martes, 3 de enero de 2017

"Poemas".- Gerardo Diego (1896-1987)


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  Brindis

 «A mis amigos de Santander, que festejaron mi nombramiento profesional.

 Debiera ahora deciros: "-Amigos,
muchas gracias" y sentarme, pero sin ripios.
Permitidme que os lo diga en tono lírico,
en verso, sí, pero libre y de capricho.
 Amigos:
dentro de unos días me veré rodeado de chicos,
de chicos torpes y listos
y dóciles y ariscos,
a muchas leguas de este Santander mío,
en un pueblo antiguo,
tranquilo
y frío,
y les hablaré de versos y de hemistiquios
y del Dante, y de Shakespeare, y de Moratín (hijo)
y de pluscuamperfectos y de participios
y el uno bostezará y el otro hará un guiño.
Y otro, seguramente el más listo
me pondrá un alias definitivo.
Y así pasarán cursos monótonos y prolijos.
Pero un día tendré un discípulo,
un verdadero discípulo
y moldearé su alma de niño
y le haré hacerse nuevo y distinto,
distinto de mí y de todos: él mismo.
Y me guardará respeto y cariño.
Y ahora os digo:
amigos,
brindemos por ese niño,
por ese predilecto discípulo,
por que mis dedos rígidos
acierten a moldear su espíritu,
y mi llama lírica prenda en su corazón virgíneo,
y por que siga su camino
intacto y limpio,
y por que este mi discípulo,
que inmortalice mi nombre y mi apellido
... sea el hijo,
el hijo
de uno de vosotros, amigos.

Guitarra

Habrá un silencio verde
todo hecho de guitarras destrenzadas.

La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua.

Romance del Duero

Río Duero, río Duero / nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír  / tu eterna estrofa de agua.

Indiferente o cobarde, / la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo / su muralla desdentada.

Tú, viejo Duero, sonríes / entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances / las cosechas mal logradas.

Y entre los santos de piedra / y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas / palabras de amor, palabras.

Quién pudiera como tú, / a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso / pero con distinta agua.

Río Duero, río Duero, / nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender / tu eterna estrofa olvidada,

sino los enamorados / que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas / palabras de amor, palabras.»

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