sábado, 28 de marzo de 2020

Filosofía de la situación.- Günther Anders (1902-1992)

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Diez tesis sobre Chernóbil (1986)

«Tesis 1: Empiezo con algo perfectamente actual. El verdadero peligro hoy consiste en la invisibilidad del peligro. Nadie es capaz de ser continuamente consciente de esta invisibilidad. Tal proyecto parece sobrepasarnos psíquicamente. Si queremos sobrevivir, debemos ejercitarnos en comprender lo invisible como si estuviera aquí, ante nosotros, y educar a nuestros semejantes en esta misma comprensión y en el miedo que implica. En ningún caso tenemos derecho a persuadirnos o a persuadir a otro de que la despreocupación es una prueba de soberanía. No sean locos, no elijan la despreocupación porque les parece más fácil y porque el plato radiado que les proponen a primera vista les parece más sabroso.
 Tesis 2: Sobre el pánico. Se nos ha llamado "sembradores del pánico" por hombres que consideran que la vieja consigna de Metternich: "La calma es el primer deber del ciudadano" es aún válida hoy. Sí, somos "sembradores de pánico" e incluso "sembradores de pánico profesionales". Porque el que ve el peligro en el pánico y no el peligro contra el que tratamos de advertir, el que tiene miedo de tener miedo, ése desnaturaliza la verdad y vuelve deliberadamente ciegos a los semejantes.
 Tesis 3: Burlarse del adjetivo "emocional", es hacer prueba de frialdad y de estupidez. Es evidente que reaccionamos de manera "emocional" frente a la catástrofe que nos amenaza y no nos avergonzamos de ello. Es de no reaccionar así de lo que deberíamos sentir vergüenza. El que no reacciona así y califica nuestra emoción de irracional, no sólo revela frialdad, sino estupidez.
 Tesis 4: Distinguir un uso bélico y un uso pacífico de la energía nuclear es loco y mentiroso. Puesto que sabemos que las centrales nucleares pretendidamente pacíficas han amenazado larga, constante y pesadamente, no sólo a los hombres, ni a la humanidad, sino a la vida sobre la tierra en su totalidad, su construcción y su utilización son peores que el uso bélico de la energía atómica: participan de un objetivo erostrático. Hoy, después de Chernóbil, en la medida en que más personas no pueden jugar a ser ignorantes, sus abogados han venido a cometer conscientemente un crimen. Este crimen no se llama solamente "genocidio" -¡vaya empleo del adverbio "solamente"!- sino "globocidio", destrucción del globo terráqueo. Los partidarios de la energía atómica, pero también y sobre todo de los de las fábricas de recuperación de desechos radiactivos y de los reactores, no son en nada mejores de lo que lo fue el presidente Truman, que hizo bombardear Hiroshima. Son incluso peores que él, porque la gente sabe hoy mucho más de lo que el ingenuo presidente podía saber en su época. Saben lo que hacen; él no sabía lo que hacía. Que nosotros, los hombres, perezcamos a causa de un misil nuclear o de una central supuestamente pacíficamente es absolutamente lo mismo. Los dos son igualmente mortíferos. Matar es matar. Muerto es muerto. Los que preconizan uno y los que preconizan el otro, los que minimizan los efectos de uno y los que minimizan los efectos del otro son iguales.
 Tesis 5: La ayuda es imposible. Los médicos han concluido racionalmente desde hace tiempo que todos los estudios que se han consagrado a los seguros médicos en caso de guerra atómica son bromas y engaños, que cualquier ayuda de los médicos, y con más razón toda curación, sería imposible en caso de catástrofe. Ayuda y curación serán imposibles porque ya no habrá enfermeras, ni pacientes que curar, ni medicamentos, ni hospitales, ni comida, resumiendo, nada. La afirmación de nuestros adversarios reaccionarios según la cual los "Médicos contra la guerra atómica", al difundir sus conclusiones, habrían faltado no solamente a su deber como hombres, sino también como médicos es a la vez ilógica, deshonesta e inhumana. Puesto que en caso de necesidad no podríamos ni ayudar ni salvar individuos, en lugar de eso, tenemos que tratar de salvar la existencia del mundo en su totalidad. Tenemos mucho más que hacer que todo lo que la Cruz Roja pudo hacer hasta ahora: debemos preocuparnos de hacer como si la Cruz Roja y los médicos de guerra se hubieran vuelto superfluos.
