jueves, 29 de octubre de 2015

"Don Álvaro o la fuerza del sino".- Duque de Rivas (1791-1865)

 
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Jornada Segunda. Escena primera
 
 "Mesonero: (Toma la bota y se pone de pie.) Jesús, por la buena compañía, y que Dios nos dé salud y pesetas en esta vida y la gloria en la eterna. (Bebe.)
 Todos: Amén. (Pasa la bota de mano en mano.)
 Estudiante: (Después de beber.) Tío Trabuco, tío Trabuco, ¿está usted ya con los angelitos?
 Tío Trabuco: Con las malditas pulgas y con sus voces de usted, ¿quién puede estar sino con los demonios?
 Estudiante: Queríamos saber, tío Trabuco, si esa persona de alfeñique que ha venido con usted y que se ha escondido de nosotros, viene a ganar el jubileo.
 Tío Trabuco: Yo no sé nunca a lo que van ni vienen los que viajan conmigo.
 Estudiante: Pero... ¿es gallo o gallina?
 Tío Trabuco: Yo, de los viajeros, no miro más que la moneda, que ni es hembra ni es macho.
 Estudiante: Sí, es género epiceno; como si dijéramos, hermafrodita... Pero veo que usted es muy taciturno, tío Trabuco.
 Tío Trabuco: Nuca gasto saliva en lo que no me importa. Y buenas noches, que se me va quedando la lengua dormida, y quiero guardarle el sueño, sonsoniche.
 Estudiante: Pues, señor, con el tío Trabuco no hay emboque. Dígame usted, nostrama, (a la Mesonera), ¿por qué no ha venido a cenar el tal caballerito?
 Mesonera: Yo no sé.
 Estudiante: Pero, vamos, ¿es hembra o varón?
 Mesonera: Que sea lo que sea, lo cierto es que le vi el rostro, por más que se lo recataba, cuando se apeó del mulo, y que lo tiene como un sol, y eso que traía los ojos, de llorar y de polvo, que daba compasión.
 Estudiante: ¡Oiga!
 Mesonera: Sí, señor, y en cuanto se metió en ese cuarto, volviéndome siempre la espalda, me preguntó cuánto había de aquí al convento de los Ángeles, y yo se lo enseñé desde la ventana, que, como está tan cerca, se ve clarito, y...
 Estudiante: ¡Hola, conque es pecador que viene al jubileo!
 Mesonera: Yo no sé; luego se acostó, digo se echó en la cama vestido, y bebió antes un vaso de agua con unas gotas de vinagre.
 Estudiante: Ya; para refrescar el cuerpo.
 Mesonera: Y me dijo que no quería luz, ni cena, ni nada, y se quedó como rezando el Rosario entre dientes. A mí me parece que es persona muy...
 Mesonero: Charla, charla... ¿Quién diablos te mete en hablar de los huéspedes?... ¡Maldita sea tu lengua!
 Mesonera: Como el señor licenciado quería saber...
 Estudiante: Sí, señora Colasa; dígame usted...
 Mesonero: (A su mujer.) ¡Chitón!
 Estudiante: Pues, señor, volvamos al tío Trabuco. ¡Tío Trabuco, tío Trabuco! (Se acerca a él y le despierta.)
 Tío Trabuco: ¡Malo!... ¿Me quiere usted dejar en paz?
 Estudiante: Vamos, dígame usted: esa persona, ¿cómo viene en el mulo, a mujeriegas o a horcajadas?
 Tío Trabuco: ¡Hay, qué sangre!... De cabeza.
 Estudiante: Y, dígame usted, ¿de dónde salió usted esta mañana, de Posadas o de Palma?
 Tío Trabuco: Yo no sé sino que tarde o temprano voy al cielo.
 Estudiante: ¿Por qué?
 Tío Trabuco: Porque ya me tiene usted en el purgatorio.
 Estudiante: (Se ríe.) ¡Ah, ah, ah!... ¿Y va usted a Extremadura?
 Tío Trabuco: (Se levanta, recoge sus jalmas y se va con ellas muy enfadado.) No, señor, a la caballeriza, huyendo de usted, y a dormir con mis mulos, que no saben latín ni son bachilleres".
 


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