jueves, 11 de junio de 2015

"Los deberes de los corazones".- Ibn Paquda (h. 1050)

 
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 Capítulo tercero
Artículo noveno: Descripción, de modo resumido, de los misterios de la creación del género humano en esta vida
 
 "-El alma: Sin este deseo ardiente, no lograré averiguar nada del secreto que se oculta de mi vida.
 -La razón: Respecto al secreto de tu existencia, te diré que, puesto que el Creador, ensalzado sea, te creó de la nada en medio de las substancias espirituales, queriendo honrarte y elevar tu rango hasta el de los privilegiados y selectos que se hallan cerca de la luz de su gloria, y volcando sobre ti toda clase de beneficios y bienes, no serás digno de nada de todo esto, si no cumples tres cosas:
 Primera: Quitar el velo de tu ignorancia para que quedes iluminado con su sabiduría. Segunda: poner a prueba tu libertad eligiendo entre someterte a Dios o desobedecerle. Tercera: ser austero en esta vida y soportar las penalidades que comporta el estar al servicio de Dios, a fin de que seas elevado al estatuto de los ángeles y de los que perseveran, acerca de los cuales dijo el Santo. "Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a cumplir su palabra" [Salmos, 103,20].
 Pero esto no te hubiera sido posible si no hubieras continuado en tu estado primitivo [de ignorancia y carencia de todo]. En efecto: el Creador, ensalzado sea, creó sabiamente para ti este mundo con todos los minerales, plantas y animales que contiene, disponiéndolo todo para tu utilidad con el orden más sabio y el gobierno más inteligente. Así, eligió para ti un templo, tu cuerpo, magníficamente construido a base de los mejores materiales y haciéndolo similar al resto del universo, en sus fundamentos, en lo que se deriva de éstos y en su forma. Luego, te abrió en ese templo cinco puertas al mundo, poniendo cinco porteros de su confianza, uno en cada una. Estas puertas son los órganos de los sentidos, a saber: los dos ojos, las dos orejas, la nariz, la lengua, las dos manos. Y los poteros son los sentidos que emplean aquellos órganos, es decir: el sentido de la vista, el del oído, el del olfato, el del gusto y el del tacto, con los cuales puedes cubrir todas tus necesidades en esta vida. Después, te preparó dentro también del templo de tu cuerpo, distintas mansiones para los cuatro comandantes del mismo, a saber: el estómago, el corazón, el hígado y los testículos.
 Luego, preparó igualmente cuatro almacenes para los cuatro encargados, a saber, para la fuerza aprehensiva, la fuerza retentiva, la fuerza digestiva y la fuerza expulsora. Los almacenes o sedes son, por una parte, las dos bilis, es decir, la bilis negra y la bilis amarilla, y, por otra, las mucosidades y la sangre que sirven para utilidad del templo, irrigándolo.
 A continuación, distribuyó la servidumbre fuera y dentro de la casa, para que la cuidasen y mantuviesen. Los de dentro, por ejemplo, son las vísceras, las entrañas, los músculos, los nervios y las arterias. Los de fuera: las dos manos, los dos pies, la lengua, los órganos sexuales, las uñas, los dientes y otras cosas parecidas.
 Después, te preparó en el templo de tu cuerpo unas conexiones que hiciesen de intermediarios entre lo espiritual y lo corporal, a saber: la sangre, el calor natural y el espíritu animal. Con todo esto trabó sólidamente el templo, con una unión armoniosa, la cual tiene su fundamento en el poder y sabiduría de Dios, ensalzado sea, a fin de que se cumplieran en ti las tres cosas que te mencioné antes.
 Seguidamente, puso a tu especial disposición dos ministros e hizo que estuviesen pendientes de ti dos secretarios. Del mismo modo, te dio unos sirvientes e intendentes para que te atendiesen en este mundo según tus necesidades.
 Los dos ministros son: uno, la razón, la cual te guía hacia todo aquello que gusta a Dios. El otro, la concupiscencia, que es la encargada de empujarte al error y a cuanto enoja a Dios, tu Creador. Los dos secretarios son: uno, el que anota tus buenas obras, hechas por ti tanto en secreto como en público, tanto en lo exterior como en lo oculto, y que están llevadas a cabo por los colaboradores que te he mencionado antes, tales como los porteros, comandantes, encargados, sirvientes, ministros, intendentes y asistentes. El segundo secretario es el que registra las obras malas lo mismo que he dicho acerca de las obras buenas.
 Los intendentes y asistentes son las disposiciones psíquicas. Por ejemplo: el contento y la preocupación, la alegría y la tristeza, el recuerdo y el olvido, la ciencia y la ignorancia, la valentía y la cobardía, la justicia y la injusticia, el pudor y la desvergüenza, la esperanza y el temor, el amor y el odio, el placer y el dolor, la soberbia y la humildad, el deseo de poder y el de humillarse, y otras muchas cosas semejantes de las cuales te sirves en tu interior".   

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