 Tesis 6: No somos "destructores de máquinas". El que nos califica de "destructores de máquinas" y de "enemigos del progreso" -y un líder sindical bastante conocido un día me llamó por esos nombres-, debemos burlarnos de él como de un idiota. Los destructores de máquinas del siglo XIX estaban indignados al ver que algo que querían producir manualmente como, por ejemplo, cordones, era ahora producido por máquinas. Hoy, juramos que no tenemos ningún interés ni ninguna necesidad de producir manualmente misiles. Ya no es al modo de producción a lo que nos oponemos, sino a la existencia de los productos mismos. Por lo tanto, hacernos ese reproche sería idiota. Pero allí donde nos oponemos al modo de producción, por ejemplo, al modo de producción de electricidad mediante energía nuclear, no es solamente porque los productos son peligrosos y mortales, sino porque su modo de producción es él mismo peligroso y mortal, y no son peligrosos sólo para aquéllos que los producen sino también, como lo prueba Chernóbil, para todos nuestros contemporáneos. Respecto al reproche según el cual no seríamos progresistas, afirmo (yo que siempre he estado clasificado con justicia entre los radicales) que podemos tirar el término "progresista" en el montón de palabras ya deterioradas del siglo pasado.
 Tesis 7: La industria nuclear es la respuesta al petróleo. El pánico que han orquestado desde hace una decena de años repitiendo que las reservas de la tierra iban a agotarse pronto y que en consecuencia pronto íbamos a estar peor iluminados -esta intimidatoria argumentación ha tenido un gran éxito- para justificar que no podíamos ni renunciar a producir energía nuclear ni dejar el proyecto para más adelante, este pánico organizado no era más que pura desinformación. Lo nuclear habrá sido, antes bien, la respuesta de Occidente al hecho de que Oriente Próximo fuera el principal propietario y proveedor del indispensable petróleo y, como tal, extremadamente poderoso. No querían depender económicamente ni políticamente de esas potencias. Al mismo tiempo que se introdujo la energía nuclear, se continuaba perforando y descubriendo petróleo: eso prueba que no se creía que las reservas de petróleo estuvieran agotadas. La baja del precio del petróleo sobrevenida varios años después prueba también que la teoría de los oscurantistas, según la cual el mundo estaba amenazado de ser sumergido en las tinieblas, era mentira. Si las perspectivas para el mundo son sombrías y si el porvenir parece poco luminoso, no es por el agotamiento del petróleo, sino por la victoria de la industria nuclear.
Filosofía de la situación / Günther Anders ; edición de César de ... Tesis 8: Revolución. Queridos amigos, no olvidemos que el verbo latino "revolvere" (de donde derivó más tarde el nombre "revolución") significó precisamente lo que tenemos que acometer hoy: hacer rodar hacia atrás, retroceder rodando. Vuelvan a sumergirse en sus diccionarios de latín, en su Stowasser; les confirmará lo que les digo. Que la revolución que debemos acometer consiste en hacer retroceder el desarrollo nuclear. Y ahora, algunas palabras sobre el terrorismo hoy. Los verdaderos terroristas de hoy son aquellos que continuamente aterrorizan al mundo amenazando con destruirlo. "Terror" significa "pavor". No es entre nosotros que se buscará y se encontrará a esos hombres que chantajean a la humanidad y le ofrecen a cambio la posibilidad de continuar existiendo. El terror nuclear comenzó el 6 de agosto de 1945. Aquellos que tengo en mente son los nihilistas de hoy, porque lo que se arriesgan a hacer es nihilizar, aniquilar el mundo. Ya han tomado la decisión de hacer cosas así: durante la guerra de Vietnam, con ayuda de un ordenador. Si el proyecto de eliminación del hombre contenido en esa decisión que compromete el destino de la humanidad no es nihilismo, entonces no comprendo lo que significa el término. Al contrario que esos hombres, nosotros somos hoy los verdaderos conservadores. Porque queremos salvaguardar la existencia del mundo y de la humanidad, la de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. En latín "salvaguardar" se dice "conservare". Queremos conservarlos.
