Segunda parte.
15.- Consejos del viejo Vizcacha
"Siempre andaba retobao, / con ninguno solía hablar;
se divertía en escarbar / y hacer marcas con el dedo,
y cuanto se ponía en pedo / me empezaba aconsejar.
Me parece que lo veo / con su poncho calamaco.
Después de echar un buen taco / ansí principiaba a hablar:
"Jamás llegues a parar / adonde veas perros flacos.
El primer cuidao del hombre / es defender el pellejo.
Lleváte de mi consejo, / fíjate bien lo que hablo:
el diablo sabe por diablo, / pero más sabe por viejo.
Hácete amigo del juez. / No le des de qué quejarse;
y cuando quiera enojarse / vos te debés encojer,
pues siempre es güeno tener / palenque ande ir a rascarse.
Nunca le lleves la contra, / porque él manda la gavilla.
Allí sentao en su silla / ningún güey le sale bravo:
a uno le da con el clavo / y a otro con la cantramilla.
[...]
No andés cambiando de cueva, / hacé las que hace el ratón:
conserváte en el rincón / en que empezó tu esistencia:
vaca que cambia querencia / se atrasa en la parición."
Y menudiando los tragos / aquel viejo como cerro,
"No olvidés, me decía, Fierro, / que el hombre no debe crer
en lágrimas de mujer / ni en la renguera del perro.
No te debés afligir / aunque el mundo se desplome;
lo que más precisa el hombre / tener, según yo discurro,
es la memoria del burro / que nunca olvida ande come.
Dejá que caliente el horno / el dueño del amasijo.
Lo que es yo, nunca me aflijo / y a todito me hago el sordo:
el cerdo vive tan gordo / y se come hasta los hijos.
[...]
El que gana su comida / bueno es que en silencio coma;
ansina vos ni por broma / querrás llamar la atención:
nunca escapa el cimarrón / si dispara por la loma.
Yo voy donde me conviene / y jamás me descarrío.
Lleváte el ejemplo mío / y llenarás la barriga:
aprendé de las hormigas: / no van a un noque vacío.
A naides tengas envidia; / es muy triste el envidiar.
Cuando veás a otro ganar, / a estorbarlo no te metas:
cada lechón en su teta / es el modo de mamar.
[...]
Si buscás vivir tranquilo / dedicáte a solteriar;
mas si te querés casar, / con esta alvertencia sea:
que es muy difícil guardar / prenda que otros codicean.
Es un vicho la mujer / que yo aquí no lo destapo;
siempre quiere al hombre guapo, / mas fijáte en la eleción,
porque tiene el corazón / como barriga de zapo.
[...]
Los que no saben guardar / son pobres aunque trabajen;
nunca por más que se atajen, / se librarán del cimbrón:
al que nace barrigón / es al ñudo que lo fagen.
Donde los vientos me llevan, / allí estoy como en mi centro.
Cuando una tristeza encuentro / tomo un trago pa alegrarme;
a mí me gusta mojarme / por ajuera y por adentro.
Vos sos pollo, y te convienen / toditas estas razones;
mis consejos y leciones / no eches nunca en el olvido:
en las riñas he aprendido / a no peliar sin puyones".
Con estos consejos y otros / que yo en mi memoria encierro
y que aquí no desentierro / educándome seguía,
hasta que al fin se dormía, / mesturao entre los perros."
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Escucha las primeras estrofas de esta obra en el siguiente enlace: "Aquí me pongo a cantar"
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