viernes, 5 de abril de 2019

Plainsong.- Kent Haruf (1943-2014)

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Guthrie

«-Bueno -dijo Crowder-, ya podemos empezar.
 Estaban en la pequeña sala que había junto a la biblioteca, sentados alrededor de una mesa cuadrada. Lloyd Crowder, el director del instituto, presidía la mesa. Russell Beckman estaba sentado enfrente del director, rodeado por sus padres. Su madre, una mujer bajita y rechoncha, llevaba un jersey rosa que le quedaba demasiado ajustado en los brazos y en el pecho. Su padre, un hombre corpulento, llevaba una brillante cazadora blanca de tacto satinado en cuya espalda podía leerse el lema del equipo de fútbol del instituto: "HALCONES DE HOLT." Guthrie estaba sentado entre los Beckman y el director. Había observado un momento a los Beckman antes de sentarse y había permanecido en silencio mientras esperaba a que comenzase la reunión. Sobre la mesa, delante de él, estaban las copias de los expedientes que había firmado. Al lado estaban los expedientes y los papeles que había traído el director. Era tarde. Ya hacía más de dos horas que habían acabado las clases.
 -Creo que todos se conocen -dijo Lloyd Crowder-, así que voy a ir directamente al grano. Me gustaría acabar con esto lo antes posible. -Apoyó sus gruesas manos sobre los papeles y se inclinó hacia adelante-. Como ya saben, estamos aquí para resolver el expediente disciplinario que se le ha abierto a su hijo. Cuando se abre un expediente mi deber es resolverlo y eso es precisamente lo que pretendo hacer. -Miró a sus cuatro compañeros de mesa-. Lo diré sin rodeos. El otro día, durante las horas de clase, Russell demostró un comportamiento dañino e inadecuado. Estamos aquí para establecer cómo se produjeron los hechos y para decidir si su comportamiento es merecedor de algún tipo de sanción.
 -Pero ¿cómo se atreve a hablarnos así? -dijo la señora Beckman interrumpiendo al director. Sus mejillas habían adquirido una tonalidad rosada y el jersey se le empezaba a subir peligrosamente hacia el pecho-. Habla como si el chico ya hubiera sido declarado culpable. Russ no ha hecho nada. Y si no, dígame usted qué ha hecho.
 -Eso es lo que intento hacer. Quizá lo consiga si no me interrumpe -dijo Crowder mirando fijamente a la madre de Beckman. Después cogió un folleto de la mesa-. Pero antes que nada quiero leerles lo que dice el Manual del estudiante. Página nueve. "Los siguientes comportamientos pueden ser sancionados con la expulsión temporal del alumno u otras medidas disciplinarias." Y ahora paso al epígrafe de las normas del nivel tres. "La reincidencia en cualquier violación de una norma de nivel dos, el consumo o la posesión de tabaco o drogas en el recinto escolar, el uso o la posesión de fuegos de artificio en el recinto escolar, el acoso, la insubordinación, las agresiones físicas y/o verbales a miembros del personal, la intimidación o el enfrentamiento físico con un compañero, el robo, los daños a propiedades de la institución o la destrucción de las mismas, la posesión y/o el uso de armas..." Etcétera. -Levantó la mirada del folleto-. Ésas son las normas y Russell las ha infringido.
 -¿Y eso por qué? -preguntó la señora Beckman-. Russell nunca lleva su rifle cuando va a clase. Y que yo sepa tampoco ha destruido nada que fuera propiedad del instituto.
 -No me ha dejado acabar -dijo el director-. Me gustaría que leyeran esto. -Les entregó una copia del expediente disciplinario.
 La señora Beckman miró el documento con suspicacia antes de apoyarlo en la mesa. Su marido y su hijo se inclinaron para leerlo.
