martes, 13 de marzo de 2018

La saga de Yngvar, el viajero.- Oddr Snorrason (s. XII)


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VIII.- Muerte de Yngvar

«Después de esto se prepara Yngvar a toda prisa para partir con su tropa, y toman la dirección correcta y viajan día y noche lo más rápidamente posible. Entonces comenzó a propagarse una enfermedad por entre su tropa al punto de que murió la mejor de su gente, y habían muerto más de los que vivían. Yngvar enfermó también, y ya habían llegado al reino de Silkisif. Convocó a su hueste y les pidió enterrar a los que habían muerto.
 Entonces llamó a Ketil de las Fortalezas y a otros amigos suyos y dijo:
 -He contraído una enfermedad y sé que me llevará a la tumba y ahora tendré el lugar que me he ganado. Pero por la misericordia divina espero yo que el Hijo de Dios cumpla su promesa, pues de todo corazón me puse en sus manos cada día, a mi alma y cuerpo, y velé por esta gente lo mejor que pude. Quiero que sepáis que por el recto juicio de Dios hemos sido golpeados por esta epidemia; pero a mí es a quien más afectará esta plaga y este maleficio porque, cuando yo muera, desaparecerá la enfermedad. Quiero pediros a todos, y sobre todo a ti, Ketil, que llevéis mi cuerpo a Suecia y que lo hagáis enterrar junto a una iglesia. Pero las riquezas que tengo en oro y plata y ricos ropajes quiero dividirlas en tres partes: un tercio se lo doy a la iglesia y a los sacerdotes, la segunda se la doy a los pobres y la tercera será para mi padre y para mi hijo. Transmitidle a la reina Silkisif mis saludos. Pero sobre todo quiero que permanezcáis en concordia unos con otros. Y si tenéis dudas sobre qué dirección tomar, dejad que decida Ketil de las Fortalezas, porque él es el más sensato de todos.
 A continuación les deseó que les fuera bien y que se reencontraran con él el Día de la Resurrección. Habló muy bien sobre muchas cosas y vivió pocos días más.
 Prepararon su cuerpo con cuidado y lo depositaron en una caja, y emprendieron el rumbo correcto y llegaron a la ciudad de Citópolis. Cuando la reina reconoció sus naves, les salió al encuentro con gran boato. Pero cuando los vio desembarcar, se entristeció, pues se dio cuenta de que algo grave había ocurrido cuando no podía distinguir a aquel que para ella era el más importante de todos. Preguntó entonces por las novedades, especialmente por los sucesos relacionados con el fallecimiento de Yngvar y adónde llevaban su cuerpo. Ellos contestaron que lo habían enterrado. Ella replicó que estaban mintiendo y dijo que los haría matar si no le decían la verdad. Entonces le contaron las instrucciones que les dio Yngvar para su cuerpo y sus bienes. A continuación le entregaron el cadáver de Yngvar. Ella hizo llevarlo hasta la ciudad con gran pompa y prepararlo con ricos ungüentos para la inhumación.
 La reina les dijo que podían partir con la paz de Dios y de Yngvar.
 -Mi Dios es el vuestro. Transmitid mis saludos a los parientes de Yngvar cuando lleguéis a Suecia y pedidle a alguno de ellos que venga aquí con sacerdotes a cristianizar a estas gentes, y aquí se construirá entonces una iglesia en la que podrá descansar Yngvar.
 Cuando murió Yngvar habían pasado 1041 inviernos desde el nacimiento de Jesucristo. Tenía veinticinco años cuando murió. Fue once inviernos después de la muerte del rey Olaf Haraldsson el Santo.
 Ketil y los suyos se dispusieron a partir y le desearon a la reina larga vida, tomaron la ruta correcta y tenían doce barcos. Y cuando ya llevaban viajando un tiempo, tuvieron discrepancias acerca del rumbo y se separaron, pues ninguno quería seguir al otro. Ketil tomó el rumbo correcto y llegó hasta  Gardaríki, pero Valdemar alcanzó con una sola nava Miklagard. No sabemos decir con certeza qué fue de los otros barcos, porque la gente piensa que la mayoría se perdieron, y ya no podemos decir nada más de Yngvar. Pero sí sabemos que realizó grandes hazañas en este viaje, de las que los sabios han hablado mucho.
 Ketil, de quien ya hemos hablado, permaneció durante el invierno en Gardaríki y en verano regresó a Suecia y contó las hazañas que se habían realizado en ese viaje y le entregó el dinero al hijo de Yngvar, que se llamaba Svein, y le transmitió los saludos de la reina y sus palabras. Svein era de edad joven y de gran tamaño. Era un individuo fuerte y muy parecido a su padre. Se fue a saquear, pues quería ponerse a prueba primero. Y cuando ya habían pasado algunos inviernos, se marchó al este, a Gardaríki, con una numerosa tropa y permaneció allí durante el invierno.
 
IX.-Expedición de Svein Yngvarsson

Además se cuenta que aquel invierno Svein fue a una escuela a aprender a hablar muchas lenguas que la gente sabía que se utilizaban por el Austrveg. Más tarde, preparó treinta naves y dijo que deseaba dirigir una tropa para ir al encuentro de la reina. Llevaba consigo muchos sacerdotes. El más distinguido de ellos era el obispo que se llamaba Ródgeir. El obispo bendijo tres veces los destinos y echó tres veces las suertes, y cada vez salió que Dios quería que partiera. El obispo dijo que quería ir con mucho gusto.
 Svein comienza su viaje desde Gardaríki. Cuando llevaban viajando dos días por el río, les sorprendieron unos paganos con noventa naves; los normandos las llaman galeras. Los paganos se preparan al instante para la lucha, y también los otros, pero ninguno de los dos bandos entendían lo que decían los otros. Mientras se estaban armando, Svein elevó sus plegarias a Dios e hizo consultar cuál era la voluntad de Dios: si habían de pelear o si habían de huir ante tamaña superioridad. Las suertes los invitaron a luchar, y Svein prometió abandonar los saqueos si Dios les concedía la victoria. Después de esto comenzaron a luchar, y Svein y los suyos mataron a tantos paganos como quisieron, y al final huyeron los paganos en veinte naves, y el resto fue muerto, y Svein sufrió pocas pérdidas humanas, pero logró todo el botín que él y los suyos habrían querido poseer en oro y todo tipo de joyas.»
 
[El extracto pertenece a la edición en español de Miraguano Ediciones, en traducción de Santiago Ibáñez Lluch. ISBN: 978-84-7813-380-2.]
 

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