domingo, 22 de abril de 2018

Cantar de los nibelungos .- Anónimo (s. XIII)


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Canto XIX: De cómo fue llevado a Worms el tesoro de los nibelungos

«1101.-Cuando la señora Krimilda así hubo enviudado, quedó a su lado en el país el conde Eckewart con sus guerreros, prestándole servicio en todo momento. A menudo acompañó a su señora en el llanto por su señor.
 1102.-En Worms, cerca de la iglesia, se construyó una morada para la viuda, grande y espaciosa, rica y vasta, donde, robada de alegrías, vivió después con su séquito. Le gustaba ir a la iglesia y permanecer allí con devoción.
 1103.-Cuando hubieron enterrado a su amado no dejó de ir a su tumba, con ánimo dolorido, todos los días. A la bondad de Dios encomendó su alma. El héroe fue llorado a menudo con gran fidelidad.
 1104.-En todo momento le confortaban Ute y su séquito. Pero su corazón estaba cruelmente herido. De nada le servía lo que le ofrecían de consuelo. Pensando en su bien amado era presa del ansia más honda
 1105.-que jamás sintiera una mujer por su esposo querido. En ello podían advertirse las virtudes de su crianza. Mientras vivió, hasta su muerte, lloró al esposo. Tiempo después la esposa del valeroso Sigfrido hubo de vengarse con saña.
 1106.-Después de la pérdida de su esposo, esto es cosa cierta, vivió así tres años y medio sin dirigir nunca la palabra a Gunter. Tampoco en ese tiempo vio jamás a su enemigo Hagen.
 1107.-Por entonces Gunter dijo al héroe de Trónege: "¿No os podríais arreglar para ganaros de amiga a vuestra hermana? Así vendría a este país el oro de los nibelungos. Mucho de él podrías lograr si la reina se nos pusiera propicia."
 1108.-Gunter insistió: "Deberíamos intentarlo. Mis hermanos tienen trato con ella. A ellos debemos pedirles que traten de ganarnos su amistad y que consienta en dejarse persuadir." "Yo no creo", dijo Hagen, "que eso suceda jamás".
 1109.-Luego mandó Gunter a Ortwin y al margrave Gere que fueran a ver a la reina. Hecho esto, llevaron allí también a Gernot y al joven Giselher. Con amistosas palabras trataron ellos entonces de convencer a doña Krimilda.
 1110.-El valiente Gernot de Burgundia habló ahora: "Señora, habéis llorado mucho tiempo la muerte de Sigfrido. El rey está dispuesto a declarar ante tribunal que él no lo mató. Continuamente se os oye lamentaros muy amargamente."
 1111.-"Nadie le acusa de ello", dijo Krimilda, "lo mató el brazo de Hagen. Cuando él supo por mí el lugar donde se le podía herir, ¿cómo iba yo a sospechar que abrigara odio contra él? ¡Mucho me hubiese guardado de
 1112.-descubrir lo que ponía en peligro su vida! ¡Así, pobre de mí, me hubiera ahorrado las lágrimas! Jamás tendré afecto hacia quienes lo hicieron." Entonces Giselher, el muy apuesto caballero, empezó a rogar encarecidamente.
 1113.-Cuando ella hubo declarado que estaba dispuesta a recibir al rey, Gunter se presentó ante ella acompañado de sus más leales amigos. Pero Hagen no se atrevió a acudir a su presencia: bien sabía él cuál era su propia culpa y el dolor que le había causado a Krimilda.
 1114.-Estando ella dispuesta a cejar en su odio hacia Gunter, hubiera sido oportuno que éste la besara. Si el daño causado a su hermana no hubiese sido con su complicidad, habría podido aparecer ahora ante Krimilda tranquilo y desenvuelto.
 1115.-Jamás se cumplió con más lágrimas una reconciliación entre parientes. Ella sentía aún dolor de su desgracia, pero los perdonó a todos ellos, excepto a un solo hombre. Nadie podía haber matado a Sigfrido, si no lo hubiera hecho Hagen.
 1116.-No pasó mucho tiempo sin que persuadieran a Krimilda de que recobrara el gran tesoro que tenía en tierra de los nibelungos y lo trajera junto al Rin a Worms. Era su regalo de recién casada y era justo que lo poseyera.
 1117.-En su busca fueron entonces Giselher y Gernot. Krimilda mandó a ocho mil de sus hombres que fueran a buscarlo donde se hallaba oculto custodiado por el guerrero Alberico y sus mejores amigos.
 1118.-Cuando se vio llegar a los burgundos en busca del tesoro, Alberico, el muy esforzado, habló así a sus amigos: "No tenemos derecho a retenerle a ella el tesoro, pues lo pretende en calidad de regalo de boda.
 1119.-Pero esto no hubiera sucedido nunca", prosiguió Alberico, "si por desgracia no hubiésemos perdido, al tiempo que a Sigfrido, la valiosa capa mágica, pues el amado de la bella Krimilda la llevaba en todo momento.
 1120.-Triste ventura la de Sigfrido por habernos arrebatado la capa y habernos forzado a servirle todo este tiempo." Partió entonces el tesorero en busca de las llaves.
 1121.-Delante de la montaña se hallaban los hombres de Krimilda, así como una parte de sus parientes. Se dio orden de que llevaran el tesoro a orillas del mar, a los barcos. Luego lo llevaron sobre las olas, Rin arriba, hasta Worms.
 1122.-Y ahora podéis oír contar maravillas del tesoro: era la carga de doce carros colmados hasta los bordes que en cuatro días y cuatro noches juntos bajaron de la montaña al mar; cada uno de ellos hubo de hacer tres viajes por día.
 1123.-No lo formaban otra cosa que piedras preciosas y oro. Y aunque hubiera habido que dar sueldo de él a todos los hombres del mundo, su valor no hubiera menguado un marco. No sin motivo lo había deseado Hagen.
 1124.-La más preciada de todas las joyas era una varita de oro. Quien supiera su virtud podría hacer su voluntad con toda la gente del mundo. De los parientes de Alberico muchos partieron luego con Gernot.
 1125.-Cuando se hubo guardado el tesoro en el país de Gunter y pasó todo a poder de la reina, quedaron repletas de él cámaras y torres. Jamás se oyó hablar de mayor maravilla de riquezas.
 1126.-Y si el tesoro hubiese sido mil veces mayor y el señor Sigfrido hubiera seguido en vida, la señora Krimilda se habría guardado de usarlo para sí. Jamás pudo tener un héroe esposa más fiel. 
 1127.-Cuando tuvo el tesoro en su poder, acudió al país muchedumbre de guerreros forasteros. Las manos de la dama prodigaban tales dones que nunca se vio generosidad más grande. Se reconocía que así mostraba su buena crianza la reina.
 1128.-Repartió tantos dones a pobres y a ricos que Hagen tuvo que decir que, si ella hubiera de vivir todavía algún tiempo, se ganaría la gratitud de tantos guerreros que ello redundaría en desgracia para los burgundos.
 1129.-Dijo entonces el rey Gunter: "Suyos son la vida y los bienes. ¿Por qué voy a impedir yo que obre como quiera? A duras penas logré recobrar su afecto. No debe preocuparnos adónde van a parar su plata y su oro."
 1130.-Hagen habló así al rey: "Un hombre cabal no debería dejar así un tesoro en manos de mujer alguna. Con tantos regalos llegará el día en que los bravos burgundos hayan de lamentarlo."
 1131.-Habló ahora el rey Gunter: "Yo le he prometido a ella por juramento que jamás volvería a causarle daño y estoy dispuesto a mantener la promesa: es mi hermana." Hagen replicó: "Dejad que sea yo el culpable."
 1132.-Mal cumplieron sus propios juramentos algunos burgundos. Ahora despojaron a la viuda de sus copiosos bienes. Hagen se apoderó de todas las llaves. Esto encolerizó al hermano de Krimilda, Gernot, cuando de ello tuvo noticia cierta.
 1133.-Dijo entonces el señor Giselher: "Mucho dolor ha causado Hagen a mi hermana; yo debería evitarlo. Si él no fuese mi pariente, le iría en ello la vida." Nuevas lágrimas empañaron los ojos de la esposa de Sigfrido.
 1134.-Habló ahora el señor Gernot: "Antes que estar siempre preocupados por el tesoro, lo deberíamos mandar sepultar en el Rin, para que nunca fuera de nadie." Krimilda se presentó luego, muy quejosa, ante su hermano Giselher.» 
 
[El extracto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra, en traducción de Emilio Lorenzo Criado. ISBN: 84-376-1289-6.]
 

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