VI.- Dificultades de la teoría
Doctrina utilitaria; hasta qué punto es verdadera. Belleza; cómo se adquiere.
"Con respecto a la creencia de que seres orgánicos han sido creados hermosos para recreo del hombre, creencia que se ha anunciado como subversiva de toda mi teoría, debo primero hacer notar que el sentido de la belleza depende evidentemente de la naturaleza del espíritu, con independencia de toda cualidad real en el objeto admirado; y que la idea de lo que es hermoso, ni es innata ni inalterable. Vemos esto, por ejemplo, en los hombres de razas diferentes, que admiran un tipo enteramente distinto de belleza en sus mujeres. Si los objetos hermosos hubieran sido creados únicamente para goce del hombre, habría que probar que antes de que el hombre apareciese había menos belleza en la faz de la tierra que desde que él se presentó en escena. ¿Fueron las magníficas volutas y conchas cónicas del período eoceno, y las graciosamente esculpidas amonitas del período secundario, creadas para que el hombre pudiese muchos siglos después admirarlas en su gabinete? Pocos objetos hay más hermosos que las delicadas cajas silíceas de las diatomeas. ¿Fueron éstas creadas para que se examinaran y admiraran después de inventarse los microscopios de más fuerza? La belleza en este último caso, y en otros muchos, parece ser debida por completo a la simetría del crecimiento. Las flores se encuentran entre las producciones más hermosas de la naturaleza; pero se han hecho visibles por contrastes con las hojas verdes y, por consiguiente, hermosas al mismo tiempo para que puedan ser fácilmente observadas por los insectos. He llegado a esta conclusión porque he encontrado ser regla invariable que, cuando una flor es fecundada por el viento, jamás tiene corola de vistosos colores. Algunas plantas producen habitualmente dos clases de flores: abierta y de colores la una, para atraer a los insectos; la otra cerrada, incolora, sin néctar y jamás visitada por aquellos. De aquí podemos deducir que, si no se hubieran desarrollado los insectos en la superficie de la tierra, nuestras plantas no hubieran estado pobladas de hermosas flores, sino que hubieran producido solamente flores tan pobres como las que vemos en nuestros pinos, encinas, nogales y fresnos, o en las hierbas, espinacas, ortigas, etc. que son todas fecundadas por la intervención del viento. Una serie semejante de argumentos tiene aplicación a las frutas; que una fresa o una cereza madura, es tan agradable a la vista como al paladar; que la fruta de hermosos colores del árbol bonetero y los granos escarlata del acebo son objetos hermosos, es por todos admitido. Pero esta belleza sirve meramente de guía a los pájaros y a las bestias para que puedan devorar el fruto y diseminar las semillas en el estiércol; infiero que así sucede por no haber encontrado todavía excepción a la regla de que, cuando las semillas están en el interior de un fruto de cualquier clase, esto es, envueltas en una masa carnosa o pulposa, si el fruto tiene color o algún tinte brillante o se hace visible, por ser blanco o negro, son aquellas diseminadas siempre de este modo.
Por otra parte, admito voluntariamente que un gran número de animales machos, como todos nuestros pájaros más primorosos, algunos peces, reptiles y mamíferos, y una caterva de mariposas de magníficos colores, han sido hechos hermosos sólo en aras de la belleza; pero esto se ha efectuado por medio de la selección sexual, esto es, porque las hembras han preferido continuamente a los machos más hermosos, y no para deleite del hombre. Lo mismo sucede con la música de los pájaros. Podemos deducir de todo esto, que existe en una gran parte del reino animal un gusto muy semejante por los colores hermosos y los sonidos musicales. Cuando la hembra tiene colores tan bellos como los del macho, lo cual sucede frecuentemente en las aves y mariposas, consiste al parecer en que los colores adquiridos por medio de la selección sexual, han sido transmitidos a los dos sexos en vez de serlo solamente a los machos. Cómo se desarrolló primero en la mente del hombre y de los animales inferiores el sentido de la belleza en su forma más simple, esto es, la especie particular de placer que motivan ciertos colores, formas y sonidos, es un punto oscurísimo. El mismo género de dificultades se presenta si tratamos de averiguar por qué ciertos sabores y colores causan placer, y otros al contrario. El hábito en todos estos casos parece haber entrado en juego hasta cierto punto; mas debe de haber alguna causa fundamental en la constitución del sistema nervioso de cada especie".
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