martes, 7 de febrero de 2017

"Dios y la nueva física".- Paul Davies (1946)


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 XVII.- La naturaleza desde la perspectiva del físico

«A pesar de los éxitos espectaculares de la ciencia moderna, sería insensato suponer que ha dado respuesta a las preguntas fundamentales sobre la existencia de Dios, el propósito del Universo o el papel de la humanidad en el esquema natural y sobrenatural. En efecto, los mismos científicos se distribuyen en un amplio abanico de creencias religiosas.
 Se afirma a menudo que la ciencia y la religión pueden coexistir pacíficamente ya que dirigen su atención a diferentes campos. Las cuestiones de doctrina religiosa, como la moralidad o el concepto de trinidad, son intrínsecamente distintas de cuestiones científicas tales como, por ejemplo, decidir cuál es la mejor descripción matemática de la ley de la gravitación. Sin embargo, no se puede negar que la ciencia tiene algo que decir sobre asuntos religiosos. En temas tales como la naturaleza del tiempo, el origen de la vida y de la materia, o la causalidad y el determinismo, el  propio marco conceptual en que se plantean las cuestiones religiosas se ve alterado por los avances científicos. Algunas de las principales preocupaciones teológicas de hace unos siglos (tales como la localización del Cielo y el Infierno) han perdido todo sentido gracias a la cosmología moderna y a nuestra mejor comprensión de la naturaleza del espacio y el tiempo.
 Mucha gente se inclina a considerar el conflicto entre la ciencia y la religión en términos "verdadero o falso". Es tentador creer que existe una verdad última (una realidad objetiva) que tanto la ciencia como la religión están buscando. De acuerdo con esta razonable postura, las preguntas "¿existe Dios?", "¿hay milagros sobrenaturales?", "¿hubo una creación?", "¿hay algún plan en el Universo?" o "¿apareció la vida por puro accidente?" tienen como respuesta "sí" o "no", aunque no sepamos cuál.
 Se dice a menudo que las teorías científicas son aproximaciones a la verdadera realidad. Al aumentar nuestros conocimientos, mejora el ajuste entre la teoría y la realidad. De acuerdo con esta perspectiva, las "verdaderas" leyes de la naturaleza están basadas en los datos experimentales de nuestras observaciones, obtenidas gracias a inspiradas y perseverantes investigaciones. Algún día, de acuerdo con esta filosofía, cabe esperar que lleguemos a descubrir las leyes correctas. En muchos aspectos, los esfuerzos encaminados a encontrar una teoría de la supergravedad están basados en esta idea. Los defensores de la supergravedad prevén el descubrimiento de un conjunto de ecuaciones que englobarán por completo las "verdaderas" leyes.
 Sin embargo, no todos los físicos creen que se pueda hablar de la "verdad". La física, de acuerdo con esta filosofía alternativa, no se ocupa en absoluto de la verdad, sino de modelos: modelos que nos ayudan a relacionar una observación con otra de manera sistemática. Niels Bohr expresó este punto de vista llamado positivista cuando dijo que la física nos dice lo que podemos saber sobre el Universo y no cómo es. Como se explicó en el capítulo 8, la mecánica cuántica ha inducido a muchos físicos a declarar que no existe ninguna realidad "objetiva". La única realidad es la que se revela a través de nuestras observaciones. Por tanto, no es posible pronunciarse sobre si una teoría particular es "verdadera" o "falsa"; sólo podemos decir si es útil o es menos útil (una teoría es útil si relaciona una amplia gama de fenómenos en un solo esquema descriptivo con una alta precisión). Este punto de vista es diametralmente opuesto al de la religión, cuyos defensores creen en una verdad definitiva o última. Una proposición religiosa se considera comúnmente como verdadera o falsa, no como una especie de modelo de nuestras experiencias.
 Las diferencias de planteamiento se ilustran por la disposición de los físicos a abandonar una querida teoría particular a favor de otra mejor. Como escribió en una ocasión Robert Merton: "La mayoría de las instituciones exigen una fe incondicional, pero la ciencia convierte el escepticismo en virtud." Al descubrir Einstein la teoría de la relatividad, se admitió que la teoría newtoniana del espacio, el tiempo y la mecánica era inadecuada para describir el comportamiento de los cuerpos que se mueven a velocidades próximas a la de la luz y, por tanto, fue reemplazada. La teoría de Newton no es realmente errónea, simplemente tiene un campo de validez limitado. La teoría especial de la relatividad es una teoría más útil (que se reduce a la teoría de Newton en el caso particular de bajas velocidades) porque da una descripción más precisa de los sistemas a altas velocidades. Esta teoría, a su vez, ha sido reemplazada por la llamada teoría general de la relatividad y pocos físicos ponen en duda que, a su debido tiempo, la teoría general será mejorada. Los físicos consideran que una teoría "final" o perfecta, incapaz de ser mejorada, es algo con tan poco sentido como la idea de un cuadro perfecto o una sinfonía perfecta.
 La capacidad del método científico para acomodar los cambios resultantes de nuevos descubrimientos representa una de las grandes potencialidades de la ciencia. Basándose en el pragmatismo más que en la verdad, la ciencia se distingue agudamente de la religión. La religión está basada en el dogma y en la sabiduría revelada, que representa la verdad inmutable. A pesar de que, con el tiempo, algunos temas doctrinales marginales pueden ser adaptados y distorsionados, la idea del abandono de un dogma religioso fundamental en favor de un "modelo" más exacto de la realidad es algo inimaginable. Si la Iglesia afirmara que, según nuevos descubrimientos, Cristo no había resucitado, la Cristiandad no podría sobrevivir. Algunos críticos han afirmado que la rigidez dogmática hace que cada nuevo descubrimiento y cada nueva idea sea una amenaza para la religión, mientras que los nuevos hechos y las nuevas ideas son la vida misma de la ciencia. Así es como los descubrimientos científicos han enfrentado muchas veces la ciencia con la religión.
 A pesar de que la religión mira hacia atrás, hacia la verdad revelada, mientras que la ciencia mira hacia adelante, hacia nuevas perspectivas y descubrimientos, ambas actividades producen un sentimiento de admiración y una curiosa mezcla de humildad y arrogancia en sus practicantes.»

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