sábado, 14 de noviembre de 2015

"La lozana andaluza".- Francisco Delicado (1480-1535)


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 Mamotreto L
 "Cómo la Lozana va a ver a este gentilhombre, y dice subiendo:
 Lozana: Más sabe quien mucho anda que quien muncho vive, porque quien muncho vive cada día oye cosas nuevas y quien mucho anda ve lo que ha de oír. ¿Es aquí la estancia?
 Herjeto: Señora, sí, entrá en aquella cámara, que está mi amo en el lecho.
 Lozana: Señor mío, no conociéndo's quise venir, por ver gente de mi tierra.
 Trujillo: Señora Lozana, vuestra merced me perdone, que yo había de ir a homillarme delante de vuestra real persona, y la pasión corporal es tanta que puedo decir que es interlineal. Y por esto me atreví a suplicalla me visitase malo porque yo la visite a ella cuando sea bueno, y con su visitación sane. (A Herjeto:) ¡Va tú, compra confites para esta señora!
 Lozana: ¡Nunca en tal me ví! Mas veré en qué paran estas longuerías castellanas.
 Trujillo: Señora, alléguese acá, y contalle he mi mal.
 Lozana: Diga, señor, y en lo que dijere veré su mal, aunque debe ser luengo.
 Trujillo: Señora, más es ancho que luengo. Yo, señora, oí decir que vuestra casa era aduana y, para despachar mi mercadancía, quiero ponella en vuestras manos para que entre esas señoras, vuestras contemporáneas, me hagáis conocer para desempachar y hacer mis hechos; y como yo, señora, no estó bueno muchos días ha, habéis de saber que tengo lo mío tamaño y, después que venistes, se me ha alargado dos o tres dedos.
 Lozana: ¡En boca de un perro! Señor, si el mal que vos tenéis es natural, no hay ensalme para él, mas si es accidental, ya se remediará.
 Trujillo: Señora, querría aduanallo por no perdello; meté la mano, y veréis si hay remedio.
 Lozana: ¡Ay triste! ¿de verdad tenéis esto malo? ¡Y cómo está valiente!
 Trujillo: Señora, yo he oído que tenéis vos muy lindo lo vuestro, y quiérolo ver por sanar.
 Lozana: ¡Mis pecados me metieron aquí! Señor, si con vello entendéis sanar, veislo aquí; mas a mí porque vine, y a vos por cuerdo, nos habían d'escobar.
 Trujillo: Señora, no hay que escobetear, que mi huéspeda escobeteó esta mañana mi ropa. Lléguese vuestra merced acá, que se vean bien, porque el mío es tuerto y se despereza.
 Lozana: Bien se ven si quieren.
 Trujillo: Señora, bésense.
 Lozana: Basta haberse visto.
 Trujillo: Señora, los tocos y el tacto es el que sana, que así lo dijo Santa Nefija, la que murió de amor suave.

 Mamotreto LI
Cómo se fue la Lozana corrida, y decía muy enojada:
 Lozana: Esta venida a ver a este guillote me porná escarmiento para cuanto viviere. "Nunca más perro a molino", porque era más el miedo que tenía que no el gozo que hube, que no osaba ni sabía a qué parte me echase. Éste fue el mayor aprieto que en mi vida pasé; no querría que se supiese por mi honra. ¡Y dicen que vienen d'España muy groseros! ¡A la fe, éste más upo que yo! Es trujillano, por eso dicen: "perusino en Italia, y trujillano en España, a todas naciones engaña". Este majadero ha querido descargar en mí por no pagar pontaje, y veréis que a todas hará d'esta manera, y a ninguna pagará: yo callaré por amor del tiempo. ¡La vejez de la pimienta le venga! Engañó a la Lozana, como que fuera yo Santa Nefija, que daba a todos de cabalgar en limosna. ¡Pues no lo supiera ansí hordir Hernán Centeno! Si yo esto no lo platicase con alguno, no sería ni valdría nada si no lo celebrásemos al dios de la risa, porque yo sola me sonrío toda de cómo me tomó a manos. Y mirá que, si yo entendiera a su criado, bien claro me lo dijo, que bien mirado, ¿qué me podía a mí dar uno que es estado en la posada del señor don Diego, sino fruta de hospital pobre? En fin, "la codicia rompe el saco". Otro día no me engañaré, aunque bien me supo; mas quisiera comer semejante bocado en placer y en gasajo. Pedro de Urdemalas no supiera mejor enredar como ha hecho este bellacazo, desflorador de coños. Las paredes me metió adentro. Ansí me vea yo gran señora, que pensé que tenía mal en lo suyo, y dije: "aquí mi ducadillo no me puede faltar", y él pensaba en otro. No me curo, que en él va el engaño, pues me quedan las paredes enhiestas. Quiero pensar qué diré a mi criado para que mire por él, mas no lo vi vestido. ¿Qué señas daré d'él, salvo que a él le sobra en la cara lo que a mí me falta?"   

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