lunes, 11 de julio de 2016

"Guerra de Granada".- Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575)


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 Libro primero

 "Era entonces Selim el II, emperador de los turcos recién heredado, victorioso por la toma de Zigueto, plaza fuerte y proveída en Hungría: había hecho nueva tregua con el Emperador Maximiliano el II, concertándose con el Sofí por la parte de Armenia y por la de Suria con los jeques alárabes que le trabajaban sus confines, y con los genízaros, infantería que se suele desasosegar con la entrada de nuevo señor. Tenía en el ánimo las empresas que descubrió contra venecianos en Cypro, contra el rey de Túnez en Berbería; y que como no le convenía repartir sus fuerzas en muchas partes, así le convenía que las del Rey Católico estuviesen repartidas y ocupadas. Dícese, que en este tiempo vino del rey de Argel respuesta a los moriscos animándolos a perseverar en la prosecución del tratado pero excusándose de enviar el armada con que esperaba orden de Constantinopla. El rey de Fez, como religioso en su ley, y del linaje de los Xarifes, tenidos entre los moros por santos, les prometió más resuelto socorro. Todavía vinieron por medio de personas fiadas a tratar ambos reyes de la calidad del caso, de la posibilidad de los moriscos; y midiendo sus fuerzas de mar y tierra con las del Rey de España, hallaron no ser bastantes para contrastarle; y aunque se confederaron, sólo fue para que el Rey de Argel hiciese la empresa de Túnez y Biserta, en tanto que el rey Don Felipe estaba ocupado en allanar la rebelión de Granada; y juntamente permitir que de sus tierras fuese alguna gente a sueldo, en especial de moros andaluces que se habían pasado a Berbería; y mercaderes pudiesen cargar armas, municiones, vitualla, con que los moriscos fuesen por sus dineros socorridos.
 Alpujarra llaman toda la montaña sujeta a Granada, como corre de levante a poniente prolongándose entre tierra de Granada y la mar, diez y siete leguas en largo, y once en lo más ancho, poco más o menos: estéril y áspera de suyo, sino donde hay vegas; pero con la industria de los moriscos (que ningún espacio de tierra dejan perder) , tratable y cultivada, abundante de frutos y ganados y cría de sedas. Esta montaña como era principal en la rebelión, así la escogieron por sitio en que mantener la guerra, por tener la mar donde esperaba socorro, por la dificultad de los pasos y calidad de la tierra, por la gente que entre ellos es tenida por brava. Habían ya pensado rebelarse otras dos veces antes, una Jueves santo, otra por setiembre de este año, tenían prevenido a Aluch Alí con el armada de Argel; mas él, entendiendo que el conde de Tendilla estaba avisado y aguardándole en el campo, volvió dejándose de la empresa con el armada a Berbería. En fin a los veinte y tres de diciembre, luego que sucedió el caso de Cadiar, la misma gente con las armas mojadas en la sangre de aquellos pocos, salieron en público; movieron los lugares comarcanos y los demás de la Alpujarra y río de Almería, con quien tenían común el tratado, enviando por corredores, y para descubrir los ánimos y motivo de la gente de Granada y la Vega, a Farax Aben Farax con hasta ciento cincuenta hombres, gente suelta y desmandada, escogida entre los que mayor obligación y más esfuerzo tenían. Ellos, recogiendo la que se les llegaba, tomaron resolución de acometer a Granada y caminaron para ella con hasta seis mil hombres mal armados, pero juntos y con buena orden, según su costumbre.
 En España no había galeras: el poder del Rey, ocupado en regiones apartadas; y el reino fuera de tal cuidado, todo seguro, todo sosegado; que tal estado era el que a ellos parecía más a su propósito. Los ministros y gente en Granada más sospechosa que proveída, como pasa donde hay miedo y confusión. Pero fue acontecimiento hacer aquella noche tan mal tiempo y caer tanta nieve en la sierra que llaman Nevada y antiguamente Soloria, y lo moros Solaria, que cegó los pasos y veredas cuanto bastaba para que tanto número de gente no pudiese llegar. Mas Farax con los ciento y cincuenta hombres, poco antes del amanecer entró por la puerta alta de Guadix, donde junta con Granada el camino de la sierra, con instrumentos y gaitas, como es su costumbre. Llegaron a Albaicín, corrieron las calles, procuraron levantar el pueblo haciendo promesas, pregonando sueldo por parte de los reyes de Fez y Argel y afirmando que con gruesas armadas eran llegados a la costa del reino de Granada: cosa que escandalizó y atemorizó los ánimos presentes; y a los ausentes dio tanto más en qué pensar cuanto más lejos se hallaban: porque semejantes acaecimientos, cuanto más se van apartando de su principio, tanto parecen mayores y se juzgan con mayor encarecimiento". 

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