domingo, 14 de enero de 2018

Iluminaciones y anécdotas.- Salvador Dalí (1904-1989)


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I.- Pensamientos

«-Cuando tenía seis años quería ser cocinera. A los siete quise ser Napoleón. Pero desde que tuve uso de razón, he comprendido que no hay ambición más alta que querer ser Dalí.
[...]
 -Un día me preguntaron en televisión: "¿Qué diferencia hay entre la mejor foto del retrato de Juan de Paredes, de Velázquez, y este mismo cuadro?" A lo que respondí: "Hoy, la diferencia es exactamente de seis millones de dólares".
 -Las ideas están hechas para ser copiadas. Ideas, a mí, es lo que me sobra y prefiero que me las roben: así me ahorran el trabajo de realizarlas.
 -Hay menos locura en mi método que método en mi locura.
-Sólo hay una cosa de la que nadie en el mundo se cansa: la exageración.
-No temáis a la perfección: nunca llegaréis a ella.
[...]
 -La inteligencia sólo sirve para perderse en las brumas llenas de matices del escepticismo, y su principal consecuencia es la reducción de la realidad a niveles de incertidumbre gastronómica y supergelatinosa, proustiana y manoseada.
 -El cerdo es el símbolo de la perfección: avanza jesuíticamente y jamás retrocede en medio del estercolero de nuestra época. Soy un cerdo supremo.
 -Los burros pretenden que observe los mismos consejos que doy a los demás, cosa perfectamente imposible, ya que soy completamente diferente...
[...]
 -¿Que Picasso es español? ¡Yo también! ¿Qué es un genio? ¡Y yo! ¿Qué Picasso es comunista? ¡Yo tampoco!
 -De la feroz coacción de los coeficientes de elasticidad y viscosidad jesuítica por las implacables estructuras éticas de las tablas de la moral nacen siempre las grandes obras de arte.
[...]
 -Si a un estadounidense le enseñas el dibujo de una familia rebanando un violonchelo como si fuera una pierna de cordero, ni se inmuta. Pero si le pones bigotes al perro, se sorprende y te pregunta por qué lo haces.
 -Como dos centinelas montando guardia, mis bigotes custodian la entrada a mi persona.
 -Todas las mañanas, al despertarme, experimento este placer supremo, que hoy descubro por primera vez: el placer de ser Salvador Dalí. Y me pregunto, maravillado, qué nuevo prodigio nos deparará Salvador Dalí. Y cada día que pasa me resulta más difícil comprender cómo los otros son capaces de vivir, no siendo Gala o Salvador Dalí.
 [...]
 -Los reyes han de ser como los buenos quesos, es decir, rozar la delicuescencia. Medio idiotizados, están en su punto. Nada más noble que soportar, con consciente respeto de la legitimidad y persistencia de la memoria, a un príncipe degenerado.
 -Hay personas que no son lo bastante inteligentes para mantener simultáneamente todas las opiniones. No formo parte de este grupo.
 [...]
 -En mi opinión, la televisión, el cine, la prensa, el periodismo son las grandes herramientas modernas de envilecimiento y estulticia de las masas, razón por la cual me encanta servirme de ellas aristocráticamente. Cuantos más cretinos se cuenten entre mis seguidores, más caros se venderán mis cuadros.
 [...]
 -Como de costumbre, quince minutos después del desayuno, me pongo una flor de jazmín detrás de la oreja y voy al retrete. En cuanto me he sentado, evacuo una deposición casi inodora. Tanto que al papel higiénico perfumado y a mi florecilla no les cuesta nada imponer su aroma. Es un acontecimiento que bien podría deberse a los sueños beatíficos y extremadamente placenteros que tengo todas las noches, y que indefectiblemente, en mi caso, anuncian estas defecaciones suaves y sin olor. Entre todas, las de hoy ha sido la más pura, si se acepta el uso del adjetivo en este contexto. A mí no me cabe duda de que este fenómeno responde a mi ascetismo casi absoluto: siento asco y casi horror al recordar cómo eran mis deposiciones en mis depravados tiempos madrileños, que compartí con Lorca y Buñuel, cuando tenía veintiún años. Comparadas con las de hoy, aquellas heces eran repulsivas, ruines, pestilentes, salpicaduras discontinuas, espasmódicas, convulsivas, infernales, ditirámbicas, existencialistas, punzantes y sanguinolentas. Este continuo casi fluido me ha tenido todo el día pensando en la miel de las industriosas abejas.
 [...]
 -¿Qué es Dalí? Una droga.
 -¿Y si resulta que mis bromas van en serio? ¿Y si las verdades que profiero fueran extraordinarias? ¿Y si mis bromas apuntaran a verdades y las verdades no fueran sino horribles chiquilladas? Me paso la vida preguntándome esas cosas, incapaz de saber cuándo finjo y cuándo digo la verdad.
[...]
 -Creo que soy un pintor muy malo, un pésimo escritor e incluso un mal artista. Lo que cuenta es mi don arcangélico de cosmogonía.
 [...]
 -Soy homosexual desde el punto de vista intelectual: en este terreno, prefiero con mucho a los hombres.
 [...]
 -Me es indiferente la opinión de los demás. Lo único que me importa es que se hable de Dalí. Incluso me resigno a que hablen bien.
 [...]
 -Soy el prototipo por excelencia del "perverso polimorfo", fenomenalmente retrasado, que conserva intactas todas las reminiscencias de los paraísos heterogéneos del niño de pecho.
 [...]
 -Puesto que la más excelsa misión del hombre en la tierra consiste en espiritualizarlo todo, los más necesitados son los excrementos.»
 
 [El extracto pertenece a la edición de Plataforma editorial. ISBN: 978-84-96981-73-7.]
 

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