miércoles, 20 de mayo de 2015

"Sobre la fotografía".- Susan Sontag (1933-2004)


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El mundo de las imágenes

 "Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en imágenes. Necesita suministrar muchísimo entretenimiento con el objeto de estimular la compra y anestesiar las lesiones de clase, raza y sexo. Y necesita reunir cantidades ilimitadas de información para poder explotar mejor los recursos naturales, incrementar la productividad, mantener el orden, hacer la guerra, dar trabajo a los burócratas. Las capacidades gemelas de la cámara, para subjetivizar la realidad y para objetivarla, sirven inmejorablemente a estas necesidades y las refuerzan. Las cámaras definen la realidad de las dos maneras esenciales para el funcionamiento de una sociedad industrial avanzada: como espectáculo (para las masas) y como objeto de vigilancia (para los gobernantes). La producción de imágenes también suministra una ideología dominante. El cambio social es reemplazado por cambios en las imágenes. La libertad para consumir una pluralidad de imágenes y mercancías se equipara con la libertad misma. La reducción de la opción política libre al consumo económico libre requiere la producción y el consumo ilimitado de imágenes.
 La razón última de la necesidad de fotografiarlo todo reside en la lógica misma del consumo. Consumir significa quemar, gastar -y, por lo tanto, necesidad de reabastecimiento. Como hacemos imágenes y las consumimos, necesitamos aún más imágenes; y más. Pero las imágenes no son un tesoro por el cual se necesite saquear el mundo; son precisamente lo que está a mano dondequiera posemos la mirada. La posesión de una cámara puede inspirar algo semejante a la lujuria. Y como todas las formas creíbles de lujuria, nunca se puede saciar. primero, porque las posibilidades de la fotografía son infinitas, y segundo, porque el proyecto termina por devorarse a sí mismo. Las tentativas de los fotógrafos por realzar una realidad vaciada contribuyen al vaciamiento. Nuestra opresiva percepción de la transitoriedad de todo es más aguda desde que las cámaras nos dieron los medios para "fijar" el momento fugitivo. Consumimos imágenes a un ritmo aún más acelerado y, así como Balzac sospechaba que las cámaras consumían capas del cuerpo, las cámaras consumen la realidad. Las cámaras son el antídoto y la enfermedad, un medio de apropiarse de la realidad y un medio de volverla obsoleta.
 En efecto, los poderes de la fotografía han desplatonizado nuestra comprensión de la realidad, imposibilitándonos cada vez más reflexionar acerca de nuestra experiencia de acuerdo con la distinción entre imágenes y cosas, entre copias y originales. Homologar las imágenes con sombras -copresencias transitorias, mínimamente informativas, inmateriales, impotentes, de las cosas reales que las proyectan- convenía a la actitud despectiva de Platón ante las imágenes. Pero la fuerza de las imágenes fotográficas proviene de que son realidades materiales por derecho propio, depósitos ricamente informativos flotando en la estela de lo que las emitió, medios poderosos para poner en jaque a la realidad, para transformarla a ella en una sombra. Las imágenes son más reales de lo que cualquiera pudo haber imaginado. Y como son un recurso ilimitado que jamás se agotará con el despilfarro consumista, hay razones de más para aplicar el remedio conservacionista. Si acaso existe un modo mejor de incluir el mundo de las imágenes en el mundo real, se necesitará una ecología no sólo de las cosas reales sino también de las imágenes". 

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