VI
"No idolatrar nada es casi la única cosa,
Numicio,
la sola que puede hacerle y conservarle a
uno feliz.
Este sol y las estrellas y estaciones que
a su tiempo
pasan hay quien las contempla impermeable
al miedo.
¿Qué piensas de los dones de la tierra?
¿Qué de los del
mar que enriquece a los lejanos árabes e
indos? ¿Y de los
juegos, aplausos y honores del amigo
Quirite? ¿Cómo
crees que se deben contemplar, con qué
impresión o cara?
Quien teme el infortunio casi se embelesa
igual que
el ambicioso; las dos ansiedades son
molestas
y a la vez consterna a ambos la impresión
imprevista.
¿Goce o duela, desee o tema, qué hace al
caso,
si cualquier cosa que ve mejor o peor que
su esperanza,
le deja parado, fijos los ojos, el ánimo
y el cuerpo?
Al sabio llamaríamos insensato, al justo
injusto,
si buscara la virtud misma más allá de lo
bastante.
Hala, embóbate con la plata, el mármol viejo,
bronces y
obras de arte, admira los colores tirios
con las gemas.
Disfruta de que te contemplen mil ojos,
mientras hablas.
Ve diligente al Foro por la mañana, de
tarde a casa,
para que no coseche más trigo en los
campos de la dote
Muto (y cosa indigna, y que es de peor
estirpe)
éste sea más admirable para ti que tú
para él.
Cuanto está bajo tierra lo sacará al
solecito el tiempo,
soterrará y esconderá lo que brilla. Por
muy famoso
que el Pórtico de Agria, la Vía de Apio
te hayan visto,
te queda ir adonde bajaron Numa y Anco.
Si
tus riñones o pulmones están afectados por agudo mal,
busca escapar a la enfermedad. Quieres
vivir bien, ¿verdad?
Si la virtud es lo único que puede
ofrecer esto, ea,
sé valiente, abandona los caprichos.
Crees que la virtud es
una palabra, el bosque leña: cuida que
otro no ocupe
los puertos, no perder negocios en Cíbira
y Bitina;
redondea la suma de mil talentos, después
otros tantos,
venga una tercera tanda y la que cuadre
el montón.
Normal: don Dinero regala mujer con dote,
influencias y amistades, alcurnia y hasta
belleza, y al
que está forrado adornan las diosas
Seducción y Gracia.
Rico en esclavos, el rey de los
capadocios carece de
efectivo. No seas tú así. Lúculo, según
cuentan,
preguntado si podía proporcionar cien
clámides para una
función, dijo: "¿Tantas? Lo dudo,
pero buscaré y cuantas
tenga te enviaré." Poco después le
escribe que tenía en casa
cinco mil clámides, que se llevara parte
o todas.
Yerma es la casa sin un gran excedente
que pase
inadvertido al dueño y aproveche a cacos.
Conque,
si sólo el dinero puede hacerle y
conservarle a uno feliz,
ponte a ello el primero y sé el último en
dejarlo.
Si
apariencia e influencia traen la fortuna, compremos
un esclavo que nos sople nombres, nos dé
un codazo
en el costado izquierdo y nos obligue a
tender la mano
al cruzar la calle: "Éste influye
mucho en la tribu Fabia,
aquél en la Velina. Éste sin inmutarse
dará fasces y quitará
marfil curul a placer". Añade
"hermano" o "padre":
sé donoso al meter a cada uno por edad en
la familia.
Si
quien cena vive bien, está todo claro: vayamos
adonde lleva la gula, pesquemos, cacemos,
como antaño
Gargilio, que mandaba a trampas,
venablos, criados cruzar
por la mañana el Foro y el Campo
atestados, para que uno
de sus muchos mulos volviera con un
jabalí comprado
para pública contemplación. Bañémonos
inflados por
la digestión, olvidando qué es decente y
qué no, dignos de
la cera de Cere, viciosa tripulación de
Ulises de Ítaca,
para quienes mejor fue el placer
prohibido que su patria.
Si, como juzga Mimnermo, sin los placeres del
amor
no existe alegría, pues vive en los
placeres del amor.
Vive la vida, adiós. Si sabes mejores
preceptos que éstos,
sé tan amable de compartirlos; si no, usa
de éstos conmigo".
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