jueves, 28 de mayo de 2015

"La mente humana".- José Luis Pinillos (1919-2013)


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La frustración de los deseos

 "Hasta ahora hemos operado en el supuesto de que el hombre realiza siempre sus deseos. Evidentemente -¿hace falta decirlo?-, esto no es así. Para bien o para mal, muchísimos de nuestros deseos, intenciones e impulsos son bloqueados e interceptados por una serie de barreras (de tipo físico unas, de tipo moral o psicológicos otras) que en definitiva nos impiden satisfacerlos.
 Cuando los impulsos que conducen a la satisfacción de estas necesidades son interferidos, interceptados o malogrados por barreras u obstáculos, se produce la frustración; esto es, se produce un estado emocional de tono desagradable, muy complejo, en el que pueden entrelazarse sentimientos y emociones que van desde la confusión, la inquietud o la desazón, hasta un enojo declarado y una respuesta agresiva contra el objeto o la persona causante de la frustración, pasando por sentimientos de vergüenza, azaramiento, etc. Lo común a todos estos estados es una vivencia emocional desagradable, matizada de formas muy diversas que dependen de la situación específica que ha producido ese estado, y una desorganización del comportamiento.
 Tales estados de frustración son originados en general por tres tipos de factores: obstáculos, deficiencias y conflictos.
 1.-Los obstáculos pueden ser de índole muy dispar, pueden ser físicos (por ejemplo, encontrarse metido en una aglomeración de tráfico de donde no es posible salir), pueden ser de tipo social (hay cosas que a uno le gustaría hacer, pero que las buenas maneras no lo permiten), de tipo moral, etc. Probablemente, basta repasar la vida de uno en la última semana -o ser profesor de Universidad- para hacer una larga lista de situaciones frustrantes.
 2.-El segundo factor que provoca la frustración se conoce con el nombre de deficiencia: esto es, carencia de algo que al individuo le es supuestamente debido. No nos produce frustración carecer de algo que no deberíamos poseer, pero sí nos la produce el carecer de algo que todos los demás tienen y que uno debería o cree que debería tener también: así, la vista, el oído o algo tan elástico como el bienestar. Por ello, los niveles de aspiración excesivamente altos, excesivamente distanciados de las propias capacidades, producen estados de frustración crónicos.
 3.-Por último, están los conflictos. Los conflictos, tales y como se entienden en psicología, surgen por la pluralidad de motivos incompatibles; o sea, por motivos que se interfieren mutuamente e impiden que el organismo desemboque en una gratificación de sus necesidades. Por ejemplo, el deseo de un empleo bien remunerado, pero desagradable o peligroso, provoca un estado conflictivo de este tipo.
 En todos estos casos, la resultante de la frustración es una desorganización comportamental que adopta diferentes modalidades. La principal de todas ellas es, ya se sabe, la agresividad. Por lo común, cuando se observe un acto de agresión hay que pensar en un estado de frustración anterior y, a la vez, toda frustración permite anticipar futuros actos de agresión.
 Después de más de treinta años de estudios clínicos y experimentales en torno de esta ley llamada de frustración-agresión, se conocen muchos de los factores que intervienen en el problema y lo complican. No podemos, como es lógico, entrar en una discusión a fondo de este problema, pero sí ofreceremos al lector algunas de las más frecuentes reacciones psicológicas en que incurrimos los hombres cuando somos incapaces de resolver un conflicto, cuando no podemos superar un obstáculo o somos incapaces de adecuar nuestras aspiraciones a nuestras posibilidades reales".    

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