lunes, 30 de abril de 2018

Memorias de una geisha.- Arthur Golden (1956)


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Capítulo diecinueve

«-Sabes perfectamente bien que Uchida-san te mira con ojos de artista. Pero el doctor está interesado en algo más, lo mismo que Nobu. ¿Sabes a lo que nos referimos cuando hablamos de la "anguila sin casa"?
 No tenía ni idea de qué hablaba y así se lo dije.
 -Los hombres tienen una especie de... bueno, de "anguila" -dijo-. Las mujeres no la tienen. Pero los hombres sí. Está situada...
 -Creo que sé a lo que se refiere -dije-, pero no sabía que se llamaba anguila.
 -No es una anguila de verdad -dijo Mameha-. Pero hacer que es una anguila facilita las cosas. Así que imaginemos que lo es. La cosa es así: esta anguila se pasa toda la vida intentando encontrar una casa, ¿y qué crees tú que tienen las mujeres dentro de ellas? Una cueva donde a las anguilas les gusta vivir. Esta cueva es de donde sale la sangre todos los meses, cuando las "nubes cubren la luna", como se suele decir.
 Ya era lo bastante mayor para comprender lo que Mameha decía de las nubes cubriendo la luna, pues ya hacía varios años que lo había experimentado. La primera vez no me habría asustado más si hubiera estornudado y hubiera encontrado un trozo de mis sesos en el pañuelo. Estaba realmente asustada, creyendo que me iba a morir, hasta que la Tía me encontró un día lavando un trapo manchado de sangre y me explicó que sangrar era sencillamente una parte de lo que era ser una mujer.
 -Puede que no lo sepas -dijo Mameha-, pero las anguilas son muy territoriales. Cuando encuentran una cueva que les gusta se deslizan dentro y se dan unos meneos para asegurarse de que... bueno, de que es una cueva agradable. Y cuando por fin deciden que es lo bastante confortable, marcan la cueva como territorio propio... escupiendo. ¿Entiendes?
 Si Mameha me hubiera dicho sin más lo que trataba de decirme, seguro que me habría asustado, pero, al menos, descifrando todo aquello me distraje un poco. Años después descubriría que así fue también como se lo había explicado a Mameha en su momento su hermana mayor.
 -Y aquí viene la parte que te va a parecer más extraña -continuó Mameha, como si lo que acabara de decirme no me lo pareciera ya bastante-. A los hombres les gusta mucho hacerlo. De hecho, hay hombres que apenas hacen otra cosa en la vida que buscar diferentes cuevas para su anguila. La cueva de una mujer en la que nunca ha entrado una anguila es particularmente apreciada por los hombres. ¿Entiendes? A esto le llamamos mizuage.
 -¿A qué se llama mizuage?
 -A la primera vez que la anguila de un hombre explora la cueva de una mujer. A eso llamamos mizuage.
 Mizu significa "agua", y age algo así como "elevar" o "poner encima", de modo que el término mizuage suena como si tuviera algo que ver con sacar agua o poner algo sobre el agua. Si le preguntas a tres geishas, cada una tendrá una idea distinta sobre el origen del término. Cuando Mameha terminó su explicación, yo me sentí aún más confusa, aunque hice como si me hubiera enterado de algo.
 -Supongo que te imaginas por qué le gusta tanto al doctor venir a Gion -continuó Mameha-. Gana mucho dinero en su hospital y, salvo el que necesita para mantener a su familia, se lo gasta todo intentando encontrar posibilidades de mizuage. Puede que te interese saber, Sayuri-san, que tú eres precisamente el tipo de joven que más le gusta. Lo sé muy bien, porque yo también fui una de esas jóvenes.
 Como pude saber tiempo después,  uno o dos años antes de que a mí me trajeran a Gion, el Doctor Cangrejo había pagado una cantidad récord por el mizuage de Mameha, tal vez 7.000 u 8.000 yenes. Puede que ahora no parezca mucho dinero, pero en aquel tiempo era una suma que incluso alguien como Mamita -que sólo pensaba en el dinero y en cómo tener más y más- sólo podría ver una o dos veces en toda su vida. El mizuage de Mameha había sido tan caro, en parte, por su fama pero además había otra razón, como me explicó aquella tarde. Dos hombres de fortuna habían pujado por su mizuage. Uno era el Doctor Cangrejo. El otro, un hombre de negocios llamado Fujikado. Por lo general, los hombres en Gion no competían de este modo; se conocían y preferían llegar a un acuerdo. Pero Fujikado vivía en el otro extremo del país y sólo aparecía ocasionalmente por Gion. No le preocupaba ofender al Doctor Cangrejo. Y éste, que afirmaba que por sus venas corría sangre aristócrata, odiaba a ese tipo de hombres como Fujikado, salidos de la nada, aunque, en realidad, él también lo era en gran medida.
 Cuando Mameha se dio cuenta en el torneo de sumo de que yo le hacía tilín a Nobu, pensó en las similitudes que guardaba éste con Fujikado -también se había hecho a sí mismo y también era repulsivo a los ojos de un hombre como el Doctor Cangrejo-. Con Hatsumono siempre persiguiéndome, como un ama de casa detrás de una cucaracha, no iba a hacerme famosa como lo había sido Mameha ni, por lo tanto, iba a poder sacar mucho de mi mizuage. Pero si esos dos hombres me encontraban lo bastante atractiva, podrían empezar a competir por cuál de los dos ofrecía más, lo que me pondría a mí en una posición en la que podría pagar mis deudas, como si hubiera sido todo el tiempo una cotizada aprendiza. A esto es a lo que se refería Mameha cuando decía que había que "desequilibrar" a Hatsumono. A Hatsumono le encantaba la idea de que Nobu me encontrara atractiva; pero de lo que no se daba cuenta era de que mi favor con Nobu podría subir considerablemente el precio de mi mizuage.
 No cabía duda de que teníamos que recuperar el aprecio del Doctor Cangrejo. Sin él Nobu podría ofrecer lo que quisiera por mi mizuage, es decir, si es que estaba interesado realmente. Yo no estaba muy segura de ello, pero Mameha me tranquilizaba diciendo que un hombre no cultiva una relación con una aprendiza de quince años a no ser que tenga en mente su mizuage.
 -Estáte segura de que no es tu conversación lo que le atrae -me espetó.
 Yo intenté dar la impresión de que no me había ofendido.»    
 
 [El extracto pertenece a la edición en español de la editorial Círculo de Lectores, 2000, en traducción de Pilar Vázquez. ISBN: 84-226-8215-X.]

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