Capítulo IX.- El consenso espúreo y sus antecedentes
4.-Influencias operantes tras el consenso
"La era de la credulidad.-Se han propuesto muchos términos descriptivos para el siglo XX, incluidos los de era de la credulidad y era de los mensajes. El grado de credulidad y el volumen de mensajes son factores significativos en el panorama contemporáneo y han tenido un papel en la promoción del consenso.
En ciertos aspectos nuestra época es quizá menos crítica y más crédula que cualquier otra época precedente. En efecto, la gente en la Antigüedad y en la Edad Media era crédula en muchos aspectos, pero la mayor parte de sus preocupaciones mundanas se hallaban centradas alrededor de acontecimientos y fenómenos de los que poseían un conocimiento de primera mano. En el siglo XX, la gente se halla sujeta a un torrente de información acerca de una gran gama de acontecimientos y fenómenos, sobre los cuales sólo poseen información de segunda y tercera mano, y cuyos significado y certeza no pueden determinar. Esta avalancha de información, mucha de ella perturbadora y falta de significado y que la gente no puede examinar, parece haber entorpecido el ejercicio de las facultades críticas de la gente sobre una parte importante de los fenómenos.
Pero no es sólo la cantidad de información, y su alcance, lo que ha entorpecido las facultades críticas de los hombres. Mucha de la información se presenta bajo forma tan simplificada (aunque encubierta por una jerga pretenciosa), con miras a su aceptabilidad política y accesibilidad general, que aspectos importantes y pertinentes de los fenómenos y procesos descritos se hallan oscurecidos. Y esta presentación supersimplificada de la información ha derivado en una discusión ostensiblemente técnica o erudita, particularmente en aquellas ramas de las ciencias sociales que se encuentran más próximas al escenario político.
La gran expansión de la oferta de información engañosa y excesivamente simplificada tiene parecido con la actuación y resultados de la devaluación de la moneda a través de una expansión inflacionista de su volumen: constituye lo que puede llamarse una devaluación del lenguaje. Esta devaluación del lenguaje socava la comunicación efectiva, de la que depende en gran parte el funcionamiento razonablemente tranquilo de la sociedad civilizada. Las palabras son a la comunicación y a la discusión lo que las unidades monetarias son al sistema monetario. La devaluación del lenguaje, como de la moneda, debe provocar la desintegración.
El tenor de la discusión en la economía del desarrollo parece haberse visto muy afectado por esos factores que actualmente devalúan la moneda intelectual, de modo que es interesante especular sobre las razones de esta vulnerabilidad del tema a las tendencias contemporáneas. Éstas parecen que incluyen, entre otras, el reciente y rapidísimo crecimiento del volumen de literatura del desarrollo y la estrecha conexión entre la economía del desarrollo y las políticas actuales. Estos factores actúan sobre un tema que resulta particularmente difícil, en términos de oferta de información fiable, por las distancias físicas y culturales que separan a los occidentales de los países subdesarrollados y sus poblaciones, y por los numerosos y complejos factores que existen tras el progreso material.
Todas estas consideraciones ayudan a explicar la visión excepcionalmente desprovista de sentido crítico que la mayoría de los economistas académicos tienen, por un lado, de los métodos y conclusiones de la literatura del desarrollo y, por otro, de la aceptación sin discusión por parte del público de la literatura del consenso".
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