domingo, 20 de septiembre de 2020

Tragar mercurio.- Wioletta Greg [o Grzegorzewska] (1974)

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Obras completas

  «En 1989, Lejbos Grande decidió hacer la peregrinación a Jasna Góra en compañía de unas encantadoras alumnas de la parroquia de San Antonio. Por supuesto, con la intención de pasar el examen final de selectividad.
 Cuando por fin tuvo algo de tiempo libre, tras flirtear con las chicas, visitar el campamento y pasar por los servicios cerca de Jasna Góra, se fue a la librería científico-técnica, que estaba junto al edificio de la filarmónica de Czestochowa, donde encontró los tomos de las Obras completas de Lenin en un rincón de la estantería. Lejbos Grande llevaba consigo una mochila de expedición, en la que había transportado durante la mitad del día las provisiones de las chicas. Sin pensárselo mucho, compró la colección de cincuenta tomos de Vladimir Ilich tirada de precio.
 De vuelta al campamento le entró hambre y decidió comer en la posada Slupska, en la calle Nowowiejska. Se pidió una cerveza y dos huevos con mayonesa, pero sintió remordimientos cuando se acordó de su tía Jadzia, que estaba enferma y vivía sola en un bloque de pisos.
 Su conciencia pudo con él, compró un billete, se subió al tranvía y se fue al barrio de Pólnoc. Una mujer mayor se sentó encima de su mochila y se durmió sobre los libros de Lenin. De repente, en el tranvía se armó un gran jaleo. Alguien gritó que le habían robado el monedero, las cerezas de una cesta se derramaron, los viajeros empezaron a empujarse y, finalmente, una persona comprobó los bolsillos de otra amenazando con llamar a los revisores. En pocas palabras, el viaje a Pólnoc no fue lo que se dice placentero.
 Pasado un cuarto de hora, Lejbos Grande se bajó del tranvía un poco preocupado, porque no llevaba ningún regalo para su tía. Se sintió aliviado cuando, detrás de la farmacia, vio un letrero: "COMPRA Y VENTA DE PAPEL".
 Decidió deshacerse de los tomos de Lenin a cambio de unos cuantos paquetes de papel higiénico. Apenas salía de la tienda cargado con los paquetes cuando escuchó que alguien lo llamaba:
 -¡Oye, tú, hijito!
 Se dio la vuelta y vio a la dependienta del quiosco, que asomaba la cabeza por una puerta forrada con un póster que mostraba la delantera de Sabrina y que, agitando su permanente, le dijo:
 -¿Adónde vas con todo este papel para limpiarse el culo?
 -Voy a casa de mi  tía Jadzia -respondió Lejbos Grande.
 -¿De Jadzia Nowak? ¿La que vive en la planta baja?
  -Sí. 
 -¿Para qué necesita tanto papel, si vive sola? Ya le traeré yo algunos periódicos. Véndeme unos rollos. Te pagaré bien.
 Lejbos Grande cerró rápidamente el negocio con la dependienta y en unas horas había ganado, gracias a Lenin, cinco veces más de lo que tenía. Se compró un bollo y se sentó en un banco cerca de un parque infantil. Miró en dirección al bloque de su tía y después hacia la parada del tranvía. Al cabo de unos minutos estaba de nuevo en la librería científico-técnica, junto al edificio de la filarmónica de Czestochowa, y metía de nuevo en la mochila las Obras completas de Lenin.»
 
  [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Rata 2017, en traducción de Karolina Todorowa. ISBN: 978-84-16738-22-9.]
 

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