II.-Antaño florecía el estudio
«Antaño florecía el estudio, / ahora ya para en tedio;
en tiempos triunfaba el saber, / pero acabó prevaleciendo el jugar.
Antes de tiempo aparece / la picardía en los niños,
que por malevolencia / rechazan la sabiduría.
Siglos atrás, en cambio, / apenas se permitía a los discípulos
descansar después / de estudiar noventa años.
Ahora los chicos de diez años / se han sacudido el yugo y se ven libres
y, así, se jactan de maestros; / los ciegos despeñan a los ciegos,
vuelan sin plumas las aves, / los borricos tañen la lira,
los bueyes triscan por las cortes / y los pregoneros de la esteva se hacen caballeros.
Vuelto infame Gregorio / debate ahora en la taberna;
Vuelto infame Gregorio / debate ahora en la taberna;
Jerónimo el severo / pleitea por un adarme;
Agustín por un campo / y Benito por una cuba de vino
disputan a escondidas / y aun abiertamente en el mercado.
A María le cuesta estar sentada / y a Marta le disgusta trabajar;
el vientre de Lía es ya estéril, / a Raquel se le inflaman los ojos.
El rigor de Catón / se revuelve ya en francachelas
y la castidad de Lucrecia / viene a servir a torpe lascivia.
Lo que la edad pasada rechazó / brilla ahora bien a las claras;
el calor en frío, / la humedad en sequedad,
la virtud en vicio se convierte, / el trabajo se transforma en ocio;
todas las cosas se apartan ahora / de la senda debida.
Considere todo esto el varón prudente, / limpie y descargue su corazón,
no vaya a ser que diga en vano "¡Señor!" / en el juicio final:
que a quien el juez acuse entonces / no le cabrá apelar. […]
VII.-Mientras floreció la juventud
1.-Mientras floreció la juventud / cupo y plugo
hacer mi antojo, / a voluntad
campar, por saciar / el placer de la carne.
2.-Obrar así ahora, / vivir tan libremente,
llevar pareja vida, / lo veda la viril edad:
ella suspende y revoca / la ley de las costumbres.
3.-La edad moza amonestaba, / enseñaba, aconsejaba
-e incluso asentía a ello-: / "Nada está prohibido".
Todo lo permitía, / lo perdonaba todo.
4.-Ahora quiero arrepentirme, / abandonar y enmendar
cuanto temerariamente cometí; / desde ahora me aplicaré
a las cosas serias; los vicios / cambiaré por la virtud. […]
XV.-Dejemos los estudios
1.- ¡Dejemos los estudios! / Es grato un vivir estrafalario.
Cojamos, mejor, el dulce fruto / de la tierna juventud.
Para los viejos queda / tratar las cosas serias;
para los jóvenes, / la burla y la alegría.
Veloz huye la edad / pasada en lo estudios;
al placer nos invita / la tierna mocedad.
2.-La primavera de la vida se nos escapa, / se acerca rápido el invierno.
La vida pronto adolece, / las preocupaciones estragan la carne.
La sangre se seca, el pecho desfallece, / la alegría decae;
la vejez nos acecha / con su cortejo de males.
Veloz huye la edad / pasada en los estudios;
al placer nos invita / la tierna mocedad.
3.-¡Imitemos a los dioses! / He aquí una sentencia oportuna.
Las redes del amor / acosan a los jóvenes.
¡Cedamos a nuestros deseos! / Ésa sí que es cosa de los númenes.
Invadamos las plazas / y los corros de las muchachas.
Veloz huye la edad / pasada en los estudios;
al placer nos invita / la tierna mocedad.
4.-Allí fácilmente / cabe hartar la vista,
allí brilla el inquieto / retozar de los miembros.
Mientras las mozas se mueven / con gestos incitantes,
yo allí miro y mirando / me siento arrebatado.
Veloz huye la edad / pasada en los estudios;
al placer nos invita / la tierna mocedad.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Áltera, 2003, en traducción de María del Carmen Robles. ISBN: 84-89779-47-3.]
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