miércoles, 15 de julio de 2015

"Tonio Kröger".- Thomas Mann (1875-1955)


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 "El policía estaba aguardando a Tonio Kröger con una expresión de soldado fiel y le miró, al entrar, como creyendo que la tierra se lo tragaría con sólo verle la cara.
 Tonio Kröger miró a uno y otro, y optó por esperar que hablasen primero.
 -¿Así que usted viene de Múnich? -preguntó por fin el policía con un tono de voz bondadoso y pesado.
 Tonio Kröger asintió.
 -¿Y se dirige a Copenhague?
 -Sí, me dirijo a un balneario danés.
 -¿Balneario?... Ah, bien, pero antes debe enseñarme su documentación -dijo el policía pronunciando la última palabra con especial delectación.
 -¿Documentación?...
 No tenía documentación. Sacó la cartera y la examinó; pero, aparte de algunos billetes de banco, no encontró más que las correcciones de una novela corta que pensaba terminar durante su viaje. Nunca le había gustado tener que tratar con funcionarios y ni siquiera se había hecho sacar un pasaporte en toda su vida...
 -Lo siento -dijo-, pero no llevo encima documentación alguna.
 Tonio Kröger le dio el nombre.
 -¿Es cierto lo que dice? -preguntó el policía. Se irguió todavía más y ensanchó de repente las aletas de su nariz, tanto cuanto daban de sí...
 -Absolutamente cierto -respondió Tonio Kröger.
 -¿Y a qué se dedica entonces?
 Tonio Kröger tragó saliva y mencionó con voz firme su profesión. El señor Seehaase levantó la cabeza y le miró al rostro lleno de curiosidad.
 -¡Hum! -dijo el policía-. Y usted niega ser un individuo llamado...
 Dijo "individuo" y deletreó luego un nombre complicado y romántico, escrito en un papel de abigarrados caracteres, que parecía caprichosamente mezclado de sonidos pertenecientes a distintas razas y que Tonio Kröger olvidó al instante...
 -...El cual -continuó el policía- es hijo de padres desconocidos, sin domicilio fijo y es buscado por la policía de Munich a causa de varias estafas y otros delitos, y que quizá se dispone a huir a Dinamarca...
 -Sí, lo niego -dijo Tonio Kröger, moviendo nerviosamente los hombros.
 Estas palabras produjeron cierta impresión.
 -¿Cómo?... ¡Ah, claro, hombre! -dijo el policía-. Pero esto de que no pueda probar su identidad...
 El señor Seehaase  intervino como mediador.
 -Se trata de meras formalidades -dijo-, nada más. Piense usted que el señor agente no hace más que cumplir con su deber. Si pudiera usted legitimar su personalidad de alguna manera... Un solo documento...
 Todos callaron. ¿Tenía que poner fin al asunto dándose a conocer, explicando al señor Seehaase que él no era un estafador sin domicilio fijo, ni un gitano de nacimiento como aquéllos que viajan en carros verdes, sino el hijo del cónsul Kröger, uno de los Kröger? No, no tenía ganas de hacerlo.  Además, ¿estos representantes del orden cívico no tenían, en el fondo, razón? Hasta cierto punto estaba completamente de acuerdo con ellos... Se encogió de hombros y permaneció callado.
 -¿Qué lleva, pues, ahí -preguntó el policía- en esta cartera?
 -¿Aquí? Nada... Pruebas de imprenta -respondió Tonio Kröger.
 -¿Pruebas de imprenta? ¿Qué quiere decir? Déjemelo ver.
 Tonio Kröger le alargó los papeles. El policía los extendió sobre el pupitre y empezó a leerlos. El señor Seehaase se acercó a su vez para también poderlos leer. Tonio Kröger les observaba por encima del hombro y procuraba enterarse del pasaje que estaban leyendo. Era un trozo bueno, lleno de fuerza y de expresión que él había compuesto con gran esmero. Se sentía satisfecho de sí mismo.
 -¡Fíjense! -dijo-. Ahí está mi nombre. Esto lo he escrito yo y pronto va a ser publicado, ¿comprenden?
 -Bueno, con esto basta -dijo el señor Seehaase con decisión, recogió precipitadamente las hojas, las dobló y se las devolvió-. Esto debe bastarle, Petersen -repitió secamente, mientras cerraba los ojos furtivamente y movía la cabeza negativamente-. No tenemos derecho a retener al caballero por más tiempo. El coche está esperando. Le pido sepa disculpar esta pequeña molestia, caballero. El señor agente no ha hecho más que cumplir con su deber, desde luego, pero ya le dije enseguida que estaba sobre una pista falsa...
 ¿Ah, sí? -pensó Tonio Kröger.
 El policía no parecía estar muy convencido y dijo algo todavía de "individuo" y de "documentación".
 

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