Libro I
«1.-El lobo y el cordero
Un lobo y un cordero habían llegado al mismo río empujados por la sed. El lobo estaba más arriba y, bastante más abajo, el cordero. Entonces el ladrón, incitado por su perversa garganta, encontró una causa de disputa. "¿Por qué", dijo, "has enturbiado el agua mientras yo bebía?" El lanudo temeroso respondió: "Por favor, lobo, ¿cómo puedo hacer lo que dices? El agua baja de ti hacia mi garganta". Aquél, rechazado por la fuerza de la verdad, dijo: "Hace seis meses me hablaste mal". El cordero respondió: "Pero si no había nacido". "Tu padre, por Hércules, me habló mal", concluyó el lobo y, atrapándolo, lo desgarró con injusta muerte.
Esta fábula se ha escrito a causa de aquellos hombres que con fingidos pretextos oprimen a los inocentes. [...]
8.-El lobo y la grulla
Quien espera recibir de los malvados el premio de una buena acción, se equivoca doblemente: primero porque ayuda a quienes no lo merecen, después porque ya no puede escapar sin daño.
A un lobo se le clavó en la garganta el hueso que había devorado; vencido por el intenso dolor, empezó a tentar a unos y a otros con un premio, para que le extrajeran la causa de su mal. Finalmente, la grulla se dejó persuadir por sus juramentos y, confiando la longitud de su cuello a la garganta del lobo, le aplicó una terapia arriesgada para ella misma. Al reclamar el premio pactado a cambio de ésta, el lobo dijo: "Eres ingrata; has sacado la cabeza intacta de mi boca y todavía reclamas la paga." [...]
15.-El asno al pastor viejo
En la mudanza de gobierno es usual que los pobres no cambien nada excepto la forma de comportarse de su amo. Esta pequeña fábula indica que esto es verdad.
Un viejo temeroso apacentaba su asno en un prado. Aterrado por el repentino griterío de los enemigos, aconsejaba al asno que huyera para que no pudieran capturarlos. Pero éste respondió, tranquilo: "dime, ¿crees acaso que el vencedor me pondrá dos albardas?" El viejo dijo que no. "Entonces, ¿qué me importa a mí a quién sirva, mientras siga llevando una sola albarda?" [...]
18.-La mujer que estaba de parto
Ninguno vuelve a habitar de buen grado el lugar que le causó daño.
Una mujer, transcurridos los nueve meses, yacía en el suelo en el momento del parto, profiriendo conmovedores gemidos. Su marido le aconsejó acostarse en la cama para liberar mejor su carga natural. "De ningún modo confío en que pueda acabar este mal", dijo, "en el lugar en que se inició." [...]
Libro III
17.-Los árboles tutelados por los dioses
En otro tiempo los dioses eligieron los árboles que querían tener bajo su tutela. A Júpiter le gustó la encina, el mirto a Venus, a Febo el laurel, el pino a Cibeles, al alto chopo a Hércules. Minerva preguntó sorprendida por qué elegían los árboles estériles. Júpiter expuso la causa: "Para que no parezca que vendemos el honor de nuestra protección a cambio del fruto". "¡Por Hércules! Que otros digan lo que quieran; a mí el olivo me es grato por su fruto". Entonces, el padre de los dioses y el creador de los hombres habló así: "¡Oh, hija, con razón todos dicen que eres sabia! Si no es útil lo que hacemos, vana es la gloria".
La fábula aconseja no hacer nada que no sea provechoso. [...]
Libro IV
15.-Prometeo
(Entonces, sirviéndose de la misma materia, lo hizo inmediatamente), formando la lengua de la mujer a imagen de la vagina. Luego la indecencia prolongó el parecido.
16.-Otra vez Prometeo
Otro preguntó qué disposición de la naturaleza había engendrado a las lesbianas y a los hombres afeminados, el viejo lo explicó: "El mismo Prometeo, creador de un pueblo de arcilla que se rompe en cuanto tropieza con la Fortuna, había modelado por separado durante todo el día la partes naturales que el pudor oculta con el vestido, para poder adaptarlas luego a sus cuerpos respectivos; entonces inesperadamente fue invitado a cenar por Líber; tras inundar allí sus venas de abundante néctar, regresó tarde a su casa tambaleándose. Así, con el cerebro embotado y confundido por su ebriedad, colocó sexo de mujer a cuerpos masculinos y miembros de varón a mujeres. Por eso ahora el placer se disfruta con depravada alegría." [...]
22.-Fedro
"¿Qué sentencia estás maquinando ahora, Envidia?" Aunque trate de ocultarlo, yo lo sé muy bien: todo lo que considere digno de memoria, dirá que es de Esopo; si algo le agrada menos, sostendrá, apostando si es preciso, que ha sido imaginado por mí. De una vez por todas quiero desmentirla con mi respuesta: "Tanto si este corte es criticable como si es digno de alabanza, él fue el inventor, mi mano lo llevó a término".
Pero prosigamos en el orden que me había propuesto. [...]
24.-El parto de los montes
Una montaña estaba de parto, profiriendo enormes lamentos y en la tierra había una gran expectación. Sin embargo, parió un ratón.
Esto se escribe para ti, que amenazas con hacer grandes cosas y no cumples nada.»
[El texto pertenece a la edición en español de Editorial Gredos, 2005, en traducción de Antonio Cascón Dorado. ISBN: 84-249-2790-7.]
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