viernes, 16 de septiembre de 2016

"Fantasías de la repetición".- Peter Handke (1942)


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 "-La anciana le dijo a la chica que empujaba el carrito del supermercado: "¿Qué tal te va?" -La chica: "No dejo que me vaya mal". -La anciana: "Así está bien". [...]
 
-Si en vez de decir "me voy a trabajar" pudiera decir siempre "¡Vayamos a hacer algo que sirva para algo!" [...]
 
 -Con ayuda de la misa los curas aprenden a tratar bien las cosas: la manera delicada de sostener el cáliz y las hostias, la limpieza sosegada de los vasos, la manera como pasan las páginas del libro; y el resultado de ese hermoso modo de tratar las cosas: una alegría que da alas al corazón. [...]

 -Siempre que entiendo las cosas con claridad estoy agradecido. [...]

 -Nadie reflexiona sobre mí, a no ser yo mismo. [...]

 -La inclinación a uno mismo y la autocrítica engendran el pensamiento liberador. [...]

 -Sin la ilusión me quedo reducido a mi mala dentadura. [...]

 -En la mayoría de la gente se ve esto: van en busca de hombres artificiales como ellos mismos. [...]

 -Vamos siendo mejores, mejores que los de la Antigüedad, pero con ayuda de los signos antiguos. [...]

 -Por un momento comprendí al árbol que estaba "sin más" en el tiempo, y era ese modo de estar. [...]

 -Meditar es algo que sólo consigo escribiendo, no hablando. [...]

 -Un césped cortado, cualquier tipo de césped, ofende a la vista. [...]

 -Encontrar escrito lo soñado: esto es lo que me gustaría que os ocurriera. [...]

 -Antes de cada encuentro: piensa en qué camino llevaba el otro. [...]

 -La gente con cultura es, tal vez, cuando se la conoce, como el resto de la gente, pero cuando no se la conoce, es más soportable que los demás. [...]

 -No es que en algunas ocasiones yo esté ciego (lo cual me haría bien), sino que voy a ciegas (lo cual me perjudica). [...]

 -Cuando era niño me dejaron ser (me educaron bien, por tanto). [...]

 -Tal vez, igual que los saurios tenían un cuerpo demasiado grande, nosotros, los humanos, tenemos un alma demasiado grande, y de ahí que tengamos que extinguirnos. [...]

 -Hoy, al oír cómo la vendedora del mercado, con una risita del conejo, hablaba de la bancarrota de la tienda que estaba delante de su puesto, descubrí en mí una cierta alegría por la maldad del género humano. [...]
 
 -Qué estremecimiento me viene cuando en algún momento alguien es justo conmigo".

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