7.- La acción de la ciencia sobre la ética
«Otro caso -éste ya teórico- en que se pone de manifiesto la necesidad de un enfoque científico de los problemas teóricos, es el de la libertad. Lo primero que hará el filósofo que aborde científicamente el problema teórico de la libertad -y en particular de la libertad moral- será abrir una picada en la maraña verbal que envuelve a este asunto, tratando de esclarecer los significados de los términos "libertad", "necesidad", "ley" y otros conexos. Comenzará, pues, por un análisis semántico y pragmático. En segundo término, se preguntará si el problema de la libertad se presenta solamente en relación con los niveles superiores de organización de la realidad -como se sostiene habitualmente- o si también se da en relación con niveles inferiores. Y, ¿qué sino cierto conocimiento de las ciencias fácticas puede suministrar una base seria a una ontología de la libertad? Esto lo sabían algunos estoicos, para quienes la física era fundamento de la ética. Pero lo han olvidado los propugnadores de la autonomía de la ética, con el resultado de que suelen sostener que la libertad es propia del espíritu (si es posible con mayúscula), y esto porque ignoran que la ciencia fáctica apoya la tesis de que la libertad, entendida como autodeterminación legal, se da en todos los niveles del ser.
El mismo desconocimiento de la ciencia suele llevar a los éticos a creer que el bien, y en particular la libertad, es ajeno a la ley natural o aun se opone a ella, sin comprender que, en ausencia de pautas estables y de la posibilidad de modificarlas (apoyándose en otras pautas), no puede haber fijación de fines ni relaciones constantes entre fines y medios, relaciones legales sin las cuales no tendría sentido hablar de moral. El ético que no reflexione al margen de la ciencia tomará muy en serio la relación de la libertad, por una parte, y la legalidad y la determinación, por la otra, problema cuyo tratamiento requiere algún conocimiento de las leyes naturales y sociales. No es por azar que un importante symposium reciente sobre el tema contara con la colaboración de distinguidos epistemólogos y científicos y fuera titulado "El determinismo y la libertad en la época de la ciencia moderna".
Una comprensión defectuosa del problema de la determinación y de la legalidad puede conducir a extravíos importantes en el terreno ético, tal como el de sostener que el relativismo cultural y la ética relativista que en él se funda son indeterministas, simplemente porque la ética relativista niega que haya una respuesta única y universal a un mismo estímulo moral. Para los enemigos de la ética relativista, si todo hombre persigue su propio placer (como predica el hedonismo), su juicio moral será indeterminado, su conducta moral será indeterminada. Pero está claro que la conducta puede ser legal (en el sentido de conformarse a leyes naturales y sociales) sin por ello ser uniforme. La ley no exige la repetición de los sucesos sino la constancia de las relaciones entre las variables en juego. Y en distintas sociedades se presentan distintas variables y, por lo tanto, distintas leyes (expresadas en proposiciones que enuncian relaciones constantes entre variables). El relativismo cultural no acarrea la imposibilidad de toda ética -como ocurre en cambio con el indeterminismo- sino, simplemente, la tesis del condicionamiento histórico-cultural del mundo moral y, por consiguiente, la tesis de la pluralidad de éticas en correspondencia con la multiplicidad de formas de vida social.
En relación con el mismo problema de la libertad, también se preguntará el filósofo -como ya es tradicional- qué relación tiene la volición con otras categorías psicológicas: si es espontánea o determinada, en qué medida depende de las circunstancias y de la historia del sujeto, etc. Esta cuestión de la posibilidad y del fundamento del libre albedrío es en parte un problema psicológico, esto es, científico. Tampoco podrá descuidar el filósofo científico inquirir el estatus lógico del problema de la libertad psicológica o moral. Si digo que soy libre de ir a pasear, es porque puedo probar que, de haber decidido no ir a pasear, no habría ido. Primer problema (metodológico): ¿cómo podríamos probar esta afirmación? Segundo problema (lógico): ¿qué clase de conectiva es la que une la cláusula y el consecuente del condicional contrafáctico 'Si hubiera decidido no ir a pasear no habría ido'? Se ha mostrado que el análisis lógico del problema de la libertad de acción (potestas agendi) involucra el problema de los contrafácticos y de la relación voluntad-acción, que es asimétrica y cuyo primer término se da antes que el segundo, por lo cual la teoría de la libertad de acción presupone una teoría del tiempo. ¿Cuántos son los éticos capaces de discutir con competencia la brillante y controvertible elucidación del concepto de libre albedrío propuesta por Reichenbach?
La nueva ética, que se prefigura en los últimos años, sólo está al alcance de quienes poseen conocimientos lógicos y científicos modernos. Problemas tradicionales y centrales de la ética, tales como el de la determinación y la libertad morales, deben tratarse, hoy como ayer, sobre un fondo de conocimientos científicos, lógicos y ontológicos; hoy, con conocimientos de la ciencia de hoy y de la lógica y de la ontología científicas. Sólo así lograremos que el impacto de la ciencia sobre la ética sea central y beneficioso.»
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