XI
12 de febrero de 1971
"Delgadina ha estado llorando a lágrima viva todo el día de los novios, los amigos y los que aunque casados, siguen siendo novios. Es el día de San Valentín, y no ha habido quien la invite a bailar. (¿Qué vamos a decir de los bailes que no esté ya dicho hasta la saciedad por los moralistas? Pues diremos que, excepto los populares o regionales, los bailes son gravemente deshonestos. ¿Cuándo no lo serán? Cuando la que baile lleve un buen cilicio.
Cuando, mientras dance, esté meditando en el juicio final.
Cuando su pareja, en vez de piropear, rece jaculatorias.
Cuando, en vez de un twist, la banda toque el Tantum Ergo.
Cuando, en los bailes, no se beba sino agua clara.
Cuando, la que baile, no se depile las cejas.)
No ha recibido un solo regalo, una triste tarjeta o una vil felicitación: nada. Y ella ya sabe que esas son cosas de los comerciantes para enriquecerse a costillas de la ilimitada estulticia humana (eso es, que se vea que ésta es una novela de denuncia), pero de cualquier manera le rechoca que nadie se haya acordado de ella en momentos tan difíciles. Quiere entrar a estudiar sicología y no ha podido pagar las materias que le faltan: Física, Matemáticas y Biología. Ella para qué quiere las matemáticas si va a ser sicóloga. La Biología todavía, porque trae cosas del sistema nervioso, pero le recontrachocan las preguntas sobre la fotosíntesis: si no va a ser sicóloga de plantas. Pero es inútil, esa gente es tan terca y tan dura como el ogro y cada vez está viendo más difícil su ingreso en la universidad. ¿Cuándo se dará cuenta la juventud de que la docencia es el oficio de tinieblas mentales y que, quienes lo practican, no pueden enseñar más que la conjugación del verbo yo en todas sus horrísonas declinaciones? Y ahora faltan diez para las nueve y va a empezar "Latinoamérica presente", un testimonio elocuente del diario devenir del hombre, un intento de lanzar un puente de comunicación entre las conciencias latinoamericanas, un programa hondamente comprometido con el momento histórico que nos ha tocado vivir. Delgadina descubrió ese programa por casualidad y ahora lo escucha siempre. Se ha enamorado de esa voz viril y mundana y ha prometido ligárselo a como dé lugar. De ahí que esté tomando clases con el Negro Ojeda para tener la excusa e irrumpir en su programa. ¿Son incompatibles la instrucción y las virtudes? ¡Claro que no! Pero en todo caso, hay que dar preferencia a la mujer virtuosa sin instrucción antes que a la instruida sin virtudes. ¿Hablo con René Lupino? Servidor. Mire... bueno, mira, René, ¿te importa que rompa el turrón? Yo soy una consecuencia de tu programa, soy de izquierdas, vivo para cantar canciones latinoamericanas (que son como el desierto de los leones que ni es desierto ni tiene leones), ya me sé "Los ejes de mi carreta", "Eso de jugar a la vida" y me estoy aprendiendo "Plegaria a un labrador"... dame una oportunidad de participar, aunque sea para cantar una piececita o para ayudarte en cualquier cosa. ¿Quiere conocer realmente al Cisne? Consulte la sección amarilla del Directorio. Radio Sur... Radio Sur... Radio Sur... Has de despreciar todo, hasta la Gloria, si para alcanzarla tienes que arrancar un jirón de tu dignidad o de tu honra.
21 de marzo de 1971
Pues a mí me fue muy mal el año pasado, pero en éste las cosas cambiaron. Conocí a René Lupino. Un día agarré mi guitarra y me fui a Radio Sur. Llegué con los huevos hasta aquí, bueno, con los ovarios; y él me calcó con una sola mirada. Le dicen el Cisne de puros cabrones que son, pero es sensacional. Le envidian porque usa camisas de seda firmadas. Luego mis amigas decían que cómo podía andar con un tipo tan feo, tan chaparro, tan mamón y, para acabarla de embarrar, sin pescuezo (la calumnia consiste en decir del prójimo culpas o defectos que no tiene, o exagerar los que tiene); pero a mí me valía madres que no tuviera cuello y me enamoré a primera vista. Para hacerse amar sólo con la mirada, manténganse castamente el cuerpo y el espíritu durante seis días".
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