 -Si quieren, podemos repasarlo juntos -dijo Lloyd Crowder-. Arriba está el nombre del alumno y la fecha del incidente. A continuación se expone detalladamente lo que ocurrió y al final figuran las posibles medidas disciplinarias. En un caso como éste estaríamos hablando de una expulsión temporal de hasta cinco días. Resumiendo, el expediente dice que Russell le dijo algo hiriente a una de sus compañeras de clase, causándole como consecuencia una humillación pública. Después, cuando el señor Guthrie salió al pasillo para hablar con Russell del incidente, su hijo le insultó y se comportó de forma violenta. Y eso nos lleva de vuelta al párrafo del Manual del estudiante que acabo de leerles. "La intimidación y/o el enfrentamiento físico con un compañero." "Las agresiones físicas y/o verbales a miembros del personal."
 -¿Quién ha escrito esto? -preguntó la señora Beckman.
 -Lo ha redactado la secretaria basándose en la información proporcionada por el señor Guthrie.
 -Pues le voy a decir lo que pienso de este expediente -dijo la señora Beckman-. No es más que un montón de mentiras.
 -¿De verdad lo cree? -dijo Guthrie desde su lado de la mesa.
 -Sí, claro que lo creo. -La señora Beckman miró a Guthrie con odio-. Desde luego que lo creo. Russ nos ha hablado de usted. Sabemos que le tiene manía. Por eso ha armado este escándalo. Porque le tiene manía. Usted siempre ha sido injusto con mi hijo. Este papel lleno de palabrejas raras no es más que una sarta de mentiras. Y le voy a decir lo que creo, creo que usted es un maldito mentiroso.
 -Por favor, señora Beckman -dijo el director-. No estoy dispuesto a permitir este tipo de lenguaje.
 -Pero este papel sólo contiene su versión -gritó la señora Beckman mirando a Guthrie. Después volvió bruscamente la cabeza hacia el director y cogió el expediente y lo agitó en la dirección de Guthrie-. Aquí sólo está lo que dice él. ¿Por qué no le pregunta a Russell lo que pasó? ¿O es que a usted tampoco le interesa la verdad?
 -Tranquilícese, señora. No vaya a decir algo de lo que pueda arrepentirse después. El chico tendrá la oportunidad de contar su versión. ¿Russell?
 El corpulento chico parecía petrificado. Permaneció inmóvil y en silencio.
 -Venga -dijo su madre-. ¿A qué esperas? Cuéntale al director lo que nos has dicho a nosotros.
 El chico miró a su madre. Después miró al director.
 -No le dije nada a esa chica. No me importa lo que diga él. No estaba hablando con ella. No tiene ninguna prueba contra mí. Ni siquiera sabe si dije algo.
 -Claro que lo sé -dijo Guthrie-. Todo el mundo lo oyó. Y al oírlo, la chica dejó de leer y miró a Beckman y salió corriendo de clase.
 -¿A ver, qué dije? Pregúnteselo. No lo sabe.
 -¿Lo sabes, Tom?
 -No -dijo Guthrie-. No lo oí bien, pero puedo imaginármelo. Se lo pregunté a los demás estudiantes, pero ninguno quiso decirme lo que había dicho. En cualquier caso, fuera lo que fuese, lo que dijo fue causa de que la chica saliera corriendo de clase.
 -¿Cómo lo sabe? -dijo la señora Beckman-. Eso sólo es una suposición.
 -No, es mucho más que eso -dijo Guthrie-. Todos los alumnos lo saben. Y, si no, dígame, ¿por qué iba a salir corriendo la chica?
 -Por cualquier cosa -dijo la señora Beckman-. Está embarazada, ¿no? Sí, la muy zorra se ha dejado preñar. Puede que tuviera que salir a hacer pis.
 -Señora -dijo Tom Guthrie mirándola fijamente-, es usted una maleducada, además de una pobre ignorante.»
   
  [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Planeta, 2000, en traducción de Agustín Vergara y cristina Pagés. ISBN: 84-08-03445-6.]

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