domingo, 20 de noviembre de 2016

"Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos".- Giorgio Vasari (1511-1574)


Resultado de imagen de vasari  
 Leonardo da Vinci, pintor y escultor florentino

 "Los cielos suelen derramar sus más ricos dones sobre los seres humanos -muchas veces naturalmente y, acaso, sobrenaturalmente- pero, con pródiga abundancia, suelen otorgar a un solo individuo belleza, gracia e ingenio de suerte que, haga lo que haga, toda acción suya es tan divina que deja atrás a las de los demás hombres, lo cual demuestra claramente que obra por un don de Dios y no por adquisición de arte humano. Los hombres vieron esto en Leonardo da Vinci, cuya belleza física no puede celebrarse bastante, cuyos movimientos tenían gracia infinita y cuyas facultades eran tan extraordinarias que podía resolver cualquier problema difícil que su ánimo se planteara. Poseía gran fuerza personal, combinada con la destreza, y un espíritu y valor invariablemente regios y magnánimos. Y la fama de su nombre se propagó a tal punto que no sólo fue celebrado en su tiempo sino que su gloria aumentó considerablemente después de su muerte.
 Este maravilloso y celestial Leonardo era hijo de Piero da Vinci. Hubiera obtenido grandes beneficios de sus estudios de ciencias y letras si no hubiese sido caprichoso y voluble pues comenzaba a estudiar muchas cosas y luego las abandonaba. Así, en aritmética, durante los pocos meses que la estudió, realizó tales progresos que a menudo confundía a su maestro, suscitándole continuamente dudas y dificultades. Se consagró por un tiempo a la música y pronto aprendió a tocar la lira. Y como estaba dotado de un espíritu elevado y exquisito, podía cantar e improvisar divinamente. Empero, aunque estudió tantas cosas, jamás descuidó el dibujo y el modelado pues eso, más que cualquier otra cosa, era lo que excitaba su fantasía. Cuando Sir Piero lo advirtió, conociendo el elevado ingenio del muchacho, tomó un día sus dibujos y los llevó a Andrea del Verrocchio, que era íntimo amigo suyo, y le preguntó si Leonardo podía hacer algo dedicándose al arte. Andrea, asombrado ante estos precoces esfuerzos, aconsejó a Sir Piero que hiciera estudiar al niño. De este modo, decidió que su hijo iría al taller de Andrea. Leonardo lo hizo de buena gana y no se ejercitó en un solo oficio sino en todos aquellos en que intervenía el dibujo. Dotado de una inteligencia divina y maravillosa, y por ser excelente geómetra, no sólo trabajó en escultura, haciendo con barro algunas cabezas de mujeres sonrientes, que fueron vaciadas en yeso, y también cabezas de niños, que parecían ejecutadas por un maestro, sino que preparó muchos planos y elevaciones de arquitecturas y fue el primero, a pesar de ser tan joven, que propuso la canalización del Arno desde Pisa hasta Florencia. Diseñó molinos, batanes y otras máquinas hidráulicas y como quiso que la pintura fuese su profesión, estudió dibujo del natural. A veces hacía modelos de figuras en arcilla, las vestía con blandos trapos, cubiertos de barro, y luego las dibujaba pacientemente sobre finas telas de batista o lino, en negro y blanco con la punta del pincel. Hacía admirablemente esos dibujos, como puede verse en los que conservamos en nuestro Libro. Asimismo dibujaba sobre papel, tan cuidadosamente y bien, que en finura nadie le igualó jamás. Tengo de su mano una cabeza a lápiz y en claroscuro que es divina. La gracia de Dios dominaba a tal punto su mente, su memoria e intelecto se integraban de tal suerte, y con los dibujos de su mano sabía expresar tan claramente sus ideas, que sus demostraciones eran infalibles, y era capaz de confundir a los más ingeniosos contradictores. Todos los días hacía modelos y proyectos para cortar fácilmente las montañas y horadarlas para pasar de un lado a otro y por medio de palancas, grúas y montacargas, levantar y arrastrar grandes pesos; ideó la manera de vaciar los puertos y bombas para extraer agua de grandes profundidades, pues su mente jamás descansaba. Pasó mucho tiempo dibujando metódicamente cuerdas anudadas que llenaban un círculo.
 De estas dificilísimas composiciones se ve un ejemplo en un grabado muy bello, en cuyo centro se leen las palabras: Leonardus Vinci Accademia. Entre esos modelos y proyectos había uno, que mostró varias veces a muchos ciudadanos ingeniosos que a la sazón gobernaban en Florencia, explicando un método para levantar la iglesia de San Giovanni y poner debajo las escaleras, sin que se derrumbara. Argumentaba con tan sólidas razones, que convencía a quienes le escuchaban; sólo cuando se iba reconocían la imposibilidad de semejante empresa.
 Su conversación encantadora ganaba todos los corazones y, aunque nada poseía -por decir así-, y trabajaba poco, tuvo criados y caballos, que le gustaban mucho. En verdad, amaba a todos los animales y los domesticaba con gran cariño y paciencia. A menudo, cuando pasaba por los lugares donde se vendían pájaros, los sacaba de sus jaulas y ponía en libertad y luego pagaba al vendedor el precio exigido. La naturaleza lo había dotado a tal punto, que cuando aplicaba su cerebro o su alma a cualquier cosa, demostraba inigualada divinidad, vigor, vivacidad, excelencia, belleza y gracia. En verdad, su inteligencia del arte le impedía terminar muchas cosas que había comenzado, pues sentía que su mano era incapaz de añadir nada a las perfectas creaciones de su imaginación. Su mente concebía tan difíciles, sutiles y maravillosas ideas que sus manos, hábiles como eran, jamás podrían expresarlas. Sus caprichos eran tan numerosos que, filosofando acerca de las cosas naturales llegó a entender las propiedades de las hierbas y observó los movimientos del cielo, la órbita de la luna y el curso del sol".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: