jueves, 3 de septiembre de 2015

"Peer Gynt".- Henrik Ibsen (1828-1906)


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Escena Séptima

Otro lugar del páramo.

Peer Gynt: (Cantando.)
 ¡Un sepulturero, un sepulturero! ¿Por dónde andáis perros?
 Un canto como un balido en boca de sacristanes...
 Rodeando el sombrero, una cinta de luto.
 Tengo muchos muertos, y he de acompañaros.
(El Fundidor de botones, con una caja de herramientas y un gran cazo de fundir, llega por un camino lateral.)
El Fundidor: ¡Bien hallado, anciano!
 Peer Gynt: ¡Buenas noches, amigo!
 El Fundidor: ¿Llevas prisa? ¿A dónde vas?
 Peer Gynt: A unos funerales.
 El Fundidor: ¡Ah!, ¿sí? No lo veo claro... Perdona, ¿no te llamas Peer Gynt?
 Peer Gynt: Peer Gynt me llaman.
 El Fundidor: ¡Esto sí que es suerte! ¡Precisamente a Peer Gynt tenía que buscar yo esta noche!
 Peer Gynt: ¿De veras? ¿Qué quieres?
 El Fundidor: Como ves, soy fundidor. Has de entrar en mi cazo.
 Peer Gynt: ¿Y qué voy a hacer yo en tu cazo?
 El Fundidor: Vas a ser fundido de nuevo.
 Peer Gynt: ¿Fundido?
 El Fundidor: He aquí el cazo limpio y vacío. Tu fosa está cavada; ya se ha encargado tu ataúd. En tu cuerpo se darán los gusanos un festín opíparo. Pero yo tengo orden del maestro de llevarme sin tardanza tu alma.
 Peer Gynt: ¡No es posible! Así, sin avisar...
 El Fundidor: Ya es una vieja regla establecida, tratándose de funerales y bautizos, designar en secreto el día del festejo, sin avisar al invitado de honor.
 Peer Gynt: Sí, es verdad. Todo da vueltas en mi cerebro. ¿Así pues, tú eres?...
 El Fundidor: Ya has oído: el fundidor.
 Peer Gynt: ¡Comprendo! El amiguito recibe diversos nombres. ¡De manera, Peer, que en éstas debías acabar! Pero, buen hombre, no es honrado ese proceder. Sé que me merezco un trato más benigno; no soy tan malo como quizá crea usted. He practicado mucho el bien en este mundo. En el peor de los casos, podía calificarme de granuja, pero nunca de gran pecador.
 El Fundidor: ¿Sí? Pues en eso, por cierto, está el inconveniente, hombre; en el sentido más alto de la palabra, no eres un pecador... ¿Lo ves? Por eso justamente es por lo que te libras de los tormentos y vas a ir, como otros, al cazo del fundidor.
 Peer Gynt: Llámalo como quieras: cazo o pecina. Munngatt y bjer son cerveza ambos. ¡Apártate, Satán!
 El Fundidor: Supongo que no serás tan grosero como para imaginarme trotando sobre cascos de caballo...
 Peer Gynt: Sobre cascos de caballo o sobre patas de zorro. ¡Lárgate de aquí!
 El Fundidor: Amigo mío, estás en un craso error. Los dos llevamos prisa; de modo que, para ganar tiempo, te explicaré lo más fundamental de la cuestión. Como tú mismo has dicho, no eres lo que se llama un pecador importante..., ni siquiera un mediano pecador.
 Peer Gynt: ¡Vamos, vamos! Ya empiezas a ser razonable...
 El Fundidor: Aguarda un poco... Llamarte virtuoso sería ir demasiado lejos...
 Peer Gynt: Tampoco tengo yo semejante pretensión.
 El Fundidor: De modo que una cosa intermedia, ¿no es así?... Nada más vulgar... No se encuentra fácilmente hoy día un pecador escogido. No basta con patalear en el fango; hacen falta energía y seriedad para el pecado.
 Peer Gynt: Sí, es exacto lo que dices; es preciso ser temerario.
 El Fundidor: Pero tú has tomado el pecado a la ligera, amigo.
 Peer Gynt: Sólo superficialmente, como una salpicadura de lodo...
 El Fundidor: ¡No! Así, pues, amigo mío, has de ser fundido de nuevo".  

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