viernes, 26 de mayo de 2017

"La espera".- Ha Jin (1956)


Resultado de imagen de ha jin
Segunda parte
   3

«El verano siguiente Lin y Shuyu se presentaron de nuevo en la sección del juzgado que se ocupaba de los divorcios. La víspera de su partida a Wujia, Lin había hablado con ella, prometiéndole que después del divorcio cuidaría bien de ella y de su hija, y la mujer se mostró de acuerdo. Él le dijo que lo único que deseaba era tener un hogar en la ciudad.
 Aguardaron casi una hora en la sala de justicia antes de que apareciera el juez. Era un alto oficial de policía que acababa de ser ascendido al puesto de magistrado, un hombre tan corpulento que parecía no tener cuello. [...] Mientras se tocaba una verruga que tenía bajo la nariz, señaló a Lin con el dedo índice.
 -Bien, presente usted su caso -le ordenó.
 Lin empezó a hablar con un ligero tartamudeo.
 -Respetable señor juez, yo... he venido para rogarle que me permita divorciarme de mi mujer. Llevamos seis años de separación y ya no nos queremos. Según la ley matrimonial, todo ciudadano tiene la libertad de elegir una esposa o un mari...
 -Usted persone -le interrumpió el juez-. ¿Puedo recordarle que la ley no dice que todo hombre casado tenga derecho a divorciarse? Prosiga.
 Lin estaba aturdido. Permaneció un momento en silencio, sintiendo que el rostro le ardía. Entonces siguió diciendo con cautela:
 -Lo comprendo, camarada juez, pero mi esposa ya ha accedido al divorcio. Hemos llegado a un acuerdo y una vez divorciados le ayudaré económicamente a ella y a nuestra hija. Créame, soy un hombre responsable.
 Mientras él hablaba, Shuyu se cubría la boca con una hoja de papel arrugada. Cerraba los ojos como si le escociera el cuero cabelludo.
 Cuando Lin terminó de hablar, el juez se volvió hacia ella.
 -Tengo que hacerle algunas preguntas, camarada Shuyu Liu. Prométame que pensará a fondo en ellas antes de responderme-
 -Así lo haré -asintió ella.
 -¿Cuál es la verdadera razón de que su marido quiera divorciarse?
 -No tengo ni idea.
 -¿Está involucrada una tercera persona?
 -¿Qué quiere decir eso?
 El joven escribiente que estaba sentado detrás del juez y tomaba notas, sacudió la cabeza mientras sus ojos redondos parpadeaban.
 -Quiero decir que si él se relaciona con otra mujer -explicó el juez.
 -Creo que debe haber muchas a su alrededor en el ejército. Es un hombre apuesto, ¿sabe usted?
 El escribiente soltó una risita, pero el juez mantuvo la seriedad de su semblante.
 -Respóndame. ¿Sabe usted si tiene una relación sentimental con otra mujer?
 -No estoy segura. Dice que necesita una familia en la ciudad.
 -¿Una familia con otra mujer?
 -Es probable que se trate de eso.
-He de hacerle una última pregunta. ¿Todavía tiene usted sentimientos hacia él?
 -Oh, sí, desde luego -gimió ella, y entonces se echó a llorar como si la última pregunta la hubiera conmovido.
 -¿Todavía le ama?
 -Sí -asintió ella, enjugándose las lágrimas, demasiado emocionada para decir algo mas.
 El juez se volvió hacia su marido.
 -Bien, camarada, Lin Kong, debe usted confesar al tribunal si tiene una amante en la ciudad.
 -No tengo una amante, camarada juez -respondió Lin en voz temblorosa, dándose cuenta de que el juez quería involucrar a Manna en el caso.
 -Aunque no tenga usted una amante, ha de haber una aventura amorosa ilícita.
 -Jamás he tenido una aventura amorosa.
 -Entonces, ¿con quién va a formar una nueva familia en Muji? ¿Con otro hombre?
 -No, no. Con una amiga mía.
 -¿Cómo se llama?
 -¿Concierne eso a este asunto, camarada juez?
 -Claro que sí. Tenemos que investigar y averiguar su verdadera relación con ella antes de que podamos tomar una decisión sobre su solicitud de divorcio.
 -Ella no tiene nada que ver con esto. Nuestra relación es de pura camaradería.
 -¿Entonces por qué se muestra usted tan reacio a decirme su nombre y la unidad en la que presta sus servicios? ¿Se siente avergonzado o acaso quiere ocultar algo?
 -Yo... Yo... -el sudor humedecía el rostro de Lin.
[...] Tras aguardar casi dos minutos, el juez se aclaró la garganta y concluyó:
 -Muy bien. Si no hubiera hecho usted nada de lo que debiera avergonzarse, no temería que un fantasma llamara a su puerta. No podemos seguir adelante con este caso hasta que nos diga el nombre de la mujer, su edad, su lugar de trabajo y su estado civil. Váyase a casa y vuelva cuando pueda aportar la información necesaria. Entretanto, debe tratar a su esposa con decencia, como a una amiga y camarada. El tribunal verificará si lo hace así -sonrió con un ojo cerrado y muy apretado.
 Lin supo que era inútil discutir.
 -De acuerdo, volveremos -dijo tímidamente.
 [...]
 Mientras la pareja estaba en la sala de justicia, Bensheng y una docena de hombres de su pueblo habían permanecido en el exterior, blandiendo palas, mayales, azadones y varas. Amenazaban con armar alboroto si los jueces concedían el divorcio a Lin. Una muchedumbre se había congregado en la calle, pues creían que los enfurecidos aldeanos darían una paliza al marido infiel y nadie quería perderse el espectáculo. El juez llamó al departamento militar del distrito, que envió de inmediato un pelotón de la milicia para mantener el orden ante el juzgado. [...]
 -Ni siquiera un emperador tiene la libertad de divorciarse -intervino una anciana desdentada.» 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: