jueves, 19 de noviembre de 2015

"La señorita de Trevélez".- Carlos Arniches (1866-1943)


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Acto segundo. Escena V
 
Numeriano Galán; luego, Florita

 "Numeriano: (Cae desfallecido sobre un banco.) ¡Ay, Dios mío! Bueno; yo hace quince días que no duermo, ni como ni vivo... ¡Y yo que nunca he debido un céntimo, me he hecho hasta tramposo!... Porque entre los dos perros y el marco, que lo estoy pagando a plazos, se me va la mitad del sueldo. ¡Qué cuadrito!... Don Gonzalo le llama "la mancha", pero quia. Es muchísimo más grande. La Mancha y La Alcarria, todo junto. ¡No le he puesto más que un listón alrededor y me ha subido a veinticinco duros!... ¡Ay!, yo estoy enfermo, no me cabe duda. Tengo dolor de cabeza, inquietud, espasmos nerviosos; porque además de todo esto, esa mujer me tiene loco. Es de una exaltación, de una vehemencia y de una fealdad que consternan. Y luego tiene unas indirectas... Ayer me preguntó si yo había leído una novela que se titula "El primer beso", y yo no la he leído; pero aunque me la supiera de memoria... ¡Esas bromitas, no! Y para colmo, habla con un léxico tan empalagoso, que para estar a su altura me veo negro. Aquí me he venido huyendo de ella... Aquí, siquiera por unos momentos, estoy libre de esa visión horrenda, de esa visión...
 Florita: (Apartando el ramaje del fondo de la fuente, asoma su cara risueña y dice melodiosamente.) ¡Nume!
 Numeriano: (Levantándose de un salto tremendo.) (Aparte.) ¡Cuerno!... ¡La visión!
 Florita: Adorado Nume.
 Numeriano: (Con desaliento.) ¡Florita!
 Florita: (Saliendo, lo mira.) ¡Pero cuán pálido! ¡Estás incoloro! ¿Te has asustado?
 Numeriano: (Desfallecido.) Si me sangran, no me sacan un coágulo.
 Florita: Pues yo, errabunda, hace un rato que de un lado a otro del parterre vago en tu busca. ¿Y tú, amor mío?
 Numeriano: ¡Yo vago también; pero más vago que tú, me había sentado un instante a delectarme en la contemplación de la noche serena y estrellada!...
 Florita: ¡Oh, Nume!... Pues yo te buscaba.
 Numeriano: Pues si yo sé que me buscas, te juro que corro, que corro a tu encuentro.
 Florita: Y dime, Nume: ¿qué hacías en este paradisíaco rincón?
 Numeriano: Rememorarte. (Aparte.) Con más elegancia ni D'Annunzio.
 Florita: ¡Ah, Nume mío, gracias, gracias! ¡Ah, no puedes suponerte cuánto me alegra encontrarte en este lugar recóndito!
 Numeriano: Bueno; pero, sin embargo, yo creo que debíamos irnos, porque si alguien nos sorprendiera arrinconados y extáticos, podía macular tu reputación incólume, y eso molestaríame.
 Florita: ¿Y qué importa, Nume? ¡La felicidad es un pájaro azul que se posa en un minuto de nuestra vida y después levanta el vuelo, y Dios sabe en qué otro minuto se volverá a posar!
 Numeriano: Sí; pero figúrate que ahora viene el pájaro y se posa; pero luego pasa uno y nos lo espanta y encima lo divulga, y ¿qué pasa? Pues que te pesa. Hay que estar en todo. (Intenta irse.)
 Florita: (Deteniéndole.) Nume, no seas tímido. La dicha es efímera. Siéntate, Nume.
 Numeriano: No me siento, Florita. (Aparte.) ¡A solas la tengo pánico!
 Florita: Anda, siéntate, porque quiero en este rincón de ensueño pedirte una revelación... (Le obliga a sentarse.)
 Numeriano: ¡Una revelación!... Bueno; si eres rápida y sintética, atenderéte; pero si no, alejaréme. Habla.
 Florita: Vamos a ver, Nume, con franqueza, ¿por qué te he gustado yo?
 Numeriano: Por nada.
 Florita: ¿Cómo?
 Numeriano: Quiero decir que no me has gustado por nada y... me has gustado por todo. Te he encontrado...
 Florita: ¿Qué?... ¿Qué?...
 Numeriano: Te he encontrado un no sé qué... un qué sé yo... un algo así, indefinible; un algo raro. ¡Raro, ésa es la palabra!
 Florita: Bueno, ¿qué te han gustado más, los ojos, la boca, el pie?
 Numeriano: Ah, eso, no, no...; detallar, no he detallado. Me gustas en globo, vamos...
 Florita: ¡En globo! ¡Qué concepto tan elevado!
 Numeriano: Sí; elevadísimo; lo más elevado posible..., como corresponde a mi admiración".
 

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