jueves, 14 de febrero de 2019

Bobos* en el paraíso.- David Brooks (1961)


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7.-La política y más allá
El proyecto

«[...] los Bobos* tienen un proyecto que dará forma a la política en los años venideros. Su proyecto político consiste en corregir los excesos de las dos revoluciones sociales que los auparon al poder.
 Los bohemios sesenta y los burgueses ochenta eran polos opuestos en muchos sentidos, pero compartían dos valores fundamentales, el individualismo y la libertad. Los escritores de ambas décadas defendían de boquilla la acción comunitaria y las instituciones locales, pero el esfuerzo principal se dirigía a liberar al individuo. La revuelta bohemia de los sesenta giraba en torno a la libertad cultural, la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, la libertad sexual. Trataba de eliminar las restricciones sociales y las actitudes conformistas, huir de los efectos atontadores de las grandes burocracias y la autoridad abrumadora. Por su parte, el resurgimiento burgués de los años ochenta amplió la libertad económica y política. La economía fue desregulada y privatizada a fin de desencadenar las fuerzas emprendedoras. El estado nodriza fue atacado y en algunos casos obligado a batirse en retirada. El apoltronamiento empresarial tocó a su fin, y las grandes burocracias empezaron a desmantelarse. Aún en 1994, los republicanos del Congreso llegaron al poder haciéndose llamar la Coalición del Dejadnos en Paz. Querían librar a la gente del gobierno a fin de maximizar la libertad individual.
 Muchas de las personas que lideraron los movimientos sociales y políticos de los sesenta y los ochenta creían ingenuamente que una vez que desaparecieran las antiguas restricciones y el individuo viviera en libertad, florecerían de forma automática mejores formas de vida. Pero la vida no es tan sencilla. [...] En los noventa, los norteamericanos tenían cada vez más la sensación de que algo debía cambiar. Los sesenta y los ochenta pretendieron ampliar la libertad y el individualismo, y ahora los Bobos se enfrentan a la tarea de lidiar con un exceso de libertad e individualismo.
 Por estas razones, las dos palabras clave del proyecto político Bobo, como ya entrevimos en el capítulo anterior, son comunidad y control. En toda la sociedad norteamericana vemos numerosos esfuerzos por restablecer la cohesión social, reafirmar la autoridad y, en esencia, reagrupar las energías liberadas en el último cuarto de siglo. [...] En todo el país, los responsables legislativos intentan controlar los contenidos basura en Internet, controlar las armas, controlar la publicidad de tabaco y controlar, o al menos etiquetar, los programas televisivos y videojuegos de contenido violento. El país asiste a una ola histórica de reformas del sistema de beneficencia, a consecuencia de la cual los organismos locales, estatales y federales han impuesto más reglas y restricciones a los destinatarios de las ayudas sociales. Numerosas ciudades de todo el país han reinstaurado el control de la mendicidad, la indigencia, el consumo de alcohol en público e incluso el hecho de tirar basura al suelo. Los programas de iniciativas comunitarias han conferido a la policía más autoridad cotidiana en las zonas de gran delincuencia.
 [...] Los líderes políticos de ambos partidos abogan por el retorno de los uniformes a la escuela pública. Los niños son objeto de control y vigilancia en sus cápsulas de consejos y normas. Por ejemplo, la preocupación actual por la seguridad de los niños no tiene precedentes, lo cual sin duda forma parte de nuestros desesperados esfuerzos por protegerlos y regularlos. Los fabricantes de bicicletas han notado un descenso en las ventas porque cada vez es menos probable que los padres permitan a sus hijos deambular por el vecindario en bici. Los niños de hoy pasan el día inmersos en una sesión casi continua de instrucción moral, algo inaudito incluso en el punto álgido de la era victoriana; los programas televisivos infantiles los sermonean sin parar sobre temas actuales que van desde el reciclaje hasta el racismo; a los profesores se les exige, además de dar clase, dar homilías sobre todos los ámbitos imaginables, desde drogas hasta civismo. [...]
 Igual de impresionantes son los esfuerzos, sobre todo en las zonas de clase alta, que se realizan para controlar el crecimiento y el desarrollo de los barrios. [...] Al entrar en un vecindario Bobo, lo primero que vemos es un poderoso grupo de ciudadanos que promueven normas urbanísticas más estrictas, que se oponen a la construcción del nuevo centro comercial, que luchan contra los propietarios que derriban sus casas para construirse otras más grandes en sus solares y contra otras "mejoras". En lugar de ser progresistas y tener visión de futuro, los barrios pijos parecen mirar atrás en un intento de proteger su pasado estable y ordenado o, cuando menos de crear la clase de comunidad que obedece a los patrones de lo que parece haber sido un pasado estable y ordenado. Los Bobos pasan más tiempo restaurando tesoros perdidos, reformando viejas estructuras y conservando edificios antiguos que creando instituciones nuevas y experimentales. Uno de cada tres vehículos Bobos parece llevar un adhesivo que implora "Salvemos...". Los Bobos salvan viejos teatros, viejos barrios, viejas fábricas, viejos almacenes e incluso viejos restaurantes de relevancia histórica. Cuando por fin permiten la construcción de un edificio nuevo, estos activistas adinerados insisten en que se ajuste a los patrones del pasado. Hablan de conservar el sabor local, de luchar contra la sobreurbanización, combatir el crecimiento desmedido, ensalzar la "vivibilidad" y la "calidad de vida". También aquí intentan defender el orden y la estabilidad, así como restablecer el control comunitario.»
 
*BOBOS: acrónimo de "Bourgeois Bohemians" (Burgueses Bohemios)
 
    [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Random House Mondadori, 2002, en traducción de Bettina Blanch Tyroller. ISBN: 84-8450-949-4.]
 

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