Capítulo
VII.- De cómo Pedro Saputo dio cuenta de su viaje de la vuelta a España
"Restituido a su casa, no le dejaban
vivir preguntándole de su gran viaje; y por satisfacer a todos a la vez hizo
pregonar que acudiesen a la plaza; acudieron, y desde el balcón dijo:
-Si todo lo que he visto y me ha sucedido
hubiera de referiros circunstanciadamente, en un mes no acabaría. Pero algunas
cosas particulares las iré contando a los amigos, y ellos las contarán a otros,
y así las sabréis todos. Otras no las diré ni a ellos ni a nadie, porque no
pedí licencia par publicallas y el mundo es muy mal pensado.
Sabed, pues, amigos y compatricios míos, que
en todas partes he encontrado hombres agudos, y hombres tontos; de éstos más
que de aquéllos; hombres que creerán lo que se dice a los niños, que el cielo
es de cebolla y que los comulgaríades con más que ruedas de molino. Lo cual os
digo para que veáis con qué razón podrán decir por esos pueblos vecinos que
sois los más tontos del mundo. ¡Cuántos lo son más que vosotros!, porque aunque
es verdad que fuisteis al llano de Violada a cavar aquellos hoyos buscando
tesoros escondidos, pero eso lo han hecho y lo hacen muchos otros que se tienen
por muy agudos, y encuentran lo mismo que vosotros, que es la tierra fresca y
la frente sudada. Pero ninguno de Almudévar ha ido a verme dar el salto de
Alcolea, porque ya os figurasteis que era chanza, cuando han ido muchos doctores
de la universidad de Huesca, y aun colegiales de Santiago y de San Vicente,
algunos canónigos, muchos caballeros y damas principales, y todas las cinco pes
de la copla. De Barbastro, pues, no digo nada; fueron de tres partes las dos,
siendo los que con más largas narices quedaron viendo volar el águila de mi
gabán desde la Ripa. Y nombrándoos a Huesca y Barbastro, no hay para qué hacer
mención de Fraga, Monzón, Binéfar, Tamarite y toda la Literaill, Graus,
Benabarre, Fonz, Estadilla, Sariñena, Ayerbe, Loharre, Bolea, ni los pueblos de
la Hoya, que fueron más que al jubileo del año santo; como igualmente del
Semontano y Sobrarbe. Conque bien podéis consolaros y no teneros por más tontos
que otros, porque no lo sois, como estáis oyendo.
Pues, en cuanto a mi viaje habéis de saber que he recorrido el
Principado de Cataluña, el reino de Valencia, los cuatro de Andalucía y las
Castillas; y he venido a ver en suma lo que vosotros veis sin moveros de casa,
fuera de los ríos, montes, ciudades y otras cosas que al fin poco más o menos
también son como las que vosotros tenéis vistas de lejos o de cerca. Asimismo
en todas partes el sol sale por la mañana y se pone por la tarde, y siempre la
luna alumbra de noche y a las doce es mediodía si no es en la corte, que mediodía
es a las cuatro de la tarde, y media noche es a la seis de la mañana. Porque en
las tierras que es de día cuando aquí de noche, invierno cuando verano, y
verano cuando invierno, yo no he estado, porque hay que andar mucho al frente o
a la espalda, a la derecha o a la izquierda.
De
las costumbres de los Pueblos hay mucho que decir. Pero mirad; que lleven la
ropilla más o menos larga, enagüillas en vez de calzones, montera o gorra en
vez de sombrero; que almuercen higos y pasas, o migas y sopas de aceite, y
merienden gazpacho o bien pan y queso; a la postre hombres y mujeres son todos
y todos lo mismo que vosotros se matan por ellas y por los dineros; y en todas
partes hay ricos y pobres, y el más tonto es el alcalde y el más ciego el que
los lleva. Por lo demás en Cataluña me vi un poco apuradillo; en Valencia me
fue bien; y en Andalucía gané lo que quise, y dije e hice lo que quise, y todo
lo creyeron y todo lo daban por bien, remitiéndome las pruebas. En Cataluña vi
comerciantes y marinos; en Valencia artistas, volatines y gaiteros; en
Andalucía comadres y matones más hembras aún que las comadres. En Castilla son
las gentes de un modo que parece que agora salgan del huevo y que no hayan
abierto los ojos.
En
cuanto a mi gusto, iría a Castilla por necesidad, a Andalucía por curiosidad,
en Barcelona viviría tres meses, en Valencia un año, y en Zaragoza toda la
vida. Y eso que Valencia es un mundo abreviado, porque el que ha visto todo el
mundo y el que sólo ha visto Valencia, lo mismo han visto el uno que el otro, y
aún más quizá el segundo que el primero.
Comenzó en esto a llover un poco, y dijo: -El
tiempo no quiere que concluya mi relación, la cual sin embargo os hago sólo por
mayor, como he dicho, y estaba muy adelante. Una cosa quiero que tengáis entendida
sobre todo; y es que, adonde quiera que voy, procuro dar honra a mi patria.
Porque os hago saber que en mi corazón hay dos grandes amores, el de mi buena
madre y el vuestro, acordándome de lo mucho que por ella y por mí habéis hecho
desde mi nacimiento.
¡Viva Pedro Saputo!, gritó el pueblo: ¡Viva
nuestro hijo y vecino! ¡Viva la gloria de Almudévar! Y se dispersó la multitud
alabando y bendiciendo a Dios, que tanto saber y tanta virtud había dado al
hijo de la Pupila."
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