miércoles, 14 de enero de 2015

"Opiniones de un payaso".- Heinrich Böll (1917-1985)

  

"Una mujer puede expresar o fingir tanto con sus manos, que a mí las manos de un hombre me parecen tacos de madera encolados. Las manos de hombre sirven para dar apretones de manos, para castigar, naturalmente para disparar y para firmar. Estrechar las manos, castigar, disparar, firmar cheques cruzados, esto es todo lo que pueden hacer las manos de los hombres y, naturalmente, trabajar. Las manos de las mujeres casi dejan de ser manos: tanto si extienden mantequilla sobre el pan o separan los cabellos de la frente. Ningún teólogo ha tenido nunca la idea de predicar sobre las manos de las mujeres en el Evangelio: Verónica, Magdalena, María y Marta; nada más que manos de mujeres en el Evangelio, que prodigaron caricias a Cristo. En lugar de esto, predican  sobre leyes, normas disciplinarias, arte, estado. Cristo sólo se ha relacionado, por así decirlo, privadamente, casi con mujeres nada más. Naturalmente que necesitaba hombres, porque suponían, como Kalick, una relación con el Poder, sentido por la organización y demás zarandajas. Necesitaban hombres, así como en un cambio de domicilio se requieren transportistas de muebles para los trabajos rudos, y Pedro y Juan fueron tan amables que casi no fueron hombres mientras que Pablo fue tan viril como correspondía a un romano. En casa nos acostumbramos a leer en voz alta la Biblia a cualquier oportunidad que se ofreciese porque toda nuestra familia está llena de pastores pero ninguno ha hablado hasta ahora sobre las mujeres en el Evangelio o de algo tan sutil como es el inicuo Mammon".

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