sábado, 31 de octubre de 2020

La filosofía del presente.- George Herbert Mead (1863-1931)

Resultado de imagen de george herbert mead 

Ensayos suplementarios
V.-La génesis del sí-mismo y el control social

  «Justamente esto es lo que implica "autoconciencia". Aparecemos como sí-mismos en nuestra conducta en la medida en que adoptamos nosotros mismos la actitud que los otros adoptan hacia nosotros en esas actividades correlativas. Quizás una ilustración de esto, buena entre las que puedan encontrarse, sea un "derecho". Suponemos que todos los miembros de la comunidad asienten a la hora de proteger nuestras vidas o la propiedad. Adoptamos el rol de lo que puede llamarse el "otro generalizado" (generalized other). Y al hacerlo, aparecemos como objetos sociales, como sí-mismos. Es interesante notar que en el desarrollo individual del niño se dan dos etapas que son representativas de los dos pasos esenciales en el proceso de alcanzar la autoconciencia. Si aceptamos esa distinción, la primera etapa sería la del "juego" (play), y la segunda, la del "juego organizado" (game). En el juego, en este sentido que lo tomamos ahora, el niño actúa continuamente como padre, maestro, predicador, charcutero, policía, pirata o indio. Es el período de la existencia infantil que Wordsword ha descrito como el de la "imitación sin fin" (endless imitation). Es el período de los juegos del Kindergarten de Froebel. En este período, como reconoció Froebel, el niño está adquiriendo los papeles de quienes pertenecen a su sociedad. Esto ocurre porque el niño está continuamente excitando en sí mismo las respuestas a sus propios actos sociales. Por su propia situación infantil de dependencia de las respuestas de los otros a sus propios estímulos sociales, es peculiarmente sensible a esta relación. Teniendo en su propia naturaleza el comienzo de la respuesta paterna, la suscita por medio de sus llamadas. El tipo universal de todo ello es la muñeca; pero antes de que juegue con su muñeca, el niño ya responde con el tono de voz y la actitud con que sus padres responden a sus propios gritos y gorjeos. Se ha llamado a eso imitación, pero el psicólogo reconoce ahora que uno solamente imita en la medida en que el llamado acto imitado puede suscitarse en el propio individuo mediante la estimulación apropiada. Es decir, uno suscita o tiende a suscitar en sí mismo la misma respuesta que suscita en el otro.
 El juego antecede al juego organizado. Porque en el juego organizado hay un procedimiento regulado y reglas. El niño debe no sólo adoptar el rol  del otro, como lo hace en el juego, sino que debe asumir los varios roles de todos los partícipes en el juego organizado y gobernar su acción en consecuencia. Si juega en la primera base, es alguien a quien se arrojará la bola, ya sea desde el campo o desde el "catcher". Él mismo, al jugar en las diferentes posiciones, ha integrado en un todo las reacciones organizadas de los demás hacia él, y esta reacción organizada se convierte en lo que he llamado el "otro generalizado", que acompaña y controla su conducta. La presencia de este otro generalizado en su experiencia es lo que le proporciona un sí-mismo. Sólo puede hacer aquí una mera referencia a la relación de ese juego infantil con la llamada "magia simpatizante". Los hombres primitivos invocan en su propia actividad cierto simulacro de la respuesta que buscan del mundo circundante. Son niños gritando en la noche.
Resultado de imagen de george herbert mead la filosofia del presente  El mecanismo que lo hace posible exige que el individuo que está estimulando a otros para una respuesta esté, al mismo tiempo, originando en él mismo las tendencias para esas mismas reacciones. Ahora bien, aquello que en el acto complejo sirve a otro individuo como estímulo para su respuesta no es por regla general apropiado para suscitar la misma respuesta en el propio individuo. Presumiblemente, el ademán hostil de un animal no asusta al propio animal. En especial, en las complejas reacciones sociales de las hormigas o de las termitas o de las abejas, difícilmente puede concebirse que la parte del acto de una forma que suscita la reacción apropiada de otra esté originando una reacción similar en la forma en cuestión, puesto que aquí el complejo acto social depende de la diferenciación psicológica y existe tal desemejanza de estructura, que el mismo estímulo no puede suscitar respuestas semejantes. Para un mecanismo como el que se ha sugerido, es necesario, primero de todo, encontrar en la conducta social de los miembros de un auténtico grupo, algún estímulo que suscite, en el individuo responsable del mismo, la misma respuesta que suscita en el otro; y en segundo lugar, que los individuos del grupo deben tener una estructura semejante, de modo que el estímulo tendrá para una forma el mismo valor que tiene para la otra. Ese tipo de estímulo social puede encontrarse dentro de la sociedad humana en el gesto vocal. Uso el término "gesto vocal" para referirme a aquella actitud o parte del acto de un individuo ligado a un acto social, que sirve como estímulo para que otro individuo realice la parte que le corresponde en el acto completo. Ejemplos de gestos definidos de esta manera pueden encontrarse en las actitudes y movimientos de otros a los que respondemos al sobrepasarlos en medio de una multitud; en el giro de la cabeza hacia la mirada del ojo ajeno; en la actitud hostil adoptada frente a un gesto amenazador; en las mil y una diferentes actitudes que adoptamos hacia diferentes modulaciones de la voz humana; o en las actitudes y amagos de los movimientos entre boxeadores y luchadores, con respecto a las que están siempre tan finamente ajustadas las respuestas. Hay que reparar en que las actitudes a las que me he referido no son sino etapas del acto tal como aparecen entre otros, e incluyen expresiones del propio semblante, posiciones del cuerpo, cambios en el ritmo de la respiración, evidencias externas de los cambios circulatorios y sonidos vocales. […] Lo que nos interesa es encontrar gestos que puedan afectar al individuo responsable de ellos de la misma manera que afectan a otros individuos. El gesto vocal es, cuanto menos, un gesto que asalta los oídos de quienes los realizamos de la misma manera fisiológica que afecta a otros. Oímos nuestros propios gestos vocales como los oyen los otros.»
 
  [El texto pertenece a la edición en español del Centro de Investigaciones Sociológicas, 2008, en edición a cargo de Ignacio Sánchez de la Yncera, pp. 368-370. ISBN: 978-84-340-1821-1.]
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: