"Vendemos la casa de Nina y compramos otra sin pasado.
Cuando llevo a mi madre, ella me dice:
-Es extraño... No me creerás si te lo digo.
-¿Qué...?
-Anoche soñé con esta casa.
No fue anoche.
Es un barrio inofensivo.
Nada más que un tonto me molesta. Se viste de mecánico (lo es) y no pisa si lo ocupa su taller, que está en otra parte. Pero si se queda, durante el descanso, prefiere la calle y su pandilla de la esquina. Se vuelve gutural. Imita al mono y a otros animales. Me parece que es un recurso para que el grupo no lo excluya. Si está solo, toma una piedra y da contra los caños huecos del alumbrado. Golpea y aplica la oreja a la columna. Escucha. Cuando la vibración se acaba, vuelve a golpear.
Vive en la pensión de enfrente, la de tres patios. Creo que es el hijo de la dueña.
Considero al hombre como hacedor de ruidos.
Sus ruidos son diferentes de los ruidos cósmicos y los ruidos de la Naturaleza.
El hombre es emisor natural de sonidos: la voz (el habla y el canto). Pero también los produce con instrumentos: una piedra, un hierro, batidos contra algo; los medios de hacer música, la máquina... (El ruido-máquina.)
La máquina es útil. No su ruido, peor si se exagera o no se modera. Corrientemente, ni se modera ni se controla ni se reprime. Produce, en quien lo genera, una euforia de poder (¿poder agresivo?).
Los seres humanos son generadores de sonidos. Son (los demás).
Yo tendría que recelar de la vecindad de toda la gente. Y no es ésa mi actitud: soy más bien confiado.
Hay un ruido... material.
Y hay otro ruido que es... ¿cómo es?
Viene de las personas mismas, o de las condiciones que crean las personas, o la convivencia.
A veces se percibe como un bloqueo, como una onda o infiltración sonora o un susurro opresivo y deprimente.
Tampoco es así. No es posible oírlo. Esas características hay que suponerlas o adivinarlas. Lo que de él se capta, se recibe, son las consecuencias. Esencialmente -como el otro, el ruido material- perturba. Es tan intensa su gravitación que desequilibra, no los sentidos... ¿qué?
¿Es un ruido...? Sí, tiene que constituir un ruido, un ruido de guerra, destructor y no aparente. Un instrumento de-no-dejar-ser.
(Divago. Creo que este razonamiento ha sido una ráfaga de sinrazón.)
[...]
Si el mono me molesta es porque lo escucho; si escucho al mono, sus golpes de caños y la pandilla de la esquina es porque mi dormitorio se vuelca, por el balcón, hacia la calle.
Si ahora me sobresalto por esa radio al pie de la ventana es porque a doscientos metros discurre la Avenida de Acceso y los camioneros de carga se salen de ella, de su tránsito rápido, y se apoderan de las calles tranquilas. Estacionan delante de una casa, comen a la sombra, duermen en la cucheta de la cabina, se ponen ropas de ciudad y hacen de la ciudad un puerto. Los camiones de carga tienen receptor de radio.
Desde el balcón les discuto su radio y su derecho de acampar entre viviendas".
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