XV.- El desastre interior
"-Sin duda, la novela es mala -añadió-. Nunca me ha gustado la señorita Lavish; pero supongo que hay que leerla puesto que la conocemos.
-Todos los libros actuales son malos -dijo Cecil; molesto por la poca atención que le prestaban, pasaba su fastidio a la literatura-. Todos escriben por dinero hoy en día.
-¡Cecil...!
[...]
-¿Le gusta esta panorámica que tenemos, señor Emerson?
-No sé distinguir entre panorámicas.
-¿Qué quiere decir?
-Que todas son parecidas. Que lo que importa en ellas es la perspectiva y el aire.
-¡Hum! -murmuró Cecil, inseguro entre si la observación era acertada o no.
-Mi padre... -miró arriba hacia ella (y ella estaba algo sofocada)- dice que hay una única y perfecta panorámica: la del cielo extendido sobre nuestras cabezas, y el resto de las panorámicas posibles en la tierra no son más que burdas copias de ésta.
-Deduzco que su padre ha leído a Dante -dijo Cecil mientras manoseaba la novela, como única salida por la que podía llevar la voz cantante de la conversación.
-Nos dijo en otra ocasión que las panorámicas son rebaños, rebaños de árboles, de casas, de colinas, que están muy cerca para parecerse los unos a los otros, como los rebaños humanos. De ahí que el poder que tienen sobre nosotros es algo sobrenatural, por la misma razón.
Los labios de Lucy se abrieron.
-Pero un rebaño es más que la gente que lo forma. Algo se le añade, nadie sabe cómo, de la misma manera que si algo se añadiera a estas colinas.
Señaló con su raqueta las colinas del sur.
-¡Qué buena idea se me ocurre! - murmuró Lucy-. Me gustaría oír hablar a su padre nuevamente. Siento que no se encuentre muy bien.
-No, no se encuentra bien.
-Hay una absurda descripción de una panorámica en este libro -dijo Cecil.
-También estos hombres caen dentro de dos categorías: los que no tienen en cuenta las panorámicas y los que las recuerdan, incluso en habitaciones pequeñas.
-Señor Emerson, ¿tiene hermanos o hermanas?
[...]
-Cecil, léenos esa parte acerca de la panorámica.
-No mientras el señor Emerson esté aquí para entretenernos.
-No, lee. Creo que no hay nada más divertido que oír tonterías leídas en voz alta. Si el señor Emerson nos considera frívolos, puede irse.
[...]
Lucy oyó su propia voz diciendo:
-No vale la pena leerlo... Es demasiado estúpido leerlo. Nunca había visto semejante porquería, no deberían permitir que se imprimiera.
Cecil le arrebató el libro de las manos.
-"Leonora -leyó- se sentó pensativa y sola. Detrás se extendía la campiña toscana salpicada a lo lejos por sonrientes aldeas. Era primavera."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza tu comentario: