viernes, 29 de julio de 2016

"El valle de Josafat".- Eugenio D'Ors (1881-1954)


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 "Miguel Ángel

 De los tres Hermanos Crúcicles, Shakespeare representa el punto difícil de equilibrio entre la fuerza y la armonía. Miguel Ángel es ya más fuerte que armonioso. Beethoven, más desigual todavía: Beethoven llega a ser, algunas veces, inferior a sí mismo.
 Por esto, Miguel Ángel no tiene la alegría de Shakespeare. Creación impetuosa todavía, pero aún no creación sana. En Shakespeare, la abundancia sigue el dictado de la preferencia. La abundancia de Miguel Ángel (que es la Sixtina) es toda ella contra voluntad; es una fecundidad no electiva, sino forzada por el destino.
 Shakespeare es prolífico como un patriarca de Oriente, entre sus esposas escogidas. Miguel Ángel como un toro semental bajo la vara del mayoral de la vacada. 
 (Miguel Ángel, semental trágico, en la vacada de Jehová).

Kepler

 La antigüedad sabia había delirado en dos grandes amores: amó demasiado el triángulo y amó demasiado la circunferencia.
 Cuando por la revolución de la Física en el Renacimiento se destruyeron tantas viejas concepciones, la imagen representativa del Universo quedó durante un tiempo convertida en un montón de ruinas. Resulta difícil para nosotros, hombres de hoy, imaginar la consternación, el efecto de anarquía que habían de producir en los espíritus revelaciones como las de Copérnico. -¡Ni círculo ni  triángulo...! -Pues qué, ¿la irregularidad, la incomprensibilidad, la irracionalidad del mundo?
 Aquí tiene lugar la aparición y la lección de Kepler. Después de Sócrates, acaso es Kepler el máximo Patrono de la doctrina de la Ironía, del Sistema del Juicio, de la filosofía del Hombre que trabaja y que juega. Kepler es aquel que dice: -La regularidad demasiado sencilla de los antiguos, no, pero, de todos modos, una cierta regularidad; una rígida simetría, no; pero sí una más elástica y flexible armonía; círculos pitagóricos, no; pero sí graciosas elipses.
 ¡Oh, quien fuese un nuevo Kepler ante las ruinas del intelectualismo en el pensamiento contemporáneo! ¡Quién pudiese restaurar la regularidad perdida, ensanchando su campo y haciéndolo más complejo y más móvil! No principio de razón suficiente, sino principio de función exigida; no principio de contradicción, sino principio de jerarquía; no razón enterca sino inteligencia viviente. Ni Pitágoras ni Protágoras: Sócrates. Ni Descartes ni Boeme: Kepler.

San José

 Comprenderlo todo, para perdonarlo todo.
 Todavía esta tolerancia de intelectual es demasiado poco. Hay que llegar a una generosidad más eminente.
 Hay que llegar a una generosidad que lo perdona todo,  a pesar de que sólo lo comprende a medias.
 Esta generosidad se llama Pueblo. También se llama San José.

Guillermo Tell

 A ojos de la vulgaridad romántica, Guillermo Tell, tal como nos lo presenta Schiller, hará siempre un efecto un poco disminuido. El público, al verle aparecer en escena, quisiera que plantease inmediatamente la revolución. Resulta duro esperar durante cinco actos, la caída y muerte del tirano.
 No todo el mundo es capaz de comprender el heroísmo que existe en cargarse de razón.  


Fidias

 El filósofo había escrito a la entrada de su Academia: "No entre quien no sea geómetra".
 Pero yo sé un secreto. Bajo este rótulo había otro con letras más pequeñas, tan pequeñas, que para todos quedaron inadvertidas. Este segundo rótulo decía: "Ni tampoco quien sea demasiado geómetra".
 Así también en la entrada del templo purísimo donde Fidias es adorado.
 No puede acercarse el miserable descalzo, que ha ido por el mundo sin las sandalias de la filosofía y trae huella, mancha y tara del polvo de los caminos.
 Pero tampoco el pedante que no es bastante humilde para descalzarse píamente las sandalias".

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