera Internacional, así como la de los anarquistas, unos y otros podridos hasta la médula.
 ¡Trabajadores, adelante por un nuevo camino!
 ¡Adelante por la Revolución Socialista Internacional!»
 
 [El texto pertenece a la edición en español de Diario Público, 2011. Depósito legal: B-19824-2011.]
 

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