lunes, 23 de enero de 2017

"Divergente".- Veronica Roth (1988)


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 Capítulo cinco

 «La habitación se tranquiliza poco a poco. [...] Marcus sube al podio, entre los de Erudición y los de Osadía, y se aclara la garganta frente al micrófono.
 -Bienvenidos -dice-. Bienvenidos a la ceremonia de la Elección. Bienvenidos al día en que honramos la filosofía democrática de nuestros ancestros, que nos dice que todos tenemos derecho a elegir lo que queremos ser en la vida.
 O, mejor dicho, una de las cinco cosas que podemos ser en la vida. Aprieto los dedos de Caleb tan fuerte como él aprieta los míos.
 -Los hijos a nuestro cargo ya tienen dieciséis años. Están frente al precipicio de la edad adulta y ha llegado el momento de que decidan qué clase de personas van a ser. -La voz de Marcus es solemne y da igual importancia a cada una de sus palabras-. Hace décadas, nuestros ancestros se dieron cuenta de que no se debe culpar de las guerras del mundo a la ideología política, ni a las creencias religiosas, ni a la raza ni al nacionalismo. Decidieron que era un problema de la personalidad humana, de la inclinación de la humanidad hacia el mal, en la forma que sea. Se dividieron en facciones que pretendía erradicar los rasgos que consideraban responsables del caos del mundo.
 Miro los cuencos del centro de la sala. ¿En qué creo? No lo sé; no lo sé; no lo sé.
 -Los que culpaban a la agresividad formaron Cordialidad.
 Los cordiales intercambiaban sonrisas. Llevan ropa cómoda roja o amarilla. Cada vez que los veo me parecen amables, cariñosos y libres, pero nunca he considerado la posibilidad de unirme a ellos.
 -Los que culpaban a la ignorancia formaron Erudición.
 Descartar Erudición era la única parte que me resultaba sencilla.
 -Los que culpaban al engaño formaron Verdad.
 Nunca me ha gustado esa facción.
 -Los que culpaban al egoísmo formaron Abnegación.
 Yo culpo al egoísmo, sí.
 -Y los que culpaban la cobardía formaron Osadía.
 Pero no soy lo bastante altruista. Dieciséis años intentándolo y no ha bastado.
 Se me entumecen las piernas, como si me hubieran quedado sin vida y me pregunto cómo caminaré cuando digan mi nombre.
 -Estas cinco facciones han trabajado juntas y en paz durante muchos años, años en los que cada una ha contribuido a un sector de la sociedad. Abnegación ha satisfecho nuestra necesidad de contar con líderes altruistas en el gobierno; Verdad nos ha proporcionado líderes de confianza y sensatos en las leyes; Erudición nos ha ofrecido profesores e investigadores inteligentes; Cordialidad nos ha dado consejeros y cuidadores comprensivos; y Osadía nos protege de las amenazas, tanto internas como externas. Sin embargo, el alcance de cada facción no se limita a esas áreas. Nos damos mucho más de lo que puede resumirse. En nuestras facciones encontramos significado, un objetivo, la misma vida.
 Pienso en el lema que se lee en mi libro de Historia de las Facciones: "La facción antes que la sangre". Pertenecemos a nuestras facciones más que a nuestras familias. ¿De verdad tiene que ser así?
 -Sin ellas, no sobreviviríamos -añade Marcus.
 El silencio que sigue a sus palabras es más profundo que los demás silencios. En él se percibe nuestro mayor miedo, mayor incluso que el miedo a la muerte: quedarnos sin facción.
 -Por tanto, este día es una gran ocasión: el día en que recibimos a nuestros iniciados, que trabajarán con nosotros por una sociedad mejor y un mundo mejor.
 Aplausos; me suenan ahogados. Intento quedarme completamente inmóvil porque, si mantengo las rodillas tensas y el cuerpo rígido, no temblaré. Marcus lee los primeros nombres, aunque yo no distingo entre una sílaba y otra. ¿Cómo me enteraré de que dice mi nombre?
 Uno a uno los chicos salen de su fila y se acercan al centro de la sala. La primera chica que elige decide ser de Cordialidad, la facción de la que procede. Las gotitas de sangre caen sobre la tierra y la chica se coloca sola detrás de sus asientos.
 La sala está en constante movimiento, un nombre nuevo y una nueva persona que elige, un cuchillo nuevo y una nueva elección. Los reconozco a casi todos, pero dudo que ellos me conozcan a mí.
 -James Tucker -dice Marcus.
 James Tucker, de Osadía, es la primera persona que tropieza de camino a los cuencos. Extiende los brazos y recupera el equilibrio antes de caer, se pone rojo y camina deprisa al centro de la sala. cuando llega, mira el cuenco de Osadía y después el de Verdad; las llamas naranja que se elevan cada vez más y el cristal que refleja la luz azul.
 Marcus le ofrece el cuchillo. Él suspira profundamente (veo cómo hincha el pecho) y, al espirar, acepta el cuchillo. Después se lo pasa por la palma de la mano con un movimiento rápido y alarga el brazo. Su sangre cae sobre el cristal y el chico se convierte en el primero de nosotros que cambia de facción. El primer trasladado. De la sección de Osadía surge un murmullo y yo me quedo mirando al suelo.
 A partir de ahora lo considerarán un traidor. Su familia de Osadía tendrá la posibilidad de visitarlo en su nueva facción dentro de una semana y media, en el Día de la Visita, pero no lo harán porque él los ha abandonado. Su ausencia rondará sus pasillos, y él se convertirá en un espacio que no podrán llenar. Y pasará el tiempo y el hueco desaparecerá, como cuando te extirpan un órgano y los fluidos del cuerpo ocupan el espacio que deja. Los humanos no somos capaces de tolerar el vacío durante mucho tiempo.
 -Caleb Prior -dice Marcus.
 Caleb me aprieta la mano una última vez y, al alejarse, vuelve la cabeza para echarme una larga mirada. Observo sus pies avanzar hacia el centro de la sala, y sus manos, firmes cuando aceptan el cuchillo de Marcus, hacen el corte con destreza. Después se queda de pie, con la sangre acumulándose en la palma de la mano, y se le engancha el labio en los dientes.
 Deja escapar el aire y vuelve a inspirar. Y después pone la mano sobre el cuenco de Erudición, y su sangre gotea en el agua y la vuelve más roja.
 Oigo murmullos que se convierten en gritos de indignación. Apenas puedo pensar con claridad. Mi hermano, mi altruista hermano, ¿un trasladado? Mi hermano, nacido para Abnegación, ¿un erudito?»

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