domingo, 26 de marzo de 2017

"La comunicación no verbal".- Flora Davis (1952)


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 11.-La interpretación de la postura

 «Para la mayoría de nosotros, la postura es un tema poco agradable sobre el que nuestra madre solía regañarnos. Pero para un psicoanalista la postura de un paciente muchas veces constituye una clave de primer orden sobre la naturaleza de sus problemas. Estudios recientes sobre la comunicación humana han examinado la postura en cuanto expresa las actitudes de un hombre y sus sentimientos hacia las personas que lo acompañan.
 La postura es la clave no verbal más fácil de descubrir y observarla puede resultar muy entretenido. Lo primero que debemos buscar es el "eco" de las posturas.
 Albert Scheflen descubrió que, con sorprendente frecuencia, las personas imitan las actitudes corporales de los demás. Dos amigos se sientan exactamente de la misma manera, la pierna derecha cruzada sobre la izquierda, por ejemplo, y las manos entrelazadas detrás de la cabeza; o bien uno de ellos lo hace a la inversa, la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, como si fuera una imagen reflejada en un espejo. Scheflen denomina a este fenómeno posturas congruentes. Cree que siempre que dos personas comparten un mismo punto de vista, suelen compartir también una misma postura.
 Cuando se reúnen cuatro o más personas, es corriente descubrir varios grupos de posturas distintos. Rápidamente nos daremos cuenta de que esto no es mera coincidencia. Si una de las personas reacomoda la posición de su cuerpo, los otros miembros del grupo la imitarán hasta que todas las posturas resulten de nuevo congruentes. Si escuchamos la conversación nos daremos cuenta de que los que opinan igual sobre el tema también se sientan de igual modo.
 Los programas de televisión nos dan numerosos ejemplos de posturas combinadas, tanto como cualquier reunión social. Estudiar la postura de las personas durante una discusión -ya sea al natural o por televisión- es sumamente interesante, ya que muchas veces podemos detectar quién  está a favor de quién, antes de que cada uno hable. Cuando una persona está por cambiar de opinión, probablemente emitirá una señal reacomodando la posición de su cuerpo. Sin embargo, cuando discuten dos viejos amigos, pueden mantener posturas congruentes durante todo el tiempo que dura la discusión, como para hacer resaltar el hecho de que su amistad no varía aunque difieran en la opinión. Los amantes, aun en medio de una pelea, algunas veces se asemejan tanto como un par de apoyalibros. La congruencia también puede relacionarse con el estatus. Las personas que tienen más o menos el mismo estatus comparten una postura similar, pero no así el profesor y el alumno, el ejecutivo y la secretaria. Cuando comienza una discusión entre un grupo y su líder, éste puede cruzar las piernas en forma congruente con una parte del grupo, y los brazos de acuerdo con la otra; así rehusará tomar partido por una de ellas.
 Algunos psicoterapeutas son muy conscientes de las implicaciones del eco de la postura. La desaparecida Frieda Fromm-Reichmann asumía a veces la postura de su paciente para tratar de obtener una idea más clara sobre los sentimientos de éste. Otros terapeutas emplean la congruencia de manera distinta. Un investigador que analizaba una película de psicoterapia en busca de la relación existente entre las posturas combinadas y los momentos de acuerdo verbal, descubrió al final que el terapeuta había imitado deliberadamente las posturas de sus pacientes para estimular ese acuerdo.
 De la misma manera que las posturas congruentes expresan acuerdo, las no congruentes pueden utilizarse para establecer distancias psicológicas. Hay una película filmada en un dormitorio femenino de una universidad, que muestra una pareja de jóvenes sentados uno al lado del otro en un sofá. La chica está mirando hacia el muchacho, que está sentado mirando hacia afuera, los brazos y las piernas como formando una barrera entre ambos. Permanece sentado así durante ocho largos minutos y sólo de tanto en tanto gira la cabeza  hacia la chica para hablar con ella. Al término de ese tiempo otra joven entra en la habitación y el muchacho se pone de pie y sale con ella; mediante su postura había establecido que la chica que estaba sentada a su lado no era su pareja.
 Algunas veces, cuando las personas se ven forzadas a sentarse demasiado juntas, inconscientemente despliegan sus brazos y piernas como barreras. Dos hombres sentados muy juntos en un sofá girarán el cuerpo levemente y cruzarán las piernas de adentro hacia afuera, o pondrán una mano o un brazo para protegerse el lado común del rostro. Un hombre y una mujer sentados frente a frente a una distancia muy próxima cruzarán los brazos y tal vez las piernas y se echarán hacia atrás en sus asientos. También se emplea el cuerpo para establecer límites. Cuando varios amigos están de pie o se sientan en fila, los de los extremos extenderán con frecuencia un brazo o una pierna como para excluir a extraños.
 Los cambios de postura son paralelos al lenguaje hablado, de igual manera que los ademanes. Scheflen descubrió que durante una conversación, cuando el individuo ha expresado lo que quería, mueve la cabeza y los ojos cada pocas frases y cuando cambia de punto de vista realiza un giro mayor con todo el cuerpo. Incluso mientras una persona sueña dormida, cambia de posición cada vez que llega a un punto final lógico. Los científicos que estudian el sueño comunican que la gente cambia de postura entre sueños, o entre distintos episodios de un mismo sueño, pero raras veces durante la acción del sueño en sí.
 Scheflen descubrió también que la mayoría de las personas parten de un repertorio de posturas sorprendentemente limitado, y cambian de posición según secuencias predecibles. [...]
 Cada individuo tiene una forma característica de controlar su cuerpo cuando está sentado, de pie o caminando. Es algo tan personal como su firma, y frecuentemente parece ser una clave fidedigna de su carácter. Piénsese en la forma de moverse de John Wayne -derecho, sólido, erguido-, y en la forma en que lo hace otro hombre alto, Elliot Gould: laxo, levemente inclinado hacia adelante. La mayoría de nosotros somos capaces de reconocer a nuestros amigos, aun a gran distancia, por su forma de caminar o tan sólo por la manera de estar de pie.
 La postura de un hombre nos habla de su pasado. La sola posición de sus hombros nos puede dar una indicación de las penurias sufridas, de su furia contenida o de una personalidad tímida. En centros de investigación como el Instituto Esalen se considera que a veces los problemas psicológicos personales llegan a incrustarse en la estructura corporal.»

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