Los fracasos afectivos
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"Los estilos afectivos, que son laboriosas construcciones biográficas, forman parte de nuestro carácter. Son aprendidos y, a veces, pueden ser desaprendidos. Como más vale prevenir que curar, trabajo en una psicología emergente, que estudie la emergencia de una personalidad a partir de la fisiología, del temperamento, la educación, el entramado social. Se trata de una psicología evolutiva y evaluativa que tiene como meta ayudar a la aparición de una personalidad inteligente, es decir, en las mejores condiciones posibles para ser feliz y que tiene su prolongación en una pedagogía de la posibilidad, de la creación y de los recursos personales.
A un especialista en "psicología de la personalidad" posiblemente le resultará raro y acaso intolerable oír hablar de la "personalidad como meta". Para él la personalidad no está al final sino al principio del comportamiento, es un hecho comprobable y medible, el conjunto de rasgos estables de una persona, su estilo de sentir, de pensar y de actuar. Sirve, por una parte, para reconocer su identidad; y por otra, para distinguirle de los demás. Forma parte del primer piso de la personalidad, de la personalidad estructural, computacional. No puedo cambiarla mediante mis actos, porque mis actos derivan de esa personalidad.
He propuesto en todos mis libros una teoría de la personalidad más articulada, que me parece válida, y útil para la vida práctica. Regresaremos una vez más al aula. Distingo tres etapas en la emergencia de la personalidad. A partir de una matriz biológica se van construyendo las otras dos, mediante complejos procesos educativos, madurativos y experienciales. Las tres etapas son:
Personalidad recibida: es la matriz personal, genéticamente condicionada. El peculiar reparto de cartas que nos ha correspondido al comenzar el juego de la vida. Sus elementos principales son las funciones intelectuales básicas, el temperamento y el sexo.
Personalidad aprendida: es el carácter. El conjunto de hábitos afectivos, cognitivos y operativos adquiridos a partir de la personalidad base. Es lo que los clásicos llamaban "segunda naturaleza". Sin duda son muy estables, pero son aprendidos. Aquí hay que situar los estilos afectivos. Constituye, junto a la anterior, la inteligencia computacional.
Personalidad elegida: es el modo como una persona concreta en una situación concreta se enfrenta o acepta su carácter y juega sus cartas. Incluye el proyecto vital, el sistema de valores, el modo de desarrollar ese proyecto en una circunstancia concreta. Es obra de la inteligencia ejecutiva.
Lo representaré en un sencillo esquema, para que no se me pierda:
Inteligencia básica + temperamento + sexo = personalidad recibida
Personalidad recibida + hábitos = personalidad aprendida (carácter)
Carácter + planes + comportamiento = personalidad elegida
Todos nacemos con una personalidad recibida, una matriz personal que nos hace propensos a la felicidad o a la desdicha. Los psicólogos infantiles que han estudiado el temperamento hablan de niños difíciles o de niños con un tono hedónico negativo. Afortunadamente no se trata de un determinismo biográfico irremediable. Salvo en casos patológicos, las propensiones temperamentales pueden cambiarse o al menos reciclarse. A mis alumnos más jóvenes suelo decirles que la inteligencia humana se parece mucho al juego del póquer. Al comenzar la partida, al nacer, nos reparten unas cartas, genéticas o de baraja. Hay naipes mejores y naipes peores, y es mejor tenerlos buenos. Pero no suele ganar el que tiene la mejor baza, sino el que sabe jugar mejor. Al educar la inteligencia lo que estamos haciendo es enseñar a jugar bien... con lo que se tiene, que muchas veces no es mucho".
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