XV
"Aquí cualquiera persona digna de que se le aclaren las
dudas podría dudar de lo que digo acerca de Amor, tratándolo como si fuera una cosa
en sí, y no sólo sustancia inteligente, sino como si fuese sustancia corpórea.
Lo cual, a decir verdad, es falso, pues Amor no existe por sí mismo como
sustancia, sino que es un accidente en la sustancia. Que yo hablo de él como si
fuera cuerpo y, más aún, como si fuera hombre, despréndese de tres cosas que
digo de él. Primeramente, digo que le vi venir de lejos; pero como venir
implica movimiento local, y como, según el filósofo, sólo el cuerpo es
localmente móvil, se deduce que considero a Amor como cuerpo. También digo de
él que reía y hasta que hablaba, lo cual- especialmente la risa- parece propio
del hombre: por tanto, es evidente que lo considero personificado.
Para aclarar estas
cosas, según creo oportuno, conviene considerar que antiguamente no había cantores de amor en lengua vulgar, sino que los cantores eran ciertos poetas de
lengua latina; los asuntos amorosos no los trataban poetas vulgares, sino poetas
cultos; y me refiero a entre nosotros, pues quizá en otras partes, como en
Grecia, suceda aún lo que sucedía. No ha muchos años que surgieron los primeros
poetas vulgares (hablar en rima en vulgar equivale a hablar en verso en latín,
según cierta proporción). Y señal de que hace poco tiempo es que si buscamos en
lengua de oc o en lengua de sí, no encontraremos escrito nada más
allá de ciento cincuenta años a esta parte. Por cierto que la causa de que
algunos burdos poetas lograsen nombradía de bien decir es que fueron los
primeros que compusieron en lengua de sí. Y lo que movió al primero de
todos ellos a versificar en lengua de sí fue el deseo de que entendiera
sus decires una mujer a quien se le hacían de difícil entendimiento los versos
latinos. Cito el detalle contra quienes riman sobre materia no amorosa, siendo
así que tal guisa de expresarse fue inventada para decirles de Amor.
Por ende, como los
poetas tienen más licencia en el lenguaje que los prosadores, y como quienes hablan en rima no son sino poetas vulgares, justo y razonable es que se les
conceda mayor licencia en el lenguaje que a los demás que se expresan en
vulgar; así es que toda figura o recurso retóricos que se concedan a los poetas
deben concederse a los rimadores. Si, pues, vemos que los poetas han hablado de
las cosas inanimadas como si tuvieran sentidos y razón y han hecho que hablaran
entre sí (y ello no sólo con cosas verdaderas, sino con cosas falsas, pues de
cosas que no existen han dicho que hablan del mismo modo que han dicho que
hablan de muchos accidentes cual si fueran sustancias y hombres), justo es que el rimador haga lo
mismo, pero no sin razón alguna, sino razonadamente, de manera que sea posible
explicarlo en prosa.
Que los poetas han
hablado como se ha dicho se demuestra con Virgilio, quien- en el primer canto de la Eneida- dice que Juno, diosa enemiga de los troyanos, habló así a
Eolo, señor de los vientos: Aeole, namque tibo, a la que Eolo repuso: Tuus,
o regina, quid optes explorare labor; mihi jussa capessere fas est. El
mismo poeta, en el tercer acto de la Eneida, hace que la cosa inanimada
hable con la cosa animada, donde dice: Multum, Roma,tamen, debes civilibus
armis. Horacio hace que el hombre hable con su misma ciencia como con otra
persona. Y no solamente son palabras de Horacio, sino que éste, casi repitiendo
las del buen Homero, dice en su Arte poética: Dic mihi. Musa virum.
Ovidio, al principio del libro llamado Remedio de amor, hace que Amor
hable como un ser humano donde dice: Bella mihi, video, bella parantur, ait.
Todo esto pueden
tenerlo en cuenta quienes duden en alguna parte de este mi opúsculo. Y para que
no tergiverse las cosas ninguna persona obtusa, debo añadir que ni los poetas
hablaron así sin sentido ni los rimadores deben hablar sin poner sentido en lo
que digan, pues gran vergüenza sería para quien rimase con figuras y recursos
retóricos que, al pedirle que desnudase sus palabras de tal vestidura, para que
fueran entendidas rectamente, no supiese hacerlo.
Mi primer amigo y
yo conocemos a algunos de los que riman tan neciamente".
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