Libro V, XIII (Marcial es pobre, pero famoso)
Soy pobre, lo confieso, y siempre lo he sido,
Calístrato; pero no soy un caballero desconocido y poco considerado, sino que
leído por muchos en todo el mundo y, al verme, dicen “éste es”. Y lo que la
muerte concede a muy pocos, a mí me lo ha dado la vida. Por tu parte, tu casa
se apoya sobre cientos de columnas y tu arca
encierra riquezas propias de un liberto, y siembra para ti una gran parte de la
tierra de Silene, la del Nilo, y Parma de la Galia te esquila rebaño sin cuento. Esto somos tú
y yo: pero lo que yo soy tú no puedes serlo; lo que tú eres puede serlo cualquiera
del pueblo.
Libro X, LXII (¡Vacaciones!)
Maestro de escuela, deja descansar a tu
inocente cuadrilla. Ojalá que, a cambio, numerosos melenudos oigan tus
lecciones y se encariñen de ti los que hacen coro a tu delicada mesa y que
ningún contable ni un rápido escribiente se vean rodeados por un corro mayor.
Los días luminosos se abrasan con los fuegos del León y el ardiente julio cuece
las mieses ya tostadas. El cuero escítico, erizado de horribles correas, con el
que fue azotado Marsias de Celenas, y las tristes palmetas, cetro de los
pedagogos, que descansen y duerman hasta
los idus de octubre: en el verano, los niños, si están sanos, bastante
aprenden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza tu comentario: