Maquinaria computadora e inteligencia
Opiniones contrapuestas sobre la cuestión principal
«Consideremos ahora que hemos despejado el terreno y podemos ya pasar al debate de la pregunta "¿Pueden pensar las máquinas?" y de su variante, expuesta al final de su apartado anterior. No podemos descartar totalmente la forma original del problema, ya que habrá diversidad de opiniones con respecto a la pertinencia de la sustitución y no podemos por menos que atender lo que se diga sobre el asunto.
Simplificaré las cosas para el lector si, en primer lugar, explico mi propia opinión sobre el tema. Consideremos primero la forma más exacta de la pregunta. Personalmente creo que, dentro de unos cincuenta años, se podrá perfectamente programar computadoras con una capacidad de almacenamiento aproximada de 10 elevado a 9 para hacerlas jugar tan bien al juego de imitación que un preguntador corriente no dispondrá de más del 70 por ciento de las posibilidades para efectuar una identificación correcta a los cinco minutos de plantear las preguntas. Me parece que la pregunta original, "¿Pueden pensar las máquinas?", no merece discusión por carecer de sentido. No obstante creo que, a finales del siglo, el sentido de las palabras y la opinión profesional habrán cambiado tanto que podrá hablarse de máquinas pensantes sin levantar controversias. Creo además que de nada sirve ocultar las ideas. La opinión tan generalizada de que los científicos proceden siempre de un hecho bien demostrado a otro hecho bien demostrado, y nunca se dejan influir por una conjetura no probada, es bastante errónea. A condición de que quede bien claro qué son hechos probados y qué son conjeturas, no existe ningún peligro. Las conjeturas son de suma importancia, porque sugieren posibles vías de investigación.
Ahora consideraré opiniones contrarias a la mía:
1.-La objeción teológica. El pensamiento es una función del alma inmortal del hombre. Dios ha dado un alma inmortal a todos los hombres y mujeres, pero no a ningún animal ni máquina. Por lo tanto, ni los animales ni las máquinas pueden pensar.
Personalmente son ideas que rechazo totalmente, pero intentaré refutarlas en términos teológicos. La argumentación resultaría más convincente si se clasificara a los animales con el hombre, ya que existe mucha más diferencia, para mí, entre lo genuinamente animado y lo inanimado que entre el hombre y los animales. El carácter arbitrario de la opinión ortodoxa se evidencia aún más si tenemos en cuenta la opinión de los creyentes de otras religiones: ¿cómo ve el cristianismo el dogma musulmán según el cual la mujer no tiene alma? Pero dejemos esto y volvamos a la cuestión principal. Creo que el citado argumento implica una grave restricción de la omnipotencia del Todopoderoso. Se admite así que hay cosas de las que Él es incapaz, como es hacer que uno sea igual a dos, pero ¿dudaremos de su libertad para insuflar alma a un elefante, si lo tiene a bien? Cabe esperar que únicamente ejerciese tal poder en conjunción con una mutación que dotase al elefante de un cerebro mejorado que respondiera a las necesidades de esa alma. Podemos argüir exactamente lo mismo en el caso de las máquinas. Puede parecer distinto por ser más difícil de "tragar", pero esto únicamente significa que pensamos que es menos verosímil que Él considere adecuadas las circunstancias para dotarlas de alma. Las circunstancias en cuestión se discuten en el resto de este trabajo. Al intentar construir este tipo de máquinas no estamos usurpando irreverentemente Su poder de crear almas, igual que no lo hacemos al procrear niños; en realidad, en ambos casos somos instrumentos de Su voluntad al procurar moradas para las almas que Él crea.
Pero todo esto es mera especulación. No me impresionan mucho los argumentos teológicos, aunque se utilicen como apoyo. A lo largo de la historia se ha comprobado cuánto dejan que desear. En tiempos de Galileo se argumentaba que las Sagradas Escrituras decían: "Y el sol se detuvo... y no fue hacia el ocaso durante casi un día" (Josué X,13) y que: "Él creó los fundamentos de la Tierra para que no se moviera" (Salmo C, v. 5) como refutación convincente de la teoría copernicana. Con los conocimientos actuales estos argumentos resultan fútiles, pero en una época de escasos conocimientos científicos causaban muy distinta impresión.
2.-La objeción "del avestruz". "Las consecuencias de que las máquinas piensen serían horribles. Creamos y esperemos que no sea posible."
Este argumento rara vez se expone de forma tan abierta, pero afecta a la mayoría de quienes reflexionan sobre ello. Nos gusta creer que el hombre es en algún modo superior al resto de la creación, y tanto mejor si podemos demostrar que es necesariamente superior, pues entonces no existe peligro de que pierda su posición dominante. La popularidad del argumento teológico está claramente vinculada a esta idea y cuenta con muchos adeptos entre los intelectuales, pues éstos aprecian más que otras personas el poder del pensamiento y se muestran más inclinados a basar su convencimiento de la superioridad del hombre en este poder.
No creo que este argumento sea lo bastante fundado para molestarme en refutarlo. Tal vez sea mejor consolarse, buscándolo quizá en la transmigración de las almas.
3.-La objeción matemática. Pueden citarse toda una serie de resultados de la lógica matemática para demostrar que hay limitaciones en el poder de las máquinas de estado discreto. El más conocido es denominado teorema de Gödel, que demuestra que en cualquier sistema lógico lo bastante potente pueden formularse afirmaciones que no pueden demostrarse ni refutarse dentro del sistema, salvo en caso de que posiblemente tal sistema sea incoherente.»
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