domingo, 16 de julio de 2017

"La cuadramenta".- Manuel Salado (1945)


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Capítulo III: La noche de las avutardas

«(...Jonás pronto descubrió que matar animales no devolvería la vida a sus padres. Durante dos noches erró por los campos apenas acercándose a robar lo necesario, viendo a su hermano caminar por la calle como tonto. Y fue de golpe como entendió la palabra desprecio y una madrugada, sin dormir aún desde la muerte, tras visitar la choza derruida donde dos montones de tierra clamaban la miseria, decidió marcharse de aquellos contornos, probar suerte y fortuna y fortuna por su cuenta, olvidando el pasado de huyente, olvidando que tuvo hermano y familia, soñando mientras andaba que el mundo era suyo y suyas las riquezas y las mujeres y las ciudades. Jonás, no obstante, llevaba el apellido Betanzos grabado en la sangre y pronto se le pasó la euforia.
 En dos días de camino, guiado por estrellas que desconocía, llegóse a la altura de una villa vieja. Gustóle el color que el cielo tenía y observó, durante horas, la techumbre de las casas.
  No lo pensó más y encaminóse, restregando las manos y con la vista alta, hacia el pueblo aquel de nombre Paterna.
 Llegó cuando clareaba y los habitantes comenzaban a lanzarse a las calles saludándose, orinando aún en los pantalones. Se encontró con un anciano que, armado de chuzo, gorra y bastón de pino, recorría las calles anunciando trabajo, según orden de un señor, a todos cuantos quisieran caminar hacia sus tierras. En la Plaza halló a un caballo y, sobre él, a un garrochista. Quedóse parado mirando la bestia pues no recordaba la visión de otra. Acercóse y fue interpelado.
 -¿Dispuesto?
 Y él, alzando de nuevo la frente, dijo que sí con la cabeza, preguntando:
 -¿Para qué?
 Pero llegaron las gentes y arrasaron la plaza, subiendo las manos, pidiendo trabajo a gritos.
 Ocurrió entonces algo que él no pensara. El garrochista llamólo aparte y le ordenó que él se ocupara de reclutar a los hombres -"doce nada más" y "ahora vengo"-. Jonás se quedó cortado por el medio. Los hombres se dirigieron a él con cara de pocos amigos. Oyó decir:
 -¿Y este mierda quién es?
 Pero el hambre -supuso Jonás- azotaba la barriga de aquel pueblo pues los gritos se dirigieron a él y todos se alzaban y mostraban niños enclenques y las viejas vertían lagrimones y los ancianos lo miraban sin esperar nada. Todos querían trabajar en Paterna. Llamóle la atención que nadie preguntara el precio de las horas. Supuso que el garrochista y su amo de sobra serían conocidos. Entonces eligió a doce. Tenía miedo. Pero, para su sorpresa, los demás miraron al suelo, arrastraron las piernas y se fueron perdiendo por las setenta bocacalles del pueblo.
 Los elegidos se unieron en grupo, pegándose a la pared de una de las casas. Y esperaron. Jonás sintió hambre y parecióle ridícula su situación de mando. Las voces del garrochista sonaron a sus espaldas.
 -¿Y tú, cómo te llamas?
 -Jonás Betanzos.
 -Pues bien, Jonás, ya tienes trabajo. Todos los días te vienes a esta hora y me preparas a doce. Ya te pagaré por ello.
 Al pronto no comprendió que ésa fuese tarea y que no iba a ir con los hombres al campo. Poco le gustó el asunto. Pero la plaza ya estaba vacía y la cuadrilla perdiérase en minutos de su vista.
 Se quedó como idiota sin saber qué hacer. De repente, cayó en la cuenta del odio que podría acarrearle aquel empleo. Los que no fuesen elegidos de mañana eran dueños de todo un día para buscarlo y hacer, por algún medio, que no olvidase sus nombres a la mañana siguiente, grabándoselo en la propia carne.
 Y sorpresa fue cuando viose venir de nuevo a la gente. Esta vez llegaban los hombres con mujeres nuevas, nuevos niños y niñas y animales. Jonás era una estatua y en su cabeza desfilaban las casas de Malcocinado con olor a Paraíso arrojado por la borda. Lo rodearon. Y entonces, cuando él iba a agacharse, cuando sus brazos intentaban ocultar su rostro, tapar la entrada a los imaginarios palos que a buen seguro habían de alcanzarle, aquellas gentes, casi llorando, empezaron a ofrecerle sus vidas, sus haciendas, sus mujeres y sus pocas y famélicas gallinas.)»
 

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