 Tesis 9: Nuestra pretendida paz es una guerra. La fórmula forjada por Claussewitz hace casi ciento cincuenta años: "La guerra no es otra cosa que la continuación de la política por otros medios", tal como la enunció en su obra De la guerra, siempre citada equivocadamente, es hoy un puro sinsentido. Las instalaciones pacíficas, al contrario, no son otra cosa que la continuación de la amenaza militar haciendo intervenir otros medios, o para formularlo simplemente: la paz actual es la continuación de la guerra por otros medios. La expresión "guerra fría", que los norteamericanos utilizaron para designar la paz de los años cincuenta, pertenece ya a la historia. Si ya no es pertinente sino banal, confirma sin embargo vergonzosamente mis intenciones.
 Tesis 10: La cuestión decisiva. Estamos en peligro de muerte por actos de terrorismo perpetrados por hombres sin imaginación y analfabetos sentimentales que son hoy omni-potentes. El que crea que desde 1945, desde el ingenuo Truman, esos terroristas omnipotentes, esos altos funcionarios, no han actuado conforme a una racionalidad; el que crea poder hacer cambiar de opinión a esos hombres ofreciéndoles florecillas, multiplicando sus días de ayuno, poniendo sus manitas en otras manitas para hacer una cadena humana, o hablando con ellos de hombre a hombre, ése es un ingenuo porque ignora -poco importa que sea consciente o inconscientemente- los intereses de la industria militar. Además hay muchos hombres de buena voluntad entre nosotros que están interesados exclusivamente -en un gesto muy egocéntrico- por el hecho de seguir teniendo buena conciencia. No, nuestros deberes son más serios. Porque debemos molestar de verdad a esos obtusos omnipotentes que pueden decidir sobre el ser o no ser de la humanidad, tenemos que atarles las manos de verdad. En interés de los hombres de hoy y de los de mañana, no se deben dar órdenes como aquella a causa de la cual se aniquilaron Hiroshima y Nagasaki hace ahora cuarenta años. Tampoco tiene que haber tales órdenes ni la gente que las da. Y el que combate por principio la obstrucción tal como se practicó, por ejemplo en Wackersdorf, se vuelve naturalmente aún más cómplice. Queridos amigos, hace veintiocho años -como ya he recordado- formulé en Hiroshima el mismo lema: "Hiroshima está en todas partes", después lo convertí en el título de un libro. En esa época quería decir que cada punto de nuestra tierra podía ser alcanzado y aniquilado exactamente como Hiroshima. La situación actual es peor. Porque con un solo Hiroshima, poco importa dónde tenga lugar, poco importa que sea en Harrisburg, Chernóbil o Wackersdorf, y poco importa que suceda en tiempo de guerra o durante nuestra pretendida paz; con un solo Hiroshima, todos los demás lugares de nuestra bien amada tierra podrían convertirse conjuntamente en un inmenso Hiroshima, e incluso peor. Porque todos los lugares están unidos no solamente en el espacio, sino también en el tiempo y pueden así ser alcanzados y a lo mejor ya lo han sido. Si no actuamos hoy, es posible que nuestros nietos y nuestros biznietos perezcan con nosotros, por nosotros. Entonces nosotros, los hombres de hoy, y nuestros ancestros, finalmente no habremos existido jamás.»

    [El texto pertenece a la edición en español de Los Libros de la Catarata, 2007, en traducción de Julia Gutiérrez Arconada y María Martín Bernal. ISBN: 978-84-8319-308-2.]

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