jueves, 14 de julio de 2016

"Lara".- Lord Byron (1788-1824)


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 XVII

 "Aparecían en Lara, inexplicablemente claros, muchos elementos de los que debe amarse y odiarse, buscarse y temerse. Variable era la opinión sobre lo que le sucedía. Siempre que se pronunciaban alabanzas o deprecaciones, nunca su nombre era olvidado. Su silencio formaba un tema de conversación favorito de todos. Procuraban examinar, adivinar y creer lo que debían conocer de lo que le sucediera. ¿Qué había sido Lara? ¿Quién era el que, así desconocido andaba por el mundo de los demás, sin que nada se supiese de él, salvo cuál era su linaje? Algunos opinaban que se trataba de un odiador de sus prójimos. Desde luego, estando con ellos se mostraba alegre entre los alegres pero si, se observaba su sonrisa y se le miraba cerca, su alegría se apagaba y marchitábase hasta convertirse en una expresión de desprecio. Esa sonrisa podía llegar a su labio, pero no lo rebasaba, ni nadie veía que su risa hiciese sus ojos risueños. De todos modos a veces había también dulzura en su mirada, como si su corazón no fuese duro por naturaleza, pero en cuanto lo advertía su espíritu parecía rechazar tal flaqueza como indigna de su orgullo. Y, en el acto, asumía un talante acerado, como si despreciase el eliminar cualquier duda que pudiese marchitar a medias la estima de los otros. Era aquello como una penitencia que se imponía a sí mismo un pecho a quien la ternura podía antaño haber privado de su reposo. Aquello, motivando sus agravios, podía obligar al alma a entregarse al odio por haber amado demasiado.

 XVIII

 Había en él un esencial desprecio de todas las cosas, como si ya hubiese sufrido todo lo peor que le podía acontecer. Parecía un extraño al mundo de los vivos. Dijérasele un espíritu errante herido por los demás. Lleno de oscuras imaginanzas, buscaba peligros a los que sólo por suerte escapaba. Pero escapaba en vano, porque, al evocar sus recuerdos, su ánimo de un lado se entusiasmaba y del otro lamentaba tener más capacidad para el amor de lo que la tierra concede a los que son de mero molde mortal. Sus primeros sueños del bien dejaron al desnudo la verdad y la conturbada virilidad siguió a la turbada juventud. Pasaron años malgastados en la búsqueda de verdaderos fantasmas, agostando facultades que podían servir a mejores propósitos. Fieras pasiones soplaban en presurosa desolación sobre su sendero; y sus mejores sentimientos, si alguno había sobrevivido a tanta lucha, peleaban a su vez en loco reflejo entre sí, en el curso de su vida atormentada. Mas, siendo soberbio se empeñaba en atribuir a la naturaleza parte de lo que le avergonzaba, cargando todas sus culpas a su forma carnal que le apartaba su alma y sólo ofrecía su cuerpo como festín a los gusanos.
 Acabó confundiendo el bien y el mal y casi atribuyendo a su destino los actos de su voluntad. Demasiado orgulloso para sentir el egoísmo vulgar, a veces renunciaba a lo suyo por el bien de los otros, pero no por piedad ni porque debiera hacerlo, sino por una extraña perversidad de pensamiento que le impulsaba, con secreta complacencia, a hacer lo que pocos o ninguno hubiera osado. El mismo impulso, en los momentos de la tentación, podía conducir su espíritu al crimen. De esta manera, o iba más allá o se hundía más bajo que los hombres con quienes se sentía condenado a respirar y de los que anhelaba separarse para lo bueno o para lo malo, sin excluir a ninguno de los que compartían su calidad de mortal. Su mente, aborreciendo la vida común, había instalado su trono en regiones propias, muy lejanas al mundo. Así, pasaba fríamente sobre todo lo que estaba en un plano inferior, aun cuando ahora su sangre parecía fluir con más templanza. Más feliz hubiese sido si nunca se encenagara en la culpa y viviera en la fría corriente en que ahora había convertido sus sentimientos. desde luego, compartía el camino de los demás hombres y hacía y hablaba lo que ellos. No ultrajaba las reglas de la razón infringiéndolas ni atacándolas porque su locura no estaba en la cabeza sino en el corazón. Rara vez divagaba al hablar ni expresaba sus pensamientos  de manera que pudiese causar ofensa". 

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