domingo, 17 de julio de 2016

"País (Antología 1955-1970)".- Blas de Otero (1916-1979)


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 A la inmensa mayoría

 "Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.

 Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos.

Ergo sum

 A los 52 años sigo pensando lo mismo que a los 7.
Que las nubes son grandes, los monopolios enormes, los vietnamitas chiquitos
e invencibles.
A los 52 años sigo pensando lo mismo que Carlos Marx
con la única diferencia de que le copio un poco, pero lo digo más bonito.
A los 52 años, me planto
en medio de los hombres y les espeto que me engañaron a los 7 años, a los 17 y casi a los 27.
A los 52 años escribo
y no escarmiento y me dedico exclusivamente a pasear, a leer, a trasladar maletas de un país a otro y
        [ a conspirar.
(Esto lo digo para confundir a la policía.)
A los 52 años sigo enamorado de Carmencita, de Merche, de Carmela y de la Niña de los Peines.
A los 52 años, Málaga.
Y escribo como un autómata, corrijo como un robot y publico lo que pienso (es un decir).
A los 52 años ni tengo bicicleta ni televisor ni ganas de dormir ni cuenta vulgar y corriente.
A los 52 años, chufas.
A los 52 años escucho el agua de los montes, el fuego de los campos y el ruido de las batallas.
Y sigo pidiendo la paz y, de momento, me la conceden en parte; y la palabra, y me mutilan la lengua.
A los 52 años, los caramelos son de más vivos colores y la bandera, más desteñida.
Y me dedico fundamentalmente a silbar, a deambular y a pensar que existo puesto que pienso que
         [ existo.

Campo de amor

Si me muero, que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.

Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar.

Si me muero, ya sé que no veré
naranjas de la china ni el trigal.
He levantado el rastro, esto me basta.
Otros ahecharán.

Si me muero, que no me mueran antes
de abriros el balcón de par en par.
Un niño, acaso un niño, está mirándome
el pecho de cristal.

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