Acto tercero
Escena XX
Sale el Juez.
y con especial cuidado / y diligencia asistí.
Haciendo averiguación / del cometido delito,
una hoja no se ha escrito / que sea en comprobación;
porque, conformes a una, / con un valeroso pecho,
en pidiendo quién lo ha hecho / responden: Fuente Ovejuna.
Trescientos he atormentado / con no pequeño rigor,
y te prometo, señor, / que más que esto no he sacado.
Hasta niños de diez años / al potro arrimé, y no ha sido
posible haberlos inquirido / ni por halagos ni engaños.
Y pues tan mal se acomoda / el poderlo averiguar,
o los has de perdonar / o matar la villa toda.
Todos vienen ante ti / para más certificarte:
de ellos podrás informarte.
Rey: Que entren, pues vienen, diles.
Escena XXI
Salen los dos alcaldes, Frondoso, las mujeres y los villanos que quisieren.
Frondoso: Y en Castilla poderosos.
Laurencia: Por mi fe, que son hermosos: / ¡bendígalos San Antón!
Isabel: ¿Los agresores son éstos?
Alcalde Esteban: Fuente Ovejuna, señora,
que humildes llegan agora / para serviros dispuestos.
La sobrada tiranía / y el insufrible rigor
del muerto Comendador, / que mil insultos hacía,
fue el autor de tanto daño. / Las haciendas nos robaba
y las doncellas forzaba, / siendo de piedad extraño.
Frondoso: Tanto, que aquesta zagala / que el cielo me ha concedido,
en que tan dichoso he sido / que nadie en dicha me iguala,
cuando conmigo casó, / aquella noche primera,
mejor que si suya fuera, / a su casa la llevó.
Y a no saberse guardar / ella, que en virtud florece,
ya manifiesto parece / lo que pudiera pasar.
Mengo: ¿No es ya tiempo que hable yo? / Si me dais licencia, entiendo
que os admiraréis, sabiendo / del modo que me trató.
Porque quise defender / una moza, de su gente
que, con término insolente, / fuerza la querían hacer,
aquel perverso Nerón / de manera me ha tratado,
que el reverso me ha dejado / como rueda de salmón.
Tocaron mis atabales / tres hombres con tal porfía,
que aun pienso que todavía / me duran los cardenales.
Gasté en este mal prolijo, / porque el cuero se me curta,
polvos de arrayán y murta, / más que vale mi cortijo.
Alcalde Esteban: Señor, tuyos ser queremos / Rey nuestro eres natural,
y con título de tal / ya tus armas puesto habemos.
Esperamos tu clemencia, / y que veas, esperamos,
que en este caso te damos / por abono la inocencia.
Rey: Pues no puede averiguarse / el suceso por escrito,
aunque fue grave el delito, / por fuerza ha de perdonarse.
Y la villa es bien se quede / en mí, pues de mí se vale,
hasta ver si acaso sale / comendador que la herede.
Frondoso: Su Majestad habla, en fin, / como quien tanto ha acertado.
Y aquí, discreto senado, / Fuente Ovejuna da fin.
FINIS".
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