Brisa marina
¡Qué le vamos a hacer!
La carne es tristeY he leído todos los libros.
¡Huir! ¡Allá, huir! ¡Noto ebrios los pájaros
De estar entre los cielos y la espuma
Desconocida! Nada,
Ni los viejos jardines que los ojos reflejan
Retendrá a este corazón que en el mar se hunde
¡Oh, noches! ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el papel vacío que la blancura guarda
Y ni la joven que amamanta a su hijo.
¡Me iré! ¡Vapor que balanceas tu arboladura,
Leva el ancla hacia una naturaleza exótica!
¡Un Hastío, afligido por crueles esperanzas
Aún cree en el supremo adiós de los pañuelos!
Y puede que los mástiles, que a la tormenta invitan
Sean de los que un viento inclina a los naufragios
Sin mástiles, perdidos, sin mástiles, ni fértiles islotes…
Pero, oh corazón mío,
¡Oye los cantos de los marineros!
Limosna
¡Toma el saco, Mendigo!
No lo has engatusadoCría senil de avaro pezón, para moneda
A moneda agotar tu toque de agonía.
Del caro metal saca algún pecado extraño
Y vasto cual nosotros, a manos llenas, lo besamos
¡Sopla que se retuerza! Una ardiente fanfarria.
¡Iglesia con el incienso que todas esas casas
En las paredes cuando mecedor de un claro azul
Sin hablar el tabaco hace rodar las oraciones,
Y el opio poderoso destroza la farmacia!
Piel y vestidos ¿quieres lacerar el satén
Y beber la feliz inercia en la saliva,
Por cafés principescos esperar la mañana?
Con techos rebosantes de ninfas y de velas,
Lanzamos, al mendigo de cristal, un festín.
Y cuando sales, viejo dios, tiritando bajo tus telas
De embalaje, la aurora es un lago de vino de oro
¡Y juras las estrellas tener en el gaznate!
Por no suputar el brillo de tu tesoro,
Puedes al menos adornarte con una pluma, en completas
Servir un cirio al santo en el que aún crees.
No te imagines que digo locuras.
La tierra se abre vieja a quien revienta el hambre.
Otra limosna odio y quiero que me olvides.
Y, sobre todo, hermano, nada de comprar pan.
Rondó II
Si quieres que nos
amemosCon tus labios sin decirlo
Esta rosa lo interrumpe
Por sólo derramar un peor silencio
Nunca cánticos lanzan prontos
El centelleo de la sonrisa
Si quieres que nos amemos
Con tus labios sin decirlo
Mudo mudo entre los aros
Silfo en la púrpura de imperio
Un beso llameante se desgarra
Hasta las puntas de sus alones
Si quieres que nos amemos
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