Fjällbacka, 1924
"-Pues... -Martín se tomó unos segundos para pensar su respuesta-. Si pudieras explicarme lo que caracteriza a una persona con Asperger... ¿Cómo se sabe que sufre justo ese síndrome?
-En primer lugar, se trata de un diagnóstico que empezó a establecerse no hace tanto. Se comenzó a hablar de él en serio unos quince años atrás, aunque existe documentación anterior. Es una limitación funcional que recibió su nombre de Hans Asperger. Algunos investigadores aseguran hoy que él mismo padecía el síndrome.
Martín asintió, invitándola a continuar.
-Es una forma de autismo, pero quien lo sufre suele tener entre una inteligencia normal y muy alta.
Martín ya lo sabía, pues Morgan lo había mencionado. Eva prosiguió:
-Lo que complica la descripción del síndrome de Asperger es que sus síntomas varían de un individuo a otro y ello obliga a clasificarlos en varios subgrupos. Algunos se encierran en sí mismos, presentando un comportamiento más similar al del clásico autista, mientras que otros son muy activos. Es raro que se detecta pronto. Los padres pueden sentirse preocupados porque su hijo se comporta de un modo anómalo, pero sin saber decir exactamente en qué consiste la desviación. Y el problema es, ya te digo, que puede haber grandes diferencias entre un niño y otro. Algunos niños con Asperger empiezan a hablar muy pronto, otros extraordinariamente tarde. Los mismo ocurre con cuándo empiezan a caminar y con otros aspectos del desarrollo. Por lo general, los problemas no empiezan a hacerse realmente patentes hasta que no alcanzan la edad escolar, aunque entonces suelen recibir el falso diagnóstico de TDAH o de DAMP.
-¿Y cuáles son los síntomas entonces?
Martín se olvidaba de comer, hasta tal punto lo fascinaba el tema. Antes de solicitar su admisión en la Escuela Superior de Policía, estuvo acariciando la idea de estudiar psicología y a veces se preguntaba si no habría errado su elección final. Nada le resultaba más interesante que la psique humana y las anomalías de algunas de sus manifestaciones.
-El síntoma más claro es probablemente la dificultad de interacción social. Se comportan constantemente de un modo inapropiado, no comprenden las reglas comunes y, por ejemplo, tienen tendencia a decir la verdad claramente, lo que, como es natural, dificulta su relación con las demás personas. Existe también un rasgo de marcado egocentrismo. Les cuesta tener en cuenta los sentimientos y lasa vivencias de los demás y sólo procuran satisfacer sus propias necesidades. Por lo general, tampoco precisan relacionarse con otras personas. Si, pese a todo, juegan con otros niños, pretenden decidirlo todo o, algo más habitual entre las niñas con ese síndrome, se someten por completo a la voluntad de los demás niños. Otro indicio claro es que desarrollen un interés tal por algún campo del saber que lo dominen por completo. Los niños con Asperger tienen la capacidad de interesarse muchísimo por los detalles y suelen aprenderlo todo sobre su tema favorito. Al principio, para los adultos puede resultar interesante escuchar los conocimientos de los niños, pero son tan estrechos de miras y obsesionados por su especialidad que los demás niños no tardan en perder el interés. Al alcanzar la edad escolar, suelen empezar a notarse las obsesiones tanto de pensamiento como acción. Tienen que hacer las cosas de un modo concreto y obligan a su entorno a hacer lo mismo.
-¿Y desde el punto de vista del lenguaje? -preguntó Martín recordando la forma tan extraña de expresarse de Morgan.
-La lengua es otro indicador importante -dijo Eva apurando los últimos restos de ensalada que quedaban en el recipiente de plástico antes de continuar-: Es una de las grandes dificultades a las que las personas con Asperger se enfrentan en lo cotidiano. Cuando nos comunicamos, expresamos por lo general mucho más de lo que denotan puramente las palabras. Utilizamos el lenguaje corporal, las expresiones faciales, cambiamos el tono de la frase, acentuamos de forma distinta y utilizamos tranquilamente metáforas y comparaciones. Todo esto constituye una dificultad para una persona con Asperger. Una expresión como "tendremos que saltarnos el café" puede ser interpretada textualmente, es decir, entienden que lo que se proponen es saltar por encima de una taza de café. Incluso cuando ellos mismos hablan, les cuesta comprender cómo suena su discurso en comparación con el de los demás. A veces hablan muy bajito, casi en un susurro, en otras ocasiones chillan y hablan muy alto. Y, por lo general, con una cantinela monótona